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Carta de los Lectores

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Francisco Bautista Gutiérrez

Carta enviada por Francisco Bautista Gutiérrez

Viernes, 25 de Octubre de 2019

  

PODER

Quizás la definición más extendida y tal vez la más indicada, del concepto de poder, es aquella que le entiende como dominación y control sobre el entorno de quien le ejerce y sucede así porque es indiscutible la relación que existe entre dominación y poder, una dominación que puede llegar a ser peligrosa cuando los poderosos a quienes manejan es a la gente, a la multitud de personas que se dejan arrastrar alterando su forma de vivir, su manera de estar.
Y es que el poder en este caso, puede llegar a lograr un grado de obediencia rayando a veces en la paranoia, en el sinsentido hasta el extremo de que el sometido, llega a confundir ansiedad con resignación, sentimiento con comodidad y servidumbre con normalidad.
Hay una costumbre, generalizada, de confundir el poder con la guerra, otras veces, el concepto que se posee del poderoso es el del paladín de la verdad, de la justicia, la libertad y legitimidad, conceptos a los que nos aferramos para comprender la inutilidad de justificar una hipotética lucha contra el poder, la de la memoria contra el olvido porque no queremos recordar las consecuencias de los sometimientos a que nos hemos visto abocados.
De entre la multitud de formas de poder, destacamos sobre todo el económico, la posesión de los recursos por parte del poderoso que somete al semejante, sabiendo que es el dueño absoluto de su vida y de su futuro.
Sin embargo, existe otra forma de poder tan importante como el económico y es el político, un poder superior porque maneja sentimientos y acapara el pensar de las personas que han despertado la confianza del que posee ese poder, nada comparable con el ideológico, a la larga el más efectivo porque maneja conceptos y situaciones como el conocimiento y la información más que suficiente para imponer unas reglas de comportamiento.
No es tan bonito para el poderoso, el que se siente así y presume de ello, estará sometido a la soledad, y peor aún, al riesgo de que surja un contrapoder que le aniquile. El poder es sinónimo de fuerza, y el poderoso posee la capacidad de persuadir a los individuos, y ha de tener muy claro que no solo hay que vencer, sino que hay que conservar ese poder sin divisiones, sin fisuras, buscando siempre la parte positiva y teniendo claro que el progreso no se consigue con el látigo, sino con la mano extendida, pero eso si, manteniéndola firme y segura, ejerciendo este como control de aquello que pueden utilizarlo en su beneficio, pero que gracias a los medios actuales, redes sociales sobre todo, influyen sobre la conducta de las personas ejerciendo un control sobre lo que le rodea.
Por esa misma razón, tenemos que configurar el poder de los que nos gobiernan para que este sea aceptado por la sociedad como una manera de mantener la convivencia en paz y mantenerlo aparcado hasta que surja la necesidad de sacarlo a la luz, de utilizarlo contra aquello que puede hacernos perder los principios que tenemos innatos.
Necesitamos el poder, no hay que olvidar que el ser humano vive en un estado de guerra continua por todo, desde las cosas más simples a las más importantes nos pasamos el tiempo pensando que hacer para sentirnos más poderosos que el que tenemos frente a nosotros, eso sin contar con las amenazas continuas en terrorismo, catástrofes, en revoluciones incontroladas.
Es preciso que sepamos manejar nuestro poder con cautela pero firmeza, con la mirada puesta en el enemigo que nos acecha, sea de una manera cercana o lejano en el tiempo y pensamiento, pero enemigo dispuesto a hacernos perder la estabilidad en aquello que nos hace ser fuertes, como nación, como país.

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