¿Debería Amanecer?
Bueno, Pues parece ser que ya tiene España lo
que la mayoría quiere que tenga. La victoria ha sido inapelable para la gaviota
que vuela del centro a la derecha y que debe seguir en ese rumbo sin caer en
los extremos del pasado. Ahora se inicia una etapa histórica interesantísima
para este país. Sí, etapa histórica porque nunca en la historia de la
democracia un partido político ha tenido tanta cuota de poder como la que
tienen los populares desde la comunidad de vecinos hasta la Moncloa. Es ésta un
arma de doble filo y ante tanto poder concedido es necesaria una cuota de
responsabilidad superior como mínimo. Me da igual lo políticamente incorrecto
de lo que voy a decir ahora, pero la actual tesitura de España necesita de un
rodillo como se necesitaba en la Grecia clásica con la figura del tirano –paradojas
de la historia-. “Tirano”; término peyorativo hoy pero que no lo era entonces;
hacía su función, arreglaba lo que podía y se largaba –muy democrático todo,
oiga-. En fin, que ante triunfo inapelable, el control tiene que ser, necesariamente,
riguroso. Digo esto porque gracias a las plataformas digitales de televisión, a
las redes sociales y demás inventos de esta era informática el Partido Popular
ha llegado a donde ha llegado ayer; al poder omnímodo que necesita España
ahora. Lo que se le exige al gobierno ahora es responsabilidad infinita y a los
medios de comunicación igual responsabilidad informativa a la hora de censurar
lo censurable y alabar los logros que se puedan ir produciendo pero nunca
sectarismo extremo como sucedía en la época de Polanco. Una de las exigencias
que se le debe hacer a este nuevo ejecutivo es la reforma de la Ley Electoral,
y no para ilegalizar a ningún partido, sino para neutralizarlo y hacer que las
cosas sean coherentes con el ciudadano que se levanta un domingo lluvioso a
votar. ¿Por qué mi voto vale menos que el de un abertxale? ¿Hay que intimidar
al Estado para poder sentar el culo en el Congreso?. La respuesta es clara; no
debe ser así de ninguna de las maneras. De acuerdo con el hecho de que los de
Amaiour han obtenido casi trescientos
mil votos –no pueden silenciarse tantas almas, en el caso de que en esos
cuerpos exista ese ente- pero lo que no puede es premiarse la locura; el vicio
de pedir. De acuerdo también con su “lógica” pretensión separatista, pero vaya,
que se vengan a Madrid a pedir sus locuras, se voten y se vuelvan a subir a sus
caseríos a lamerse las heridas. Pero no que su voto valga más que el mío. No es
justo, no es democrático. Y ya vale decir que en democracia vale todo, porque
no.
El
caso es que nos vienen tiempos muy difíciles y hay que aplaudir al que le haya
echado huevos al asunto y haya dado un paso al frente porque si no le salen
bien las cosas, su defunción política tiene un día concreto marcado; las
próximas elecciones de lo que sea.
Con
respecto a los del revolcón, siempre pensaré que el marketing de la izquierda
española ha funcionado realmente bien –hasta ayer, claro- y que es una lástima
que el principal partido de la oposición, sea cual sea, se vea en el estado tan
lamentable que se encuentran los de la rosa y el puño cerrado. Menos cerrar el
puño y más tender la mano, señores. Los años treinta del siglo veinte hace
ochenta que pasaron y es hora de cambiar el discurso, de darse cuenta de que el
ciudadano ya no es un sujeto analfabeto que tiene que rebelarse contra lo que
el aparato le diga sin rechistar. Más bien las bases del PSOE deberían
rebelarse contra la oligarquía del mismo PSOE y mandar a su casa al noventa por
ciento de dicho aparato. No señores, no. El pueblo lee, ve y entiende, y lo que
entiende es que la doble moral es un engaño como la copa de un pino. Tener una
oligarquía que se lo lleva calentito y mandar a las bases a guerrear con el
fantasma de la guerra civil está muy trillado y está muy feo mientras que dos
supuestos “corrutos” ofrecen los resultados electorales con una sonrisa
contenido. Lo que no sé es cómo las bases se prestan a eso ¿Qué les prometen si
predican ese tipo de mensaje crispante? ¿Se lo cuento o son lo suficientemente
vivos para saberlo? Es por eso por lo que al principal partido de la oposición
le hace falta una regeneración brutal y un marketing distinto, radicalmente
distinto. Las corbatas no son síntoma de nada, sólo una forma de vestir, al
igual que los pelos largos; no denotan nada, porque lo real está debajo de ese
pelo y tras el traje que lleves. Ya no hay derecha entre los olivares y no
debería haber izquierda con escopetas lilbertarias apuntando y disparando a
donde me diga el comisario. Oigan, que estamos en el siglo veintiuno, por
favor. Creo que ha llegado la hora de dar otro paso en esta eterna transición;
esta vez hacia la meritocracia.
Bueno, Pues parece ser que ya tiene España lo que la mayoría quiere que tenga. La victoria ha sido inapelable para la gaviota que vuela del centro a la derecha y que debe seguir en ese rumbo sin caer en los extremos del pasado. Ahora se inicia una etapa histórica interesantísima para este país. Sí, etapa histórica porque nunca en la historia de la democracia un partido político ha tenido tanta cuota de poder como la que tienen los populares desde la comunidad de vecinos hasta la Moncloa. Es ésta un arma de doble filo y ante tanto poder concedido es necesaria una cuota de responsabilidad superior como mínimo. Me da igual lo políticamente incorrecto de lo que voy a decir ahora, pero la actual tesitura de España necesita de un rodillo como se necesitaba en la Grecia clásica con la figura del tirano –paradojas de la historia-. “Tirano”; término peyorativo hoy pero que no lo era entonces; hacía su función, arreglaba lo que podía y se largaba –muy democrático todo, oiga-. En fin, que ante triunfo inapelable, el control tiene que ser, necesariamente, riguroso. Digo esto porque gracias a las plataformas digitales de televisión, a las redes sociales y demás inventos de esta era informática el Partido Popular ha llegado a donde ha llegado ayer; al poder omnímodo que necesita España ahora. Lo que se le exige al gobierno ahora es responsabilidad infinita y a los medios de comunicación igual responsabilidad informativa a la hora de censurar lo censurable y alabar los logros que se puedan ir produciendo pero nunca sectarismo extremo como sucedía en la época de Polanco. Una de las exigencias que se le debe hacer a este nuevo ejecutivo es la reforma de la Ley Electoral, y no para ilegalizar a ningún partido, sino para neutralizarlo y hacer que las cosas sean coherentes con el ciudadano que se levanta un domingo lluvioso a votar. ¿Por qué mi voto vale menos que el de un abertxale? ¿Hay que intimidar al Estado para poder sentar el culo en el Congreso?. La respuesta es clara; no debe ser así de ninguna de las maneras. De acuerdo con el hecho de que los de Amaiour han obtenido casi trescientos mil votos –no pueden silenciarse tantas almas, en el caso de que en esos cuerpos exista ese ente- pero lo que no puede es premiarse la locura; el vicio de pedir. De acuerdo también con su “lógica” pretensión separatista, pero vaya, que se vengan a Madrid a pedir sus locuras, se voten y se vuelvan a subir a sus caseríos a lamerse las heridas. Pero no que su voto valga más que el mío. No es justo, no es democrático. Y ya vale decir que en democracia vale todo, porque no.
El caso es que nos vienen tiempos muy difíciles y hay que aplaudir al que le haya echado huevos al asunto y haya dado un paso al frente porque si no le salen bien las cosas, su defunción política tiene un día concreto marcado; las próximas elecciones de lo que sea.
Con
respecto a los del revolcón, siempre pensaré que el marketing de la izquierda
española ha funcionado realmente bien –hasta ayer, claro- y que es una lástima
que el principal partido de la oposición, sea cual sea, se vea en el estado tan
lamentable que se encuentran los de la rosa y el puño cerrado. Menos cerrar el
puño y más tender la mano, señores. Los años treinta del siglo veinte hace
ochenta que pasaron y es hora de cambiar el discurso, de darse cuenta de que el
ciudadano ya no es un sujeto analfabeto que tiene que rebelarse contra lo que
el aparato le diga sin rechistar. Más bien las bases del PSOE deberían
rebelarse contra la oligarquía del mismo PSOE y mandar a su casa al noventa por
ciento de dicho aparato. No señores, no. El pueblo lee, ve y entiende, y lo que
entiende es que la doble moral es un engaño como la copa de un pino. Tener una
oligarquía que se lo lleva calentito y mandar a las bases a guerrear con el
fantasma de la guerra civil está muy trillado y está muy feo mientras que dos
supuestos “corrutos” ofrecen los resultados electorales con una sonrisa
contenido. Lo que no sé es cómo las bases se prestan a eso ¿Qué les prometen si
predican ese tipo de mensaje crispante? ¿Se lo cuento o son lo suficientemente
vivos para saberlo? Es por eso por lo que al principal partido de la oposición
le hace falta una regeneración brutal y un marketing distinto, radicalmente
distinto. Las corbatas no son síntoma de nada, sólo una forma de vestir, al
igual que los pelos largos; no denotan nada, porque lo real está debajo de ese
pelo y tras el traje que lleves. Ya no hay derecha entre los olivares y no
debería haber izquierda con escopetas lilbertarias apuntando y disparando a
donde me diga el comisario. Oigan, que estamos en el siglo veintiuno, por
favor. Creo que ha llegado la hora de dar otro paso en esta eterna transición;
esta vez hacia la meritocracia.