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Mª del Carmen Germán Máximo | 326
Miércoles, 18 de Abril de 2012

Derroche a Troche y Moche · Mª del Carmen Germán Máximo · Montijo

El día ha salido radiante, el sol llena las calles y su calorcito ya se siente en todos los rincones de mi pueblo. He ido al Centro de Salud, a renovar la tarjeta electrónica, y mi espera ha sido agobiante. Me explico: Aunque estamos fuera a 22º, aquí hoy también se ha puesto la calefacción, creo que hasta el 21 de junio tienen programada la dichosa maquinita, porque de otra manera no se entiende. El termostato debe rondar los 26º ó 27º, seguro, porque aquí dentro estamos sudando como pollitos juntos en una caja de cartón. Pero bueno, alguien se ha encargado de abrir casi todas las ventanas…  Algo es algo… ¿He dicho ya lo del día espléndido que hace? Pues eso, como todas las luces están encendidas, y digo TODAS, las persianas han sido bajadas, quizás para crear mejor ambiente, no sé, todo este derroche de energía me crispa los nervios.

 

¿No sería más acertado apagar las luces, subir las persianas -el Centro está en un lugar inmejorable de luminosidad, recibiendo el sol por todos sus rincones- desconectar la calefacción o simplemente no encenderla y cerrar las ventanas para que el calorcito no se desaproveche?

 

Somos bombardeados a diario por las recomendaciones del Ministerio de Industria y Energía y por las Compañías Eléctricas para que nuestro consumo sea responsable, futbolistas de élite y demás famosos nos recomiendan en qué punto debemos poner los termostatos en calefacciones y climatizadores, pidiéndonos solidaridad y respeto por el Medio Ambiente, Sanidad expone sus cuentas y cuentan, valga la redundancia, que los números no salen, que los gastos son más cuantiosos que los ingresos, mientras que en Organismos Estatales se derrocha con tantísima frivolidad, jugándose nuestros cuartos.

 

Así que, señores responsables de mantenimiento de este tipo de instituciones:

Si tienen que hacer dos rondas al día por las instalaciones para comprobar que todo esté en orden y no se escape ningún watio de más por ventanas ni que se enciendan las luces en pleno día, pues háganlas, por favor, o más que ir al médico con nuestros padecimientos deberemos ir con toalla (como en saunas) y unas gafas de visión nocturna.

 

Y a quien corresponda el mantenimiento y buen funcionamiento de los semáforos, que se pase un día por el cruce donde está situado el ambulatorio, porque si además de que salimos deslumbrados al sol de la calle, tenemos después que cruzar por el paso de peatones sin ninguna lucecita encendida ( además de tener que aguantar a algún tonto de turno que nos señale el dichoso aparatito, sin fijarse siquiera en que él tampoco lo tiene en verde,  ni en  rojo, simplemente, no está encendido…), vamos a tener que ir provistos de una señal de stop como las que usan los escolares para cruzar al otro lado.

 

Pues eso, una aventura, amigos, vas bien y sales congestionado, ciego, y en plan kamikaze, así que venga, armaos de valor y tomadlo como una visita a la Selva Amazónica, que quien no se consuela es porque no quiere.

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