Miércoles, 10 de Septiembre de 2025

Actualizada Miércoles, 10 de Septiembre de 2025 a las 13:27:07 horas

Lucas Navareño
Miércoles, 10 de Septiembre de 2025 Actualizada Miércoles, 10 de Septiembre de 2025 a las 13:18:41 horas

La “revuelta” de vacaciones

Uff!, cuando aún no hemos terminado de digerir los incendios que han calcinado algunas de las mejores comarcas extremeñas (y lo digo con conocimiento) hay un colectivo tratado injustamente que va a hacer su vuelta y al que se le viene su particular incendio. 
Septiembre es el mes en el que la noche va ganando terreno al día, la temperatura se suaviza y reaparecen en nuestras vidas (las de los que nos dedicamos a la educación) los alumnos, los padres, y, sobre todo, los temidos grupos de wasaps de los colectivos que he mencionado antes.
Es cierto que estando al otro lado de la administración educativa se ve la batalla de otra manera, pero, aunque en mi caso haya pasado un tiempo y ahora las visitas al aula son esporádicas, tengo recuerdos y sobre todo conciencia del trato injusto con el que despiden en julio (muchas personas piensan que los profesores desaparecen del centro a la par que sus hijos, pero lo cierto es que, hasta julio, en el centro no se cierra el año escolar y se comienza a planificar el siguiente. Y, en septiembre, otro tanto de lo mismo. 
Desde el día 1 tienen pico y pala aguardando en el cole para gestionar donde irá el alumnado, que actividades se van a desarrollar a lo largo del año y las   tareas convenientes para la marcha del curso.
Y es que, son muchas las opiniones distintas con las que consideramos a nuestros docentes. Pero, la que está fuera de toda duda es que, gracias a ellos leemos, dividimos y si nos ha ido bien, nos enseñan a diferenciar la mitosis de la meiosis.
Para algunos, el maestro es una figura sagrada, un rabino, un guía espiritual con paciencia infinita, vocación y amor al conocimiento (es verdad, algún díscolo también hay). Un héroe que no cobra en función a su logro. También están los pendientes de los horarios y las vacaciones, que olvidan el tiempo dedicado a preparar clases, corregir exámenes, o discutir con los compañeros en el claustro con más sintonía que la de la comunidad de vecinos. 
Existe la visión crítica que ve cómo la autoridad del maestro ha quedado diluida y opina que un adolescente con móvil e IA tiene más conocimiento que el profesor con su pizarra (digital por supuesto). Y está la versión del día a día. Aquella que define a un malabarista que, entre exámenes, reuniones, informes, alumnos preguntando lo que entra en el examen y padres informando del trato a su hijo, lo relacionan con los “influencer”, con menos seguidores y más “haters” dando tralla cuando toman vacaciones. En fin, a todo el colectivo, ¡feliz vuelta al cole! 
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