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Miércoles, 07 de Marzo de 2012

Música y Chopin (Artículo de JOSÉ MARÍA DUQUE LÓPEZ-Profesor concertista de piano)

Mañana he sido llamado una vez más por algo que está fuera de mí a interpretar la maravillosa serie de Estudios de Chopin. Siento esa responsabilidad como un enorme gozo, en un estado intensísimo y febril, prueba de ello es que estoy escribiendo ahora en lugar de descansar. Cómo podría ser de otra manera al tocar esta música...¿Qué es lo que tiene que te impulsa a sentir tan intensamente estos momentos ?


Es muy difícil hablar de lo que no tiene palabras, pero yo diría que es la Vida misma y el Eros quienes los habitan, por eso son tan vitales, tan directos, tan fuera de toda explicación. ¿Es posible seguir sintiendo esto después de conocerlos durante más de 30 años?  No sólo es posible, sino que es mucho más...es la sensación de que me han acompañado prácticamente toda mi vida, desde que a tierna edad escuchaba a mi padre tocar maravillosamente el Segundo Scherzo de Chopin, delicioso veneno que recorrió mis venas hasta hoy. Recuerdo varios hitos de ese amor en mi infancia...quince días terribles donde se estropeó mi tocadiscos y no pude escuchar el maravilloso disco de Pollini, del cual estaba enamorado, como os ha ocurrido a todos quienes amáis el piano. Otros días también de vacaciones, donde, a pesar de lo bien que me lo estaba pasando echaba tanto de menos mi piano...pero ahí lo pasé mejor, porque al menos tenía ese disco, que junto a otro de Bach me serenaba de esa ausencia.


Querido Chopin : Cuánto tengo que agradecerte ! Contigo dí los primeros pasos, me enseñaste la emoción como nadie, todos mis amores y desamores pasaron a través de tí, las ausencias, las alegrías. (¿habrá algo que pueda expresar mejor que el renacer del corazón y de la vida que la coda del op 10 nº 10 en La Bemol, ?)


Y qué podemos decir de ese maravillosamente lento op 25 nº 7 ? Su coda es auténticamente dolorosa, duele oírlo, duele tocarlo. Es la expresión y la aceptación de lo irremediable, y lo irremediable no es la Muerte, sino la Vida, con toda su carga de deseos, de penas, de tragedias, de sentir sin piel. En ese acorde suspendido en un calderón antes de la cadencia final está la pregunta de todo este dolor : " ¿Por qué? " : No hay respuesta, hay que vivir. Cuando en 2008 visité París, algo muy importante quise hacer : visitar las tumbas de Edith Piaf, de Francis Poulenc y la de Chopin, en agradecimiento por lo que dieron al mundo. Con enorme alegría ví por dos veces esa semana que la tumba de Chopin estaba siempre llena de gente, una constatación de que su genio ha alcanzado un reconocimiento universal, como se merece. Otra sorpresa fue que al lado de Chopin, estaba enterrado Michel Petrucciani, otro loco del piano que ponía los ojos en el cielo al tocar " Bésame Mucho ", y , por tanto , otro de mis músicos favoritos. Recuerdo que a un chico japonés que había allí le dí a escuchar parte del concierto de París que, casualmente llevaba en el mp3. Yo pensaba que escucharía un minuto, y me daría las gracias, pero no, ocurrió otra cosa: se quedó absorto y como en oración durante más de 15 minutos, y cuando intentó hablar, casi no podía. Eso mismo intentaré hacer mañana en el concierto, que todos los que estén allí se vayan de otra manera, con ese mensaje maravilloso de Chopin. Para poder interpretar una pieza es necesario sentirla en el momento, en ese momento, y cada vez...es necesario abrir el corazón, y permitir que te vuelva a tocar la fibra sensible en ese mismo instante. Es un esfuerzo espiritual y al mismo tiempo un gozo inmenso.


Estarán allí mis amigos, mis alumnos , y a todos hablaré. Hablaré también a mis amores, a los presentes, a los pasados, y a los que, por diversas circunstancias, y a muy pesar mío, no estarán...Pero sí estaré yo, y el Amor y el Eros que llevo dentro, y con ellos intentaré dar el paso y afrontar el reto y deciros a todos: " Merece la pena vivir, abrid vuestra puerta, ahuyentad la Soledad ". Hoy mismo ensayando, después de tocar uno de esos estudios ,me quedé mirando el teclado, y me vino a la cabeza esa imagen tan repetida y tan chopiniana de la rosa encima del teclado, y la reacción fue instantánea: abracé el piano, mi tabla de náufrago, donde se llena y se rompe el corazón. Pero sabiendo al mismo tiempo que hay algo más: un mundo lleno de personas adorables sin las cuales nada tendría sentido. Mañana estaremos allí todos para intentar crear Belleza.

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