Somos

SOMOS
Francisco Bautista Gutierrez
Somos como el barco que a la deriva va de un lado a otro, atravesamos el caos para entrar en una especie de anarquía en la que no vislumbramos ni el principio y menos aún el final. Pasamos callados de la luz a las tinieblas, del ruido al silencio.
Cierro los ojos y recuerdo mi infancia, campos arados, encinas y animales sueltos y me lleno de orgullo al saber que ha absorbido parte del conocimiento de aquello que me rodeaba.
Sé que nada permanece para siempre y que lo que no existe se transforma, como la mar, todo lo que nos rodea es algo vivo aunque lo veamos sin sonido, pero como en el líquido elemento, siempre existirá el viento que mueve las olas. Y a eso debemos sujetarnos para tomar la determinación de luchar por nuestra identidad o dejarnos llevar por lo que quieren imponernos aquellos que ejercen cierto tipo de poder sobre nosotros, aquellos que deberían grabarse en letras grandes y en una pared de su despacho la frase que inculcan a algunos colectivos “ El liderazgo es el arte de influir en las personas de manera que se obtenga su respeto su confianza y cooperación”
Eso y no el servilismo, el miedo a perder la limosna, aunque eso signifique tener que dejar la piel en todos las piedras del camino alejando asi una herencia de vicios , envidias malicias y sed de venganzas, una amplia herencia si tenemos en cuenta la ingente cantidad de políticos, concejales asesores y un largo etcétera.
Tenemos que defender la idea de que no se puede privar a nadie de sus derechos ni aún a cambio de hacer que aquel se sienta un personajillo, tenemos que recordar a aquellos personajes como Hernán Cortes, conquistador del imperio mejicano, o Pizarro como conquistador del imperio inca, sin olvidarnos de Valdivia, conquistador de Chile y Panamá y otros muchos como Pedro de Alvarado, Núñez de Balboa, Orellana y aquellos otros que dieron por España cuántas vidas se necesitaron, abrazados a la bandera y en silencio, pero haciendo gala de una gran fortaleza moral.
Navegamos por un desierto de arena y atravesamos dunas y valles, cruzamos por el desánimo rayando en el miedo cuando escuchamos a aquellos que en teoría están mas preparados, tanto que ofrecemos todo para que rijan nuestros destinos sin darnos cuenta que siempre la noche precede al día.
Atravesamos por la vida con el sueño de un futuro mejor para nosotros y con la mirada puesta en nuestros descendientes y lo hacemos con el dolor de saber que no vamos a lograr aquello que heredamos de nuestros antepasados, lo hacemos en silencio para no despertar la noche que se nos viene e encima en forma de miedo, de dolor cuando vemos llegar rotas nuestras expectativas.
Si vestimos canas nos amparamos en la frase de que soy un viejo que ha vivido demasiado y no nos damos o no queremos darnos cuenta que tenemos que reclamar todos los derechos, los nuestros y de los otros colectivos con fuerza, la que da los años, con tenacidad, lo que nos da el conocimiento.
Tenemos que defender la idea de que no se puede lanzar a nadie a una mar embravecida y pelear por lo que nos pertenece, lo que nos da la naturaleza, a todos, sin discriminar a nadie por sexo, raza, color, religión y el largo etcétera que queramos reflejar, que observamos a nuestro alrededor, amplio, cálido, acariciador y rudo como ese mar.
Las discriminaciones para aquellos que la merecen, asesinos, estafadores, corruptos, políticos que solo buscan el poder, frente a todo ello a esa injusticia que nos obliga a que aceptemos aquello que raya en la inmoralidad es contra lo que tenemos que luchar dentro de nuestras posibilidades, todo ello si queremos aspirar a un mundo más justo, más social.