Hagamos que tener una vida digna deje de ser cuestión de suerte
No hay Navidad sin Adviento, sin un tiempo previo de gestación de lo nuevo. En Navidad, los cristianos celebramos el nacimiento del Hijo de Dios, Dios hecho carne, humanidad, pequeñez, criatura, amor. Dios, hecho esperanza.
En Navidad recuperamos algo de nuestra identidad. Volvemos a nacer junto a Jesús, junto al Dios Amor encarnado en cada ser humano. Renace en nosotros la bondad, la humanidad, la capacidad de perdonar y de amar y, con todo, la dignidad de hijos e hijas de Dios. Jesús nace y restaura la dignidad de cada persona, de cada ser humano, en cualquier momento de la Historia.
La dignidad humana que nos hace iguales ante Dios, también se nos quiebra como seres humanos cuando dejamos de reconocer la dignidad de los demás, cuando interferimos en sus derechos y en su libertad, cuando abusamos o negamos, cuando miramos hacia otro lado, posponiendo defender su derecho, su libertad y su dignidad.
Tener una vida digna, acceder a los derechos humanos, vivir en paz, con seguridad, tener un hogar, un empleo, acceder a una buena educación y a la protección de la salud, no debería ser una cuestión de suerte. No deberíamos ampararnos en la probabilidad ni en el azar para justificar tener o no tener derechos y dignidad.
Por eso en Cáritas nos proponemos celebrar una Navidad en la que vivir con dignidad sea un propósito, una opción y no una cuestión de suerte. Tenemos la oportunidad de vivir el tiempo de Adviento para tomar conciencia, para prepararnos y poder vivir unos días de Navidad y de fiesta que sean coherentes con la dignidad, la nuestra y la de todas las personas a las que acompañamos y apoyamos.
MIENTRAS HAYA PERSONAS, HAY ESPERANZA, porque en cada uno de nosotros está la posibilidad de la dignidad, de aportar un gesto, una semilla, una pequeña iniciativa de fraternidad y de solidaridad que brota de nuestra dignidad humana para contagiar esperanza a los demás.
Te invitamos a vivir una Navidad con sentido, en la que dediques tiempo a tomar conciencia, para que prepares tu casa y no solo la adornes. Plantéate cómo quieres que sea tu hogar, tu propio ser, qué quieres que los demás se encuentren y decide qué les vas a ofrecer.
MientrasHayaPersonasHayEsperanza
No hay Navidad sin Adviento, sin un tiempo previo de gestación de lo nuevo. En Navidad, los cristianos celebramos el nacimiento del Hijo de Dios, Dios hecho carne, humanidad, pequeñez, criatura, amor. Dios, hecho esperanza.
En Navidad recuperamos algo de nuestra identidad. Volvemos a nacer junto a Jesús, junto al Dios Amor encarnado en cada ser humano. Renace en nosotros la bondad, la humanidad, la capacidad de perdonar y de amar y, con todo, la dignidad de hijos e hijas de Dios. Jesús nace y restaura la dignidad de cada persona, de cada ser humano, en cualquier momento de la Historia.
La dignidad humana que nos hace iguales ante Dios, también se nos quiebra como seres humanos cuando dejamos de reconocer la dignidad de los demás, cuando interferimos en sus derechos y en su libertad, cuando abusamos o negamos, cuando miramos hacia otro lado, posponiendo defender su derecho, su libertad y su dignidad.
Tener una vida digna, acceder a los derechos humanos, vivir en paz, con seguridad, tener un hogar, un empleo, acceder a una buena educación y a la protección de la salud, no debería ser una cuestión de suerte. No deberíamos ampararnos en la probabilidad ni en el azar para justificar tener o no tener derechos y dignidad.
Por eso en Cáritas nos proponemos celebrar una Navidad en la que vivir con dignidad sea un propósito, una opción y no una cuestión de suerte. Tenemos la oportunidad de vivir el tiempo de Adviento para tomar conciencia, para prepararnos y poder vivir unos días de Navidad y de fiesta que sean coherentes con la dignidad, la nuestra y la de todas las personas a las que acompañamos y apoyamos.
MIENTRAS HAYA PERSONAS, HAY ESPERANZA, porque en cada uno de nosotros está la posibilidad de la dignidad, de aportar un gesto, una semilla, una pequeña iniciativa de fraternidad y de solidaridad que brota de nuestra dignidad humana para contagiar esperanza a los demás.
Te invitamos a vivir una Navidad con sentido, en la que dediques tiempo a tomar conciencia, para que prepares tu casa y no solo la adornes. Plantéate cómo quieres que sea tu hogar, tu propio ser, qué quieres que los demás se encuentren y decide qué les vas a ofrecer.
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