Españoladas versus Americanadas
Supongo que esta Columna se va a publicar el Martes día
2, o de los Difuntos. Pero lo cierto es que llevamos ya casi una semana
asistiendo a esta especie de pantomima copiada de los americanos, llamada
Haloween. Y es que, aquellos que nos envidian por nuestras costumbres, la
siesta, la alegría, los Sanfermines, la comida, etc, nos han exportado esta
ridícula costumbre de vestirse de momias, zombis y demás bichos asquerosos,
sobre todo los niños, que van de puerta en puerta con aquella famosa frase de
“truco o trato”. Esta americanada, los niños españoles la adoptan dotándola de
señas de identidad propia. Eso de truco o trato no parecen entender muy bien de
que va. De tal manera que, tras golpear la puerta a la que han llamado
insistentemente, porque hay que reconocer que los niños españoles son bastante
cabezotas, tras abrirles te encuentras con dos o tres enanos vestidos de
“marimantas” que te dicen: “o me das algo o te asusto”. ¿Qué sucede…?. Pues que
los adultos españoles no tenemos esa costumbre tan americana de almacenar en
casa cajas de caramelos y otras chucherías y, cuando se lo dices a los chicos,
siempre el mas “jeta” y espabilado te contesta…”pues danos un euro”. Y aquí hay
dos maneras de actuar: o se lo das, si lo llevas a mano, o no, y les das con la
puerta en las narices. La segunda opción la desaconsejo.
Eran como las 9 de la noche del Lunes 31. De todos los
españoles es conocido que, el principal beneficio de los apretones consiste en sentarse
en el trono y descargar contaminantes mientras miras al techo, que se hace más
fuerza, y piensas en lo divino y lo humano. Te sientes el rey de la creación y
es muy español esto de pensar y soñar mientras se hace una guarrería.
Concentrado como estaba en la labor, pegan a la puerta y lo hacen con furia e
insistencia. Pues nada, te desconcentras a la mitad de la faena, te limpias y
sales con comprensible cara de estreñido. Como cada año que pasa, los chicos
evolucionan más, este año ya directamente te piden 5 euros. Ya se sabe…aquello
de la inflación y el euribor. Dadas las circunstancias, los mandas al carajo y
cierras para volver al trono a completar la faena de orejas, rabo y vuelta al
ruedo, eso que no estabas “concentrao”. Y cuando más tarde sales a dar una
vuelta, te encuentras que te han pintado la fachada con la frase…:”aquí vive un
asqueroso”. Genial lo de los inventos americanos en su versión española. Menos
mal que lo hacen con sprays de los chinos que se quitan con agua. Por si acaso,
he puesto en cartón y con rotulador, un cartel en la puerta que dice…: “si vas
a llamar, asegúrate que no estoy cagando porque si es así, saldré y te cortaré
el pescuezo”. Y funciona. No han vuelto a molestarme. Eso si, también con
rotulador y debajo de mi mensaje me han escrito…”aquí vive un fantasma cagón”.
Quien más quien menos, hemos visto muchas películas
americanas sobre Haloween. Dicen que en U.S.A. es así como se recuerda a los
muertos, que nunca he tenido yo muy claro que tienen que ver los muertos con
pegarse esos entripados de caramelos y guarrerías varias cuya única ventaja
consiste en fomentar la aparición de caries hasta el punto que creo que, la
mejor forma de anunciar el Haloween, bien podría ser la foto de un dentista.
Aquí somos de otra manera. Vamos a los cementerios,
limpiamos las lápidas, nos ponemos muy serios ante las tumbas de nuestros
ancestros tras cambiar las flores de plástico por otras de tela y satisfechos
del deber cumplido, nos vamos a tomar unas cervezas. Muy modosito todo…salvo
los gitanos. ¡¡¡Que barbaridad…!!!.
El día 1, voy a cumplir con mis muertos y, muy cerca de
una de mis tumbas me encuentro otra, grande, hermosa, ocupando tres nichos de
la parte baja con una lápida enorme bajo la cual se ha plantado un macetero con
flores frescas sobre tierra. A ambos lados de la tumba hay dos figuras de
tamaño natural, en bronce. La masculina se adorna del cuello y hasta el pecho,
de un pedazo de medallón grande como un paraguas abierto. La femenina lleva
incluso, zarcillos de piedras a modo de pendientes. Y ambas son la copia exacta
de las caras que figuran en una foto de la pareja difunta, encastrada sobre la
lápida. Desde luego esas figuras no las ha hecho un fontanero con parkinson,
eso lo ha hecho un auténtico artista. Junto al mausoleo, un par de docenas de
familiares, armados de guitarras y cajas. Primero una bulería, luego una soleá
y para acabar, la zambra. Todo Dios cantando y bailando alrededor de la tumba
mientras la mitad de visitantes, incluida una pareja de la Policía Municipal,
les montamos el corro para disfrutar del espectáculo. Y en el centro del corro,
sobre una estrébede, una delirante barbacoa, con su bombona y su plancha,
cocinando todo tipo de pancetas, chorizos y morcillas. ¿No será esto mucho más
español que el que los niños, vestidos de “raro”, te llamen a la puerta en el
momento más inoportuno?. Esta gente si que se lo sabe montar.
“Toer mundo e güeno, payo” me dijo uno, que parecía
el Capataz de la Compañía, mientras me ofrecía una lata de cerveza sacada de un
arcón con su propio generador de gasoil. “Vamos a echarla, primo. Ustedes si
que sabéis vivir y morir”, le contesté convencido de lo que decía. “Son mis
padres, mire usté. Este año, no han podio venir los de Barcelona. Otros años,
aquí no se cabía”. ¿Se imaginan ustedes algo así en un cementerio americano…?. Primero
la grúa se les lleva la “fregoneta” y luego…¡¡¡los meten en la cárcel, seguro!!!.
O no, porque los americanos son tan gilipollas e incultos para todo que, en
cuanto les vean con los sombreros y los cayados, se creerían que iban
disfrazados de rumanos.
Supongo que esta Columna se va a publicar el Martes día 2, o de los Difuntos. Pero lo cierto es que llevamos ya casi una semana asistiendo a esta especie de pantomima copiada de los americanos, llamada Haloween. Y es que, aquellos que nos envidian por nuestras costumbres, la siesta, la alegría, los Sanfermines, la comida, etc, nos han exportado esta ridícula costumbre de vestirse de momias, zombis y demás bichos asquerosos, sobre todo los niños, que van de puerta en puerta con aquella famosa frase de “truco o trato”. Esta americanada, los niños españoles la adoptan dotándola de señas de identidad propia. Eso de truco o trato no parecen entender muy bien de que va. De tal manera que, tras golpear la puerta a la que han llamado insistentemente, porque hay que reconocer que los niños españoles son bastante cabezotas, tras abrirles te encuentras con dos o tres enanos vestidos de “marimantas” que te dicen: “o me das algo o te asusto”. ¿Qué sucede…?. Pues que los adultos españoles no tenemos esa costumbre tan americana de almacenar en casa cajas de caramelos y otras chucherías y, cuando se lo dices a los chicos, siempre el mas “jeta” y espabilado te contesta…”pues danos un euro”. Y aquí hay dos maneras de actuar: o se lo das, si lo llevas a mano, o no, y les das con la puerta en las narices. La segunda opción la desaconsejo.
Eran como las 9 de la noche del Lunes 31. De todos los españoles es conocido que, el principal beneficio de los apretones consiste en sentarse en el trono y descargar contaminantes mientras miras al techo, que se hace más fuerza, y piensas en lo divino y lo humano. Te sientes el rey de la creación y es muy español esto de pensar y soñar mientras se hace una guarrería. Concentrado como estaba en la labor, pegan a la puerta y lo hacen con furia e insistencia. Pues nada, te desconcentras a la mitad de la faena, te limpias y sales con comprensible cara de estreñido. Como cada año que pasa, los chicos evolucionan más, este año ya directamente te piden 5 euros. Ya se sabe…aquello de la inflación y el euribor. Dadas las circunstancias, los mandas al carajo y cierras para volver al trono a completar la faena de orejas, rabo y vuelta al ruedo, eso que no estabas “concentrao”. Y cuando más tarde sales a dar una vuelta, te encuentras que te han pintado la fachada con la frase…:”aquí vive un asqueroso”. Genial lo de los inventos americanos en su versión española. Menos mal que lo hacen con sprays de los chinos que se quitan con agua. Por si acaso, he puesto en cartón y con rotulador, un cartel en la puerta que dice…: “si vas a llamar, asegúrate que no estoy cagando porque si es así, saldré y te cortaré el pescuezo”. Y funciona. No han vuelto a molestarme. Eso si, también con rotulador y debajo de mi mensaje me han escrito…”aquí vive un fantasma cagón”.
Quien más quien menos, hemos visto muchas películas americanas sobre Haloween. Dicen que en U.S.A. es así como se recuerda a los muertos, que nunca he tenido yo muy claro que tienen que ver los muertos con pegarse esos entripados de caramelos y guarrerías varias cuya única ventaja consiste en fomentar la aparición de caries hasta el punto que creo que, la mejor forma de anunciar el Haloween, bien podría ser la foto de un dentista.
Aquí somos de otra manera. Vamos a los cementerios, limpiamos las lápidas, nos ponemos muy serios ante las tumbas de nuestros ancestros tras cambiar las flores de plástico por otras de tela y satisfechos del deber cumplido, nos vamos a tomar unas cervezas. Muy modosito todo…salvo los gitanos. ¡¡¡Que barbaridad…!!!.
El día 1, voy a cumplir con mis muertos y, muy cerca de una de mis tumbas me encuentro otra, grande, hermosa, ocupando tres nichos de la parte baja con una lápida enorme bajo la cual se ha plantado un macetero con flores frescas sobre tierra. A ambos lados de la tumba hay dos figuras de tamaño natural, en bronce. La masculina se adorna del cuello y hasta el pecho, de un pedazo de medallón grande como un paraguas abierto. La femenina lleva incluso, zarcillos de piedras a modo de pendientes. Y ambas son la copia exacta de las caras que figuran en una foto de la pareja difunta, encastrada sobre la lápida. Desde luego esas figuras no las ha hecho un fontanero con parkinson, eso lo ha hecho un auténtico artista. Junto al mausoleo, un par de docenas de familiares, armados de guitarras y cajas. Primero una bulería, luego una soleá y para acabar, la zambra. Todo Dios cantando y bailando alrededor de la tumba mientras la mitad de visitantes, incluida una pareja de la Policía Municipal, les montamos el corro para disfrutar del espectáculo. Y en el centro del corro, sobre una estrébede, una delirante barbacoa, con su bombona y su plancha, cocinando todo tipo de pancetas, chorizos y morcillas. ¿No será esto mucho más español que el que los niños, vestidos de “raro”, te llamen a la puerta en el momento más inoportuno?. Esta gente si que se lo sabe montar.
“Toer mundo e güeno, payo” me dijo uno, que parecía el Capataz de la Compañía, mientras me ofrecía una lata de cerveza sacada de un arcón con su propio generador de gasoil. “Vamos a echarla, primo. Ustedes si que sabéis vivir y morir”, le contesté convencido de lo que decía. “Son mis padres, mire usté. Este año, no han podio venir los de Barcelona. Otros años, aquí no se cabía”. ¿Se imaginan ustedes algo así en un cementerio americano…?. Primero la grúa se les lleva la “fregoneta” y luego…¡¡¡los meten en la cárcel, seguro!!!. O no, porque los americanos son tan gilipollas e incultos para todo que, en cuanto les vean con los sombreros y los cayados, se creerían que iban disfrazados de rumanos.