La muerte a cualquier precio
Las imágenes de la muerte de Gadaffi difundidas con
explicaciones difícilmente creíbles, además de los detalles de su
fallecimiento, han provocado una serie de reacciones sobre un comportamiento
lamentable, horrible y con unas consecuencias que vienen a demostrar el
carácter violento de los humanos. Estas cosas no pasan en el mundo animal salvo
que, los carniceros matan y lo hacen, o bien para comer, o para defender su
territorio.
Resulta que los dictadores son capaces de masacrar a toda
una población en la presunta defensa de sus privilegios como sátrapas. Y cuando
una ola de venganza se apodera del pueblo llano que contesta con la misma
“eficacia”, nos rasgamos las vestiduras. Me parece una muestra de hipocresía.
Vamos a intentar poner cada cosa en su sitio…:
En el mundo actual, la información y las tecnologías se
nos cuelan en casa sin pedir permiso. Ciertas cosas deberían de regularse por
la vía de que sean los mismos informadores los que midan el efecto de ciertos
apoyos de imagen para comentar esta o aquella noticia y las reacciones que van
a provocar. Es decir, bastante tenemos ya con sentarnos a la mesa a comer en
familia para tener que estar escuchando y viendo ciertos desagradables detalles
de las miserias humanas. Yo recuerdo cuando éramos más pequeños y empezaba la
televisión. Mi padre, cuando nos sentábamos a la mesa, ordenaba que se apagara
la televisión y estoy hablando de finales de los años 60. Ciertos detalles como
estos, marcan el carácter.
Si bien es cierto que el Periodista tiene la obligación
de informar (los medios informativos se llaman informativos por algo), lo que
no tengo yo tan claro es que sea necesario acudir a toda clase de desagradables
imágenes para informar. Tampoco me parece necesario repetir hasta la saciedad
los detalles más violentos de la cuestión de la que se informa. Pues bien, esto
es lo que ha pasado y está pasando con respecto a la muerte de Gadaffi. En esa
especie de Olimpiada informativa de “haber quien la tiene más larga”, los
medios informativos no se cortan un pelo en buscar y, en algunos casos, pagar
mucho dinero por las imágenes más violentas y sangrientas del suceso. Lo que al
final consiguen es que la gente se tire de los pelos y no entendamos muy bien a
que viene tanta sangre y horror.
La muerte de Gadaffi en los términos en que se ha
producido solo se explica por razones puramente culturales, por mucho que la
OTAN y la ONU se empeñen en lo contrario. Las doctrinas Islámica y Cristiana
tienen muchos preceptos en común. Uno de ellos es la traslación de la Ley del
Talión del “ojo por ojo” con la famosa frase de “quien a hierro mata, a hierro
muere”. Pues bien, teniendo muy claro como tengo, que la muerte de Gadaffi ha
sido una ejecución sumaria y en directo, la explicación pasa porque estamos
hablando de un sátrapa sanguinario al que no le ha importado ordenar la muerte
de miles de sus ciudadanos para mantenerse en el poder y, los ciudadanos, en
cuanto le han echado mano, se han vengado. Es evidente que hubiera sido
conveniente explicarle al espectador como se vive el día a día en Libia. Este
País del norte de África se constituye en tribus y cada una de ellas, es
independiente de las demás. Había una especie de Monarquía que los intentaba
mantener unidos pero la verdad es que cada uno iba “a su bola”. Gadaffi da un
Golpe de Estado y se hace el dueño de una tierra con muchos recursos en
Petróleo. Libia es un País rico en materias primas, donde solo unos pocos nadan
en la abundancia mientras el resto se comen las moscas. Por lo tanto, desde un
principio, los ciudadanos disponían de todas las razones imaginables para
acabar con el Dictador.
Resulta que, al final, el comportamiento humano no dista
demasiado del de los animales cazadores y carroñeros. Unos matan para
sobrevivir y los otros se conforman con las sobras. En el caso de Libia, como
País musulmán, sus formas de vida y los preceptos religiosos son los que
priman, convirtiendo su actual existencia en el mismo modelo con el que, en la
sociedad occidental, vivíamos hace 500 años. El simple robo de una gallina para
alimentar a una familia se castiga con al muerte o, como poco, con la
amputación de la mano derecha. Así lo predica el Corán y así se aplica en esas
sociedades. Mientras no se entienda esto, no se van a entender nunca las
razones del porque Gadaffi muere de la forma en que lo hace.
Quede claro que mi explicación no debe entenderse como
que yo esté de acuerdo con las formas. Estoy trasladando al lector mis pocos
conocimientos sobre la vida de los pueblos islámicos. Si nosotros, los
accidentales, no entendemos ni aprobamos la pena de muerte porque nuestros
preceptos la rechazan, los islamistas la predican como venganza y forma parte
de sus costumbres, de su manera de entender la vida y de las Leyes Islámicas
que así lo predican. En ese contexto, aprovechando la confusión del momento en
que se detiene al Dictador, alguien ha querido tener su minuto de gloria y le
ha descerrajado un tiro en la sien. Pues resulta que, por mucho que nos
impresione y nos echemos las manos a la cabeza, el autor, para los islamistas,
es un héroe. Exactamente igual que los que se inmolan con una bomba en el pecho
o que estrellan aviones contra los símbolos de poder occidental. Que no le
quede duda a nadie que, igual que cuando en una cárcel americana se mata a un
convicto con una inyección letal, el sentimiento general es de que se ha hecho
justicia, el hecho de que alguien haya linchado de esta forma a un Dictador, que
no deja de pertenecer a la raza humana, para ellos es la manera tradicional de
hacer justicia. Así de duro pero así de claro.
Somos los occidentales los que nos convertimos en
culpables cuando hemos armado a este tipo de dictadores hasta los dientes y
luego, cuando hay que eliminarlos, nos dejamos llevar por la hipocresía y se
nos hace desagradable, porque, desagradable, es y mucho. Si Libia fuera un País
sin petróleo ni materias primas, nos importaría un pimiento lo que ocurriera,
allá ellos, diríamos. Pero claro, tocar aquello que produce lo que nos permite
coger el coche hasta para ir a mear, nos asusta. Siendo una barbaridad lo que
ha sucedido, ya está bien de hipocresías. Nosotros, los accidentales, somos en
parte culpables de este lamentable hecho. Lamentable desde el punto de vista de
las imágenes cruentas. En el caso de Bin Laden, como no lo vimos, nos pareció
ejemplar. Es lo que tiene la información, que nos creemos que en todo el mundo
se vive igual y eso no es así.
¿Con la cantidad de gente que anualmente matan los
americanos, vamos a pedir explicaciones ahora…?. Miren ustedes como cuando se
mata a un preso con una inyección letal, no hay cámaras de por medio. Es la
prueba más evidente de que sentimos vergüenza. A los islamistas les da igual…,
aplican la Sharía y listo.
Las imágenes de la muerte de Gadaffi difundidas con explicaciones difícilmente creíbles, además de los detalles de su fallecimiento, han provocado una serie de reacciones sobre un comportamiento lamentable, horrible y con unas consecuencias que vienen a demostrar el carácter violento de los humanos. Estas cosas no pasan en el mundo animal salvo que, los carniceros matan y lo hacen, o bien para comer, o para defender su territorio.
Resulta que los dictadores son capaces de masacrar a toda una población en la presunta defensa de sus privilegios como sátrapas. Y cuando una ola de venganza se apodera del pueblo llano que contesta con la misma “eficacia”, nos rasgamos las vestiduras. Me parece una muestra de hipocresía. Vamos a intentar poner cada cosa en su sitio…:
En el mundo actual, la información y las tecnologías se nos cuelan en casa sin pedir permiso. Ciertas cosas deberían de regularse por la vía de que sean los mismos informadores los que midan el efecto de ciertos apoyos de imagen para comentar esta o aquella noticia y las reacciones que van a provocar. Es decir, bastante tenemos ya con sentarnos a la mesa a comer en familia para tener que estar escuchando y viendo ciertos desagradables detalles de las miserias humanas. Yo recuerdo cuando éramos más pequeños y empezaba la televisión. Mi padre, cuando nos sentábamos a la mesa, ordenaba que se apagara la televisión y estoy hablando de finales de los años 60. Ciertos detalles como estos, marcan el carácter.
Si bien es cierto que el Periodista tiene la obligación de informar (los medios informativos se llaman informativos por algo), lo que no tengo yo tan claro es que sea necesario acudir a toda clase de desagradables imágenes para informar. Tampoco me parece necesario repetir hasta la saciedad los detalles más violentos de la cuestión de la que se informa. Pues bien, esto es lo que ha pasado y está pasando con respecto a la muerte de Gadaffi. En esa especie de Olimpiada informativa de “haber quien la tiene más larga”, los medios informativos no se cortan un pelo en buscar y, en algunos casos, pagar mucho dinero por las imágenes más violentas y sangrientas del suceso. Lo que al final consiguen es que la gente se tire de los pelos y no entendamos muy bien a que viene tanta sangre y horror.
La muerte de Gadaffi en los términos en que se ha producido solo se explica por razones puramente culturales, por mucho que la OTAN y la ONU se empeñen en lo contrario. Las doctrinas Islámica y Cristiana tienen muchos preceptos en común. Uno de ellos es la traslación de la Ley del Talión del “ojo por ojo” con la famosa frase de “quien a hierro mata, a hierro muere”. Pues bien, teniendo muy claro como tengo, que la muerte de Gadaffi ha sido una ejecución sumaria y en directo, la explicación pasa porque estamos hablando de un sátrapa sanguinario al que no le ha importado ordenar la muerte de miles de sus ciudadanos para mantenerse en el poder y, los ciudadanos, en cuanto le han echado mano, se han vengado. Es evidente que hubiera sido conveniente explicarle al espectador como se vive el día a día en Libia. Este País del norte de África se constituye en tribus y cada una de ellas, es independiente de las demás. Había una especie de Monarquía que los intentaba mantener unidos pero la verdad es que cada uno iba “a su bola”. Gadaffi da un Golpe de Estado y se hace el dueño de una tierra con muchos recursos en Petróleo. Libia es un País rico en materias primas, donde solo unos pocos nadan en la abundancia mientras el resto se comen las moscas. Por lo tanto, desde un principio, los ciudadanos disponían de todas las razones imaginables para acabar con el Dictador.
Resulta que, al final, el comportamiento humano no dista demasiado del de los animales cazadores y carroñeros. Unos matan para sobrevivir y los otros se conforman con las sobras. En el caso de Libia, como País musulmán, sus formas de vida y los preceptos religiosos son los que priman, convirtiendo su actual existencia en el mismo modelo con el que, en la sociedad occidental, vivíamos hace 500 años. El simple robo de una gallina para alimentar a una familia se castiga con al muerte o, como poco, con la amputación de la mano derecha. Así lo predica el Corán y así se aplica en esas sociedades. Mientras no se entienda esto, no se van a entender nunca las razones del porque Gadaffi muere de la forma en que lo hace.
Quede claro que mi explicación no debe entenderse como que yo esté de acuerdo con las formas. Estoy trasladando al lector mis pocos conocimientos sobre la vida de los pueblos islámicos. Si nosotros, los accidentales, no entendemos ni aprobamos la pena de muerte porque nuestros preceptos la rechazan, los islamistas la predican como venganza y forma parte de sus costumbres, de su manera de entender la vida y de las Leyes Islámicas que así lo predican. En ese contexto, aprovechando la confusión del momento en que se detiene al Dictador, alguien ha querido tener su minuto de gloria y le ha descerrajado un tiro en la sien. Pues resulta que, por mucho que nos impresione y nos echemos las manos a la cabeza, el autor, para los islamistas, es un héroe. Exactamente igual que los que se inmolan con una bomba en el pecho o que estrellan aviones contra los símbolos de poder occidental. Que no le quede duda a nadie que, igual que cuando en una cárcel americana se mata a un convicto con una inyección letal, el sentimiento general es de que se ha hecho justicia, el hecho de que alguien haya linchado de esta forma a un Dictador, que no deja de pertenecer a la raza humana, para ellos es la manera tradicional de hacer justicia. Así de duro pero así de claro.
Somos los occidentales los que nos convertimos en culpables cuando hemos armado a este tipo de dictadores hasta los dientes y luego, cuando hay que eliminarlos, nos dejamos llevar por la hipocresía y se nos hace desagradable, porque, desagradable, es y mucho. Si Libia fuera un País sin petróleo ni materias primas, nos importaría un pimiento lo que ocurriera, allá ellos, diríamos. Pero claro, tocar aquello que produce lo que nos permite coger el coche hasta para ir a mear, nos asusta. Siendo una barbaridad lo que ha sucedido, ya está bien de hipocresías. Nosotros, los accidentales, somos en parte culpables de este lamentable hecho. Lamentable desde el punto de vista de las imágenes cruentas. En el caso de Bin Laden, como no lo vimos, nos pareció ejemplar. Es lo que tiene la información, que nos creemos que en todo el mundo se vive igual y eso no es así.
¿Con la cantidad de gente que anualmente matan los americanos, vamos a pedir explicaciones ahora…?. Miren ustedes como cuando se mata a un preso con una inyección letal, no hay cámaras de por medio. Es la prueba más evidente de que sentimos vergüenza. A los islamistas les da igual…, aplican la Sharía y listo.