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Lunes, 02 de Abril de 2012

La necesaria ruptura que nunca se hizo

Líbreme Dios, si es que existe, el ser interpretado como un rompedor de sueños o un amigo del enfrentamiento, pero, dadas las condiciones en que el destino nos ha colocado, no puedo por menos que mirar atrás y recordar lo que se debería haber hecho y que no se hizo, con las consecuencias actuales. Nosotros, todos nosotros, pudimos cambiar la historia y nos dejamos engatusar. Hoy, estamos pagando la factura, y lo que nos queda por pagar.

 

Cuando la madrugada de aquel 20 de Noviembre de 1975, nos dijeron aquello de: “Españoles…Franco ha muerto…” y que el País, desde la tranquilidad, tenía que fijarse un rumbo de futuro, la discusión inicial fue la de si debía imponerse una ruptura total con el pasado o si, desde la discusión democrática, aceptábamos lo que nos viniera. Y aceptamos lo que nos vino, porque somos así de cómodos. ¿Quién en aquellos tiempos no tenía a algún familiar o amigo, trabajando en el extranjero…?. Lo digo, porque fueron ellos, los que estaban fuera, los primeros en darse cuenta de la situación. Yo recuerdo que tenía un tío de mi padre en Puerto Rico y, cuando venía, preguntaba…”¿Quién es ahora el alcalde del Pueblo…?. Pues fulanito, del Partido Socialista”, le contestábamos. Y el añadía…”¿Ese tipo es Socialista…?, una mierda. El padre de ese individuo se hartó de dar paseos a los de izquierdas del Pueblo y el mismo, en la escuela, era un fascista”.

 

O sea, que se había muerto Franco, pero todo seguía igual. No se limpió. No se blanqueó. No se desinfectó. Y de esos polvos vienen ahora estos lodos. Si algo tiene el español, intrínsecamente maligno, es el poder de adaptación a lo que le caiga. Los que no querían abandonar el “momio”, se adaptaron. Llenaron las listas de los Partidos recién legalizados y hoy, campan a sus anchas, con el pecho por delante, henchidos de razones para hacer de su capa un sayo. Han sido o son responsables de altos y grandes presupuestos, enormes Empresas Públicas que han acabado en quiebra, siempre, por culpa de los demás. Dan lecciones de Democracia y otorgan el Carnet de españolidad, como les sale de la entrepierna. Todo el que no piense como ellos es un antiespañol, antipatriota, antidemócrata…

 

Los ves, los puedes ver cada día, en los Telediarios. Se hartan de acusar a todo el mundo de los males del País. A día de hoy, suben impuestos y declaran amnistías fiscales, sin el mínimo rubor. Cuando ven un desalojo o un pobre pidiendo en la calle, dicen: “siempre ha habido pobres. Hoy, por suerte, no los fusilamos”. Eso les da para autodefinirse como progresistas.  

 

Todo esto, hubo un día en que pudimos evitarlo, pero preferimos cambiar el paso desde la adaptación de las leyes que convirtieron España, de una Dictadura a una Monarquía, sin pasar por las urnas del Referéndum. Franco, lo había dejado todo atado y bien atado, véase la muestra de la España actual. Y que no me cuenten historias de que Franco convocó un Referéndum donde se preveía el cambio, porque ni Dios se enteró de lo que estaba votando. Son aquellos que manejaron los hilos, aquellos y sus hijos, nietos, sobrinos y demás familia, los que hoy, se hartan de llamar a la Paz Social, la misma que ellos patean cada vez que se levantan de la cama. Siempre con la velada amenaza de que la historia pudiera repetirse.

 

Siempre han criticado el Estado del Bienestar, porque no quieren que los demás vivan igual que ellos han vivido siempre, bajo el paraguas del ordeno y mando, pero con todas sus necesidades cubiertas, incluido sus caros caprichos. Porque saben que aquí, en España, nunca pasa nada. Tiran de Visa Oro para pagar putas y cubatas o roban a Dios y a su padre amparados en ser hijos, nietos o yernos de.

 

La noche en que murió Franco, todos debimos haber salido a tirar la basura, pero preferimos quedarnos en casa, asustados. Los que entonces lloraron tanto, muy dolidos por la muerte del Padre y Salvador, hoy manejan nuestras vidas a su antojo. La modernidad, las tecnologías, son para el que puede pagárselas. No gobierna la modernidad. Gobierna el dinero que a la vez, se aprovecha de las tecnologías. Nos han metido el miedo y ya les va bien.

 

Fijaos si no en los pelapollos de las distintas familias que aspiran a mandar en el aparato de los Partidos. “Si chupas tu, déjame una pajita, que yo también quiero chupar. Lo que hay en España es de los españoles”. Es igual, de izquierdas o de derechas, da lo mismo. Todos son iguales…¿Por qué?...:porque nunca pasa nada. Los españoles tenemos las espaldas anchas. Todo va a las espaldas. La Revolución Social, sigue pendiente.

 

Si al menos, ya que no queremos que se líe parda, nos tomáramos un cierto interés en desenmascarar a tanto payaso, otro gallo nos cantaría. España quedó fuera de los planes Marshall. Nosotros no habíamos participado en la guerra mundial. Todo lo hemos hecho solos. Hoy, nuestra economía está vigilada por los herederos de Hitler, de Petain, de Mussolini y de quien ordenó el lanzamiento de la primera bomba atómica. Nos duele el hambre en el Sahel, el sacrifico y abandono de animales, pero nos molesta la rumana que nos pide una limosna. Llevamos trajes de Armani y calzado de 200€, pero con los calzoncillos y calcetines zurcidos. Clamamos por la subida de los carburantes, pero nos callamos cuando nos suben el IBI, el IRPF, el IVA y el venía. Nos hartamos de sopas de sobre, pero los Jueves, de botellón. Será porque, cocidos de cubatas, se nos olvidan las subidas de la luz, el gas, el agua y demás artículos cotidianos, porque solo les guía una idea, la de que, las personas, somos prescindibles. Víctimas colaterales.

 

Aquella ruptura, era imprescindible. No la hicimos, nos dio pena. Pues nada, a lo hecho, pecho. Y ahora, que nos vengan los salvapatrias a decir que los Sindicatos son unos apoltronados, que lo son, pero es que a ellos, a los salvapatrias, les interesa que así sea. Los Bancos, el Capital, todo aquello que nos ha llevado a vivir en este Estado de la Carestía, tenían que haberse puesto las pilas aquella madrugada del 20-N y se negaron, nos negamos. Hoy, condenan Jueces al ostracismo, por ser demasiado molestos.  

 

Adolfo Suárez dejó la camisa azul en el armario y se puso a la labor. Lo destruyeron desde dentro de su propio Partido. Desde el, todos los que le han precedido se han vuelto a poner la camisa azul. Y no libro a ninguno.  

 

Después de todo eso…¿nos vamos a asustar ahora por el peligro de la involución?. Es la fiesta de los hipócritas.

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