Más de cien ciclistas se dieron cita en Mirandilla a pesar del mal tiempo
Salieron a las nueve desde la piscina municipal para dar un breve paseo por las calles de Mirandilla y dirigirse hacia la sierra Bermeja. Hasta allí, mas o menos, todos fueron agrupados pero cuando comenzaron a subir unas trialeras empezaron los primeros problemas. Un miembro del club rompió el cambio de su montura “alguno llegó a pensar “Esto va a ser muuuu duro…..y solo llevamos 20 kilómetros”.
Hasta el primer avituallamiento la ruta resultó algo dura, pero lo mejor estaría por llegar….
Después de reiniciar la marcha y entrar en el parque natural de Cornalvo empezó la lluvia, granizos y tormenta, calándose hasta los huesos.
A todo esto hay que añadir que había que cruzar arroyos y ríos, que con las lluvias caídas sobra comentar cómo iban los arroyos y el río Aljucén, “solo mencionar que un buen traje de buzo no hubiese sobrado en absoluto”.
Del segundo avituallamiento pasaron de largo, “absurdo sería tomarse una barrita y un refresco bajo la gélida lluvia”. El tramo cronometrado tampoco se llevó a cabo. Ya solo nos quedaban 10 kilómetros y tras cruzar de nuevo sierra Bermeja y llegar a la ermita de San Isidro, embadurnados hasta las cejas, por fin se divisaba Mirandilla.
Ducha reconfortante y paella exquisita para reponer fuerzas, fue la recompensa. Se sortearon numerosos regalos algunos de los cuales se dejaron caer en el Club Ciclista Puebla.
Salieron a las nueve desde la piscina municipal para dar un breve paseo por las calles de Mirandilla y dirigirse hacia la sierra Bermeja. Hasta allí, mas o menos, todos fueron agrupados pero cuando comenzaron a subir unas trialeras empezaron los primeros problemas. Un miembro del club rompió el cambio de su montura “alguno llegó a pensar “Esto va a ser muuuu duro…..y solo llevamos 20 kilómetros”.
Hasta el primer avituallamiento la ruta resultó algo dura, pero lo mejor estaría por llegar….
Después de reiniciar la marcha y entrar en el parque natural de Cornalvo empezó la lluvia, granizos y tormenta, calándose hasta los huesos.
A todo esto hay que añadir que había que cruzar arroyos y ríos, que con las lluvias caídas sobra comentar cómo iban los arroyos y el río Aljucén, “solo mencionar que un buen traje de buzo no hubiese sobrado en absoluto”.
Del segundo avituallamiento pasaron de largo, “absurdo sería tomarse una barrita y un refresco bajo la gélida lluvia”. El tramo cronometrado tampoco se llevó a cabo. Ya solo nos quedaban 10 kilómetros y tras cruzar de nuevo sierra Bermeja y llegar a la ermita de San Isidro, embadurnados hasta las cejas, por fin se divisaba Mirandilla.
Ducha reconfortante y paella exquisita para reponer fuerzas, fue la recompensa. Se sortearon numerosos regalos algunos de los cuales se dejaron caer en el Club Ciclista Puebla.





















