Don Adelardo, no pase usted de largo
“A veces soñamos regresando a
aquellos años en los que abrazábamos a nuestros padres, a nuestros abuelos y a
toda la gente buena que conocimos”. Comentario enviado por una asidua lectora y
fiel seguidora de “Los quehaceres y los días”.
Los baños en la playa de los
Suspiros, en el puente de Lobón. Los baños en la Piscina Cavi. Los baños en las
acequias y sifones. La fábrica de nieve Nuestra Señora de las Mercedes. El
médico Pedro Risco Murillo. Joaquín Fernández vendiendo muebles y
electrodomésticos de la marca Terlay. La pescadería de Miguel Cuellar. La
carpintería del maestro Mariano Aunión, en la calle de Mérida. El Nuevo Banco,
al comienzo de la avenida Emperatriz. El quiosco metálico de chucherías del
Parque Municipal con la pegatina de Avidesa. ¡La cruz bendita no tiene cielo
pero tiene una colcha de terciopelo! El borrego que nos comíamos en la copla de
la romería de San Isidro. La peluquería de Periquín, en la calle del Conde.
¡Los ríos se secan, los campos no
nacen y los angelitos se mueren de hambre. Virgen de Barbaño extiende tu manto,
que vengan las aguas que rieguen los campos! Curri de Camas toreando en la
Feria. El Conjunto Benidorm. Los pupitres
con los tinteros de plomo. Las acacias que había frente a la fachada de la casa
del conde. La rondalla del Frente de Juventudes. Tomás Sánchez, al que
llamábamos Bobby Charlton, arbitrando un partido de fútbol. La culebra de
mazapán de la pastelería de Mariano Serrano. Valentín Pascual vendiendo género
de confección por los pueblos nuevos. Narciso haciendo el solo de trompeta del
pasodoble Nerva. Petra Campos, la costurera. Antonio y Manolo, el dúo Los
Montijanos. Las bodas en los Salones Conde. El comercio Las Vegas, de Andrés
Lozano, en la plaza de España. La sastrería de Juan Gragera, en la calle
Esteban Amaya.
La noche en la que se proyectó en
el cine Palmera la película La
Trastienda, donde la gente aguantó sentada la tromba de agua
que caía para ver desnuda, unos instantes, delante de un espejo, a María José
Cantudo. El médico José María Ruiz Parejo, apoderado de Visagra, gritándole
desde el burladero: “Arrímate, que sí te pasa algo aquí estoy yo”. El azulejo
que había en la fachada del Hogar de Nazaret de la calle Santa Ana: “Da con
generosidad a esta casa que es la casa del Señor; Él te lo recompensará sin
medida”. Las tartanas en la romería de San Isidro. Ataulfo Díaz Gabardino, con
el carro vendiendo pan por las calles. La caseta de Gordillo entre el canal y
la vía del tren. Domingo Gómez, el portero del cine Emperatriz. Juan Rico, el jefe de los municipales, y su afición por la
actividad detectivesca.
Los monaguillos Juan
José Sánchez Gómez, Pepe y Agustín Romero. El bar La Mezquita, en la esquina
de la calle López de Ayala con San Gregorio. Alonso Gragera y su frase
preferida: “Peruétano que eres de otra ganadería”. Antonio Moreno, el portero
del Bar España. El ultramarino de Manuel Gómez Núñez, en la calle Reina María
Cristina. La buena costura en ropa de
mujer de Paca de los Santos. Fort Grant, el fuerte Comansi. Manuel Concepción,
el guarda del Parque. Los cojines con sus
encajes, en la luna trasera de los coches. María de la O vendiendo sábanas, telas y
colchas por las casas.
¿Quién se perdió en Sevilla? Güito
y Perico Morcilla. Jerónimo Hoyos del Viejo tocando el piano. De cómo te
esculpía el pelo a navaja Miguel Cienfuegos, mi tío. El ritual de Dimas de la Fuente sorteando el cajón
sorpresa: “don Vicente, no pase indiferente; don Adelardo, no pase usted de
largo; doña Luisa no pase usted deprisa. Esta tómbola ha triunfado en la Feria de Sevilla, en la de
Jerez y se presenta en Montijo por quinta vez. Hoy estamos trabajando a
beneficio del padre Dimas”. Don Domiciano, el dentista, que tenía la
clínica en la calle Macías de Porras. El C.D. Solares. La empresa
Montoto. ¡Carterooooooooo!
“A veces soñamos regresando a aquellos años en los que abrazábamos a nuestros padres, a nuestros abuelos y a toda la gente buena que conocimos”. Comentario enviado por una asidua lectora y fiel seguidora de “Los quehaceres y los días”.
Los baños en la playa de los Suspiros, en el puente de Lobón. Los baños en la Piscina Cavi. Los baños en las acequias y sifones. La fábrica de nieve Nuestra Señora de las Mercedes. El médico Pedro Risco Murillo. Joaquín Fernández vendiendo muebles y electrodomésticos de la marca Terlay. La pescadería de Miguel Cuellar. La carpintería del maestro Mariano Aunión, en la calle de Mérida. El Nuevo Banco, al comienzo de la avenida Emperatriz. El quiosco metálico de chucherías del Parque Municipal con la pegatina de Avidesa. ¡La cruz bendita no tiene cielo pero tiene una colcha de terciopelo! El borrego que nos comíamos en la copla de la romería de San Isidro. La peluquería de Periquín, en la calle del Conde.
¡Los ríos se secan, los campos no nacen y los angelitos se mueren de hambre. Virgen de Barbaño extiende tu manto, que vengan las aguas que rieguen los campos! Curri de Camas toreando en la Feria. El Conjunto Benidorm. Los pupitres con los tinteros de plomo. Las acacias que había frente a la fachada de la casa del conde. La rondalla del Frente de Juventudes. Tomás Sánchez, al que llamábamos Bobby Charlton, arbitrando un partido de fútbol. La culebra de mazapán de la pastelería de Mariano Serrano. Valentín Pascual vendiendo género de confección por los pueblos nuevos. Narciso haciendo el solo de trompeta del pasodoble Nerva. Petra Campos, la costurera. Antonio y Manolo, el dúo Los Montijanos. Las bodas en los Salones Conde. El comercio Las Vegas, de Andrés Lozano, en la plaza de España. La sastrería de Juan Gragera, en la calle Esteban Amaya.
La noche en la que se proyectó en el cine Palmera la película La Trastienda, donde la gente aguantó sentada la tromba de agua que caía para ver desnuda, unos instantes, delante de un espejo, a María José Cantudo. El médico José María Ruiz Parejo, apoderado de Visagra, gritándole desde el burladero: “Arrímate, que sí te pasa algo aquí estoy yo”. El azulejo que había en la fachada del Hogar de Nazaret de la calle Santa Ana: “Da con generosidad a esta casa que es la casa del Señor; Él te lo recompensará sin medida”. Las tartanas en la romería de San Isidro. Ataulfo Díaz Gabardino, con el carro vendiendo pan por las calles. La caseta de Gordillo entre el canal y la vía del tren. Domingo Gómez, el portero del cine Emperatriz. Juan Rico, el jefe de los municipales, y su afición por la actividad detectivesca.
Los monaguillos Juan José Sánchez Gómez, Pepe y Agustín Romero. El bar La Mezquita, en la esquina de la calle López de Ayala con San Gregorio. Alonso Gragera y su frase preferida: “Peruétano que eres de otra ganadería”. Antonio Moreno, el portero del Bar España. El ultramarino de Manuel Gómez Núñez, en la calle Reina María Cristina. La buena costura en ropa de mujer de Paca de los Santos. Fort Grant, el fuerte Comansi. Manuel Concepción, el guarda del Parque. Los cojines con sus encajes, en la luna trasera de los coches. María de la O vendiendo sábanas, telas y colchas por las casas.
¿Quién se perdió en Sevilla? Güito y Perico Morcilla. Jerónimo Hoyos del Viejo tocando el piano. De cómo te esculpía el pelo a navaja Miguel Cienfuegos, mi tío. El ritual de Dimas de la Fuente sorteando el cajón sorpresa: “don Vicente, no pase indiferente; don Adelardo, no pase usted de largo; doña Luisa no pase usted deprisa. Esta tómbola ha triunfado en la Feria de Sevilla, en la de Jerez y se presenta en Montijo por quinta vez. Hoy estamos trabajando a beneficio del padre Dimas”. Don Domiciano, el dentista, que tenía la clínica en la calle Macías de Porras. El C.D. Solares. La empresa Montoto. ¡Carterooooooooo!





















