Del campo

Del campo
Francisco Bautista Gutiérrez
Escuchamos, nos bombardean con que van a dar subvenciones, inversiones, ayudas a infinidad de colectivos, pero en pocas ocasiones oiremos a los políticos afirmar que para contribuir a un futuro mejor, la inversión más necesaria es en la agricultura y cuando sacan el tema, hablan de alimentación, básicamente para decirnos de especulación, de alimentos transgénicos, de calidad y con más seriedad de tratados de libre comercio, sus ventajas y o sus inconvenientes.
Pocas veces nos hablan del campesino como una de las partes mas importantes de la población y casi nada de lo relacionado con ese colectivo, desde la necesaria potencialización de la agricultura, fundamental para reducir la pobreza, el hambre y favorecer la cuestión ambiental, y es que el agricultor es uno de los grupos a los que hay que cuidar por muchas razones y por supuesto porque es el que mas cuida el ambiente mas que aquellos que se hacen llamar políticos que lo pregonan como protagonistas de una cruzada pero viviendo no como el campesino que no puede hacerlo hacinado en una ciudad, que necesita el aire libre, un espacio con huertas, cultivos y quien mejor para cuidar el campo que alguien que lo precisa para poder sobrevivir.
Y que poca importancia se le da a lo que producen, estoy cansado de ver como en las ciudades los productos que en el lugar de origen los podemos conseguir por un precio razonable cuando llegan a la ciudad de disparan de una manera desorbitada sin que les importe a nadie esa especulación.
La inversión en agricultura es imprescindible, en una sociedad que quiere erradicar la pobreza, el hambre, el campesino tiene que ser valorado en su justa medida puede y de hecho lo hacen trabajar día y noche cuando es necesario, soporta frio o calor pero siempre sin desfallecer, pensando en que la próxima temporada será mejor.
Es verdad que todos los sectores necesitan de una manera u otra ser ayudados pero no escucho a nadie pedir se apoye al agricultor, al pescador, personas en la mayoría de las veces al borde de la subsistencia sin que nadie se preocupe de lo que necesitan, ya sea en forma de estructuras que le permita acceder con facilidad a sus cultivos, protección social y también de sus campos expuestos a robo, al pillaje.
Pensar en ello es imprescindible en una estabilidad del precio de sus productos, en una política comercial transparente y es que el labrador es uno de los colectivos a los que se les debe respeto porque el sabe que vive la realidad, porque tiene confianza en lo que le rodea y porque su humildad hace que reconozca que no puede saberlo todo y aun así, lucha por un trabajo con la mayoría de las veces escasamente valorado