No se combate la violencia con más violencia. Ni el odio con el odio · Julia Castón Coco · Montijo
Hay un libro titulado: “Un hombre es lo que piensa”. Y es cierto. Las actitudes las vertemos a la sociedad y se manifiestan en los hechos de cada día. Se vive lo que se es.
Cuando yo era pequeña existía aquello de “la cáscara amarga”. Y los que pensaban diferente a la corriente dominante no podían airear sus ideas porque todos conocemos cómo eran reprimidos. Aquello era Rusia. Hoy hemos evolucionado. Ahora somos México…
Lo que no puede ser es que estemos reproduciendo aquello. Los que lo sufrieron en sus carnes… hablan de perdón. Piden a voz en grito que no vuelva a pasar. Sólo así dan por buena su lucha y el precio que pagaron por ello. Los otros hablan de “pasar página”. Algo en lo que no creo. Porque el que olvida está condenado a repetirlo.
Pero si no se puede olvidar, ni perdonar, al menos demostremos que somos diferentes. No hagamos lo que nos hicieron, con intereses. Porque entonces… es que no hemos aprendido nada.
Hay una tercera parte en discordia. Y es esa que, no es que llegara tarde a la peli. Es que vino después de terminar. La conoce solo por referencias más o menos interesadas – es humano mirar con el prisma de la subjetividad de las emociones – y puede que hasta debidamente manipuladas. Todos sabemos cómo se fabrican best sellers…
Esos son los que más ladran, algún beneficio llevarán en ello. Desde luego no están defendiendo a las víctimas. Y tampoco lo hacen por ideales ni altruismo. Ellas no querrían, por nada del mundo, repetir la experiencia de ver a hermanos contra hermanos. Y la corriente que nos lleva a la deriva, con esta actitud de confrontación con el que piensa diferente; con ese desprecio a la vida y al otro… solo conduce a que nos volvamos a matar entre nosotros. Yo no entro en ese juego. Porque, como suele pasar siempre, puede que en esa melé caigan los que más valen. Los únicos que pueden servir de ejemplo. Y seguiremos guiados por necios analfabetos con titulitis y cargados de ambición; con mucha información de copia y pega pero vacíos de iniciativa y calidad humana. Quizá sea eso lo único que se pretende. Porque de otra manera, este tipo de tipejos, nunca llegaría a los bastones de mando. De otra forma no se explica que tal vasca esté dirigiendo y manipulando nuestros destinos. Y que aquellos que dicen que se dan cuenta de lo que acontece a su alrededor, no solo lo permitan, sino que los alzan al sillón.
Esto solo lo trunca un cambio de actitud que corte la cuerda que nos ahoga para tejer una nueva que sirva de guía. Y si no les gusta… cámbienlo. Ya va siendo hora. Pero, por favor, no con más de lo mismo. Eso es quítese usted para ponerme yo. Es cargarse al que tiene para apropiarse de lo que tiene. Y las voces solo son envidia de lo que se ambiciona. Es venganza. No justicia.
Visto lo visto, empiezo a dudar cual habría sido el comportamiento de los “perdedores” en caso de haber “ganado” la guerra. Quizá estarían los del otro bando haciendo lo que vemos a diario a los que reivindican memoria. Desde luego, la suya es bien selectiva.
No hubo una única victoria con su correspondiente derrota. Hubo muchas victorias y derrotas con daños irreparables para ambos bandos. Y entre ellos un odio exacerbado.
¿Qué pasa, vamos a seguir cebándolo eternamente?
Hay un libro titulado: “Un hombre es lo que piensa”. Y es cierto. Las actitudes las vertemos a la sociedad y se manifiestan en los hechos de cada día. Se vive lo que se es.
Cuando yo era pequeña existía aquello de “la cáscara amarga”. Y los que pensaban diferente a la corriente dominante no podían airear sus ideas porque todos conocemos cómo eran reprimidos. Aquello era Rusia. Hoy hemos evolucionado. Ahora somos México…
Lo que no puede ser es que estemos reproduciendo aquello. Los que lo sufrieron en sus carnes… hablan de perdón. Piden a voz en grito que no vuelva a pasar. Sólo así dan por buena su lucha y el precio que pagaron por ello. Los otros hablan de “pasar página”. Algo en lo que no creo. Porque el que olvida está condenado a repetirlo.
Pero si no se puede olvidar, ni perdonar, al menos demostremos que somos diferentes. No hagamos lo que nos hicieron, con intereses. Porque entonces… es que no hemos aprendido nada.
Hay una tercera parte en discordia. Y es esa que, no es que llegara tarde a la peli. Es que vino después de terminar. La conoce solo por referencias más o menos interesadas – es humano mirar con el prisma de la subjetividad de las emociones – y puede que hasta debidamente manipuladas. Todos sabemos cómo se fabrican best sellers…
Esos son los que más ladran, algún beneficio llevarán en ello. Desde luego no están defendiendo a las víctimas. Y tampoco lo hacen por ideales ni altruismo. Ellas no querrían, por nada del mundo, repetir la experiencia de ver a hermanos contra hermanos. Y la corriente que nos lleva a la deriva, con esta actitud de confrontación con el que piensa diferente; con ese desprecio a la vida y al otro… solo conduce a que nos volvamos a matar entre nosotros. Yo no entro en ese juego. Porque, como suele pasar siempre, puede que en esa melé caigan los que más valen. Los únicos que pueden servir de ejemplo. Y seguiremos guiados por necios analfabetos con titulitis y cargados de ambición; con mucha información de copia y pega pero vacíos de iniciativa y calidad humana. Quizá sea eso lo único que se pretende. Porque de otra manera, este tipo de tipejos, nunca llegaría a los bastones de mando. De otra forma no se explica que tal vasca esté dirigiendo y manipulando nuestros destinos. Y que aquellos que dicen que se dan cuenta de lo que acontece a su alrededor, no solo lo permitan, sino que los alzan al sillón.
Esto solo lo trunca un cambio de actitud que corte la cuerda que nos ahoga para tejer una nueva que sirva de guía. Y si no les gusta… cámbienlo. Ya va siendo hora. Pero, por favor, no con más de lo mismo. Eso es quítese usted para ponerme yo. Es cargarse al que tiene para apropiarse de lo que tiene. Y las voces solo son envidia de lo que se ambiciona. Es venganza. No justicia.
Visto lo visto, empiezo a dudar cual habría sido el comportamiento de los “perdedores” en caso de haber “ganado” la guerra. Quizá estarían los del otro bando haciendo lo que vemos a diario a los que reivindican memoria. Desde luego, la suya es bien selectiva.
No hubo una única victoria con su correspondiente derrota. Hubo muchas victorias y derrotas con daños irreparables para ambos bandos. Y entre ellos un odio exacerbado.
¿Qué pasa, vamos a seguir cebándolo eternamente?























