El fin de semana también cuenta para tu nutrición
Durante la semana muchas personas logran mantener una alimentación ordenada: preparamos las recetas sin pedir comida a domicilio, planifican las comidas de la semana y cuidan las porciones. Pero, llega el fin de semana y todo cambia: comidas fuera, comida a domicilio, picoteos, alcohol, postres y “me lo merezco” se convierten en la norma. Aunque disfrutar forma parte de una vida equilibrada, cuando estos excesos se repiten cada fin de semana y sin control, pueden ser contraproducentes para todos los hábitos que llevamos a cabo durante los días previos.
El problema no es disfrutar de una comida especial o relajarse en un evento social, sino perder completamente la noción de equilibrio. Comer sin hambre, beber hasta la saciedad, un postre que no nos entra…. Si mi objetivo es, por ejemplo, perder grasa corporal y, de lunes a viernes mantenemos un déficit calórico moderado y el fin de semana ese déficit se revierte con comidas copiosas y alcohol, el progreso se estanca. A nivel metabólico, dos días de exceso sin control, pueden ser un exceso enorme a comparación de cinco días de buena conducta alimentaria, generando frustración y la sensación de que “no funciona nada”, cuando en realidad el cuerpo simplemente está respondiendo al balance total de la semana.
Además, los fines de semana suelen implicar menos descanso de calidad, más alcohol, menos entrenos y movimiento, lo que afecta tanto la digestión como la regulación del apetito. Dormir poco o beber en exceso altera hormonas relacionadas con el hambre (como la leptina y la grelina), lo que puede aumentar el apetito y dificultar el control de las elecciones alimentarias al día siguiente.
Esto no significa que debamos vivir en restricción ni evitar disfrutar. La clave está en aprender a regularse: elegir momentos de disfrute sin convertirlos en un descontrol.
Podemos tomar acción con ejemplos como:
- Planificar las salidas
- No llegar a comidas fuera de casa con exceso de hambre.
- Mantener ciertas comidas equilibradas durante el día
- Aumentar la actividad física por bienestar, al igual que descansar más o entrenar, puede ayudarnos a regular nuestros pilares fundamentales.
La flexibilidad inteligente es más efectiva que la rigidez extrema o el “todo o nada”.
Recomendación final: No subestimes lo que genera el fin de semana en tu salud y objetivos. Dos días pueden marcar la diferencia entre avanzar o estancarse. Recuerda siempre disfrutar pero los buenos hábitos valen los siete días de la semana. La mejor opción siempre es acudir a un profesional de la dietética y la nutrición, para que te guíe y te ayude con tu proceso.
Durante la semana muchas personas logran mantener una alimentación ordenada: preparamos las recetas sin pedir comida a domicilio, planifican las comidas de la semana y cuidan las porciones. Pero, llega el fin de semana y todo cambia: comidas fuera, comida a domicilio, picoteos, alcohol, postres y “me lo merezco” se convierten en la norma. Aunque disfrutar forma parte de una vida equilibrada, cuando estos excesos se repiten cada fin de semana y sin control, pueden ser contraproducentes para todos los hábitos que llevamos a cabo durante los días previos.
El problema no es disfrutar de una comida especial o relajarse en un evento social, sino perder completamente la noción de equilibrio. Comer sin hambre, beber hasta la saciedad, un postre que no nos entra…. Si mi objetivo es, por ejemplo, perder grasa corporal y, de lunes a viernes mantenemos un déficit calórico moderado y el fin de semana ese déficit se revierte con comidas copiosas y alcohol, el progreso se estanca. A nivel metabólico, dos días de exceso sin control, pueden ser un exceso enorme a comparación de cinco días de buena conducta alimentaria, generando frustración y la sensación de que “no funciona nada”, cuando en realidad el cuerpo simplemente está respondiendo al balance total de la semana.
Además, los fines de semana suelen implicar menos descanso de calidad, más alcohol, menos entrenos y movimiento, lo que afecta tanto la digestión como la regulación del apetito. Dormir poco o beber en exceso altera hormonas relacionadas con el hambre (como la leptina y la grelina), lo que puede aumentar el apetito y dificultar el control de las elecciones alimentarias al día siguiente.
Esto no significa que debamos vivir en restricción ni evitar disfrutar. La clave está en aprender a regularse: elegir momentos de disfrute sin convertirlos en un descontrol.
Podemos tomar acción con ejemplos como:
- Planificar las salidas
- No llegar a comidas fuera de casa con exceso de hambre.
- Mantener ciertas comidas equilibradas durante el día
- Aumentar la actividad física por bienestar, al igual que descansar más o entrenar, puede ayudarnos a regular nuestros pilares fundamentales.
La flexibilidad inteligente es más efectiva que la rigidez extrema o el “todo o nada”.
Recomendación final: No subestimes lo que genera el fin de semana en tu salud y objetivos. Dos días pueden marcar la diferencia entre avanzar o estancarse. Recuerda siempre disfrutar pero los buenos hábitos valen los siete días de la semana. La mejor opción siempre es acudir a un profesional de la dietética y la nutrición, para que te guíe y te ayude con tu proceso.






















