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Manuel García Cienfuegos
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Del Moro al senador y diputado

Acudo este mes al semanario independiente ‘La Cotorra’ de Montijo, su administración estaba en la calle Mérida número 42, domicilio del fervoroso republicano Juan Antonio Codes Rodríguez. El número 12 de este semanario, 31 de marzo de 1895, en la sección ‘nuestras calles’ se informaba sobre la nueva calle Senador Piñero de la que se decía que era de construcción reciente. En la sesión del 4/VIII/1889, siendo alcalde Hipólito Gragera García y secretario Remigio Fernández y Fernández, la Corporación Municipal acordó que terminado casi por completo, como lo está el trozo de calle recientemente construida al extremo sur de la población, en el lugar del Charco del Moro, el Consistorio Municipal debería acordar rotularla, y que se exigiese a los dueños de las casas les pongan cada uno a la suya respectiva, el número que por orden correlativo le corresponda, puesto que con esa condición se vendieron los solares, fijando en tal caso el nombre que haya de ponérsele.

Abierta discusión sobre el particular, y en vista que los nombres que generalmente y con predilección se viene usando para la rotulación de las calles, y siendo don Cipriano Piñero Salguero, senador del reino, el que por su posición, relevantes pruebas de hidalguía y fraternal cariño a su pueblo natal, preste y haya prestado mejores servicios a esta población, el Ayuntamiento, interpretando fielmente el sentimiento de gratitud de sus administrados, de unánime parecer acuerda; que la calle recientemente construida al extremo sur de esta villa y sitio conocido hasta ahora por el Charco del Moro, se rotule con la denominación de calle Senador Piñero.

Aclara el redactor de La Cotorra: “La gente le ha dado siempre a esta calle el nombre del Moro, pues se ha edificado sobre un extenso charco que así se conocía. Pronto va a transcurrir seis años y todavía no se ha cumplido ninguno de los acuerdos que se hace referencia. No se ha enumerado, rotulado ni blanqueado. Pero no hay que apurarse, otras tienen muchos más años de vida, y se encuentran en el mismo caso. ¡Cumplen tan bien nuestras autoridades! Ya verán ustedes como dentro de algunos lustros están lo mismo”. Dos años después de la información publicada en La Cotorra, en sesión extraordinaria celebrada por el Pleno Municipal, 24/VI/1897, siendo alcalde el liberal Francisco Alonso Llinas, se dio cuenta del fallo del pleito contra la ciudad de Mérida, pues el Tribunal Supremo sentenció a favor de Montijo, recurriendo la ciudad de Mérida.

Pleito que había defendido el abogado don Antonio Maura, que fue presidente del Consejo de Ministros, al que se declaró hijo adoptivo de Montijo, acordándose cambiar la calle que llevaba el nombre de Coso por el de Antonio Maura. El engorroso pleito que venía desde mediados del s. XVI por el aprovechamiento común de los bienes baldíos no quedaría resuelto hasta la II República, cediendo Mérida a Montijo 7.842 hectáreas de su término. Pues reconociéndose también los méritos que en la última etapa del proceso había llevado a cabo el montijano Alonso Rodríguez Bautista, diputado provincial desde 1871 hasta 1884 por el partido conservador; la calle del Moro recibió el nombre de Alonso Rodríguez Bautista, mientras que Senador Piñero reemplazaba a la de Arcos, antigua de los Portales, que contaban las crónicas de ser larga como un día sin pan y podían hacerse de ella dos: una, la parte que se llama padre Agustín, y la otra el resto. La Cotorra afirmaba, a mediados de junio de 1895, sobre Alonso Rodríguez Bautista: “jamás pasó por su mente la idea del medro personal; por el contario, su constante afán por complacer a cuantos solicitaban de él protección, le llevó hasta sacrificar en no pequeña parte la modesta fortuna que tenía”. Sobre esta apreciación deberían reflexionar los que ahora realizan el suculento ejercicio de la mamandurria de la gutibamba, como ironizaba el Bachiller Cantaclaro.

 

 

 

 

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