Campaña del oro rojo
Sin tregua ni respiro cruje el sol de agosto. El mes de las canículas. El agua de las acequias busca los bancales y los surcos. Acude al encuentro con maizales y tomatales. Sembrar, nacer, crecer, madurar, cosechar y transformar. Del verde al amarillo y luego rojo. Las Vegas Bajas, en agosto, son las playas de este oro rojo que se desangra en los surcos y en las tolvas. ¡Bendito seas tomate, oro rojo! A finales de junio de 1953, la Dirección General del Ministerio de Industria, autorizaba al industrial emeritense Felipe Corchero, instalar en Montijo una fábrica de conservas vegetales. La nueva factoría tenía, en 1957, una capacidad para elaborar cien mil kilos de pimientos en una jornada normal de trabajo, con cuatro equipos de máquinas descorazonadoras y peladoras. Línea para elaboración de tomate pelado, fabricación de mermeladas y concentrado de tomate. En aquel año el tomate concentrado era algo novedoso en el mercado nacional. Dos años después era el entonces príncipe Juan Carlos de Borbón, el que visitaba la fábrica, acompañado, entre otras autoridades, por el gobernador civil de Badajoz, Francisco Gerona de la Figuera.
En 1960, la empresa tenía una capacidad productiva, en fresco, de ocho mil toneladas de pimientos y diez mil toneladas de tomates; mientras que las exportaciones realizadas por esta firma desde el inicio de sus actividades se evaluaban, según la cotización de la moneda, en 106.066.300 pesetas. Sin embargo, dificultades financieras llevaron a la firma a solicitar del INI (Instituto Nacional de Industria) su colaboración técnica y económica. Industrias Vegetales Corchero, S.A. (INVECOSA) se constituyó como sociedad en 1961, interviniendo en su constitución Juan Antonio Suanzes Fernández, como presidente del INI, y Felipe Corchero Jiménez, como propietario de la factoría de Montijo que servía de base a la nueva sociedad.
La nueva empresa fue dotada con un capital social de cien millones de pesetas. El INI desembolsó el 87% del valor nominal (57.420.000 pesetas), equivalente a 66.000 acciones y Corchero adquirió 34.000 acciones, para lo que desembolsó el 87% de su valor nominal (29.580.000 pesetas), aportando el activo inmovilizado de su negocio. Para valorar la rentabilidad de la inversión del INI, se partió de las capacidades de producción estimadas para las nuevas instalaciones previstas, considerándolas en pleno rendimiento. La producción prevista a los precios de coste de ese momento se evaluó en 115.598.000 pesetas y, el precio de venta, calculado también a los precios de mercado de ese momento, se cifró en 173.449.000 pesetas. A los gastos de producción se le sumaron otros, quedando un beneficio de más de 14 millones de pesetas, lo que suponía una rentabilidad en relación con el capital social del 14,44%.
INVECOSA se convirtió en la principal empresa del sector. En 1966 el INI se hizo con el control total al cederle Felipe Corchero, socio minoritario, su participación, pasando la empresa a denominarse Industrias Vegetales y Conserveras S.A. La nueva empresa se dedicó a la industrialización del tomate, incrementando fuertemente en tanto su capacidad de tratamiento como la producción, que de 1965 a 1975 se cuadriplicó en ambos casos, destacando especialmente la producción de concentrado de tomate, de la que la empresa representaba en torno al 20% del total nacional. Con posterioridad el INI realizó una concentración para lograr mayores economías de escala, surgiendo IFESA, luego FRIGSA, dando paso a Carnes y Conservas Españolas (CARCESA) con fábricas en Montijo, Mérida y Don Benito. Luego se integró en el grupo Tabacalera, después Royal Brands con Nabisco, United Biscuits, Kraft Foods, Nueva Rumasa y ahora Carnes y Vegetales, con peso en el mercado del sector alimentario por sus marcas Apis y Fruco.
Sin tregua ni respiro cruje el sol de agosto. El mes de las canículas. El agua de las acequias busca los bancales y los surcos. Acude al encuentro con maizales y tomatales. Sembrar, nacer, crecer, madurar, cosechar y transformar. Del verde al amarillo y luego rojo. Las Vegas Bajas, en agosto, son las playas de este oro rojo que se desangra en los surcos y en las tolvas. ¡Bendito seas tomate, oro rojo! A finales de junio de 1953, la Dirección General del Ministerio de Industria, autorizaba al industrial emeritense Felipe Corchero, instalar en Montijo una fábrica de conservas vegetales. La nueva factoría tenía, en 1957, una capacidad para elaborar cien mil kilos de pimientos en una jornada normal de trabajo, con cuatro equipos de máquinas descorazonadoras y peladoras. Línea para elaboración de tomate pelado, fabricación de mermeladas y concentrado de tomate. En aquel año el tomate concentrado era algo novedoso en el mercado nacional. Dos años después era el entonces príncipe Juan Carlos de Borbón, el que visitaba la fábrica, acompañado, entre otras autoridades, por el gobernador civil de Badajoz, Francisco Gerona de la Figuera.
En 1960, la empresa tenía una capacidad productiva, en fresco, de ocho mil toneladas de pimientos y diez mil toneladas de tomates; mientras que las exportaciones realizadas por esta firma desde el inicio de sus actividades se evaluaban, según la cotización de la moneda, en 106.066.300 pesetas. Sin embargo, dificultades financieras llevaron a la firma a solicitar del INI (Instituto Nacional de Industria) su colaboración técnica y económica. Industrias Vegetales Corchero, S.A. (INVECOSA) se constituyó como sociedad en 1961, interviniendo en su constitución Juan Antonio Suanzes Fernández, como presidente del INI, y Felipe Corchero Jiménez, como propietario de la factoría de Montijo que servía de base a la nueva sociedad.
La nueva empresa fue dotada con un capital social de cien millones de pesetas. El INI desembolsó el 87% del valor nominal (57.420.000 pesetas), equivalente a 66.000 acciones y Corchero adquirió 34.000 acciones, para lo que desembolsó el 87% de su valor nominal (29.580.000 pesetas), aportando el activo inmovilizado de su negocio. Para valorar la rentabilidad de la inversión del INI, se partió de las capacidades de producción estimadas para las nuevas instalaciones previstas, considerándolas en pleno rendimiento. La producción prevista a los precios de coste de ese momento se evaluó en 115.598.000 pesetas y, el precio de venta, calculado también a los precios de mercado de ese momento, se cifró en 173.449.000 pesetas. A los gastos de producción se le sumaron otros, quedando un beneficio de más de 14 millones de pesetas, lo que suponía una rentabilidad en relación con el capital social del 14,44%.
INVECOSA se convirtió en la principal empresa del sector. En 1966 el INI se hizo con el control total al cederle Felipe Corchero, socio minoritario, su participación, pasando la empresa a denominarse Industrias Vegetales y Conserveras S.A. La nueva empresa se dedicó a la industrialización del tomate, incrementando fuertemente en tanto su capacidad de tratamiento como la producción, que de 1965 a 1975 se cuadriplicó en ambos casos, destacando especialmente la producción de concentrado de tomate, de la que la empresa representaba en torno al 20% del total nacional. Con posterioridad el INI realizó una concentración para lograr mayores economías de escala, surgiendo IFESA, luego FRIGSA, dando paso a Carnes y Conservas Españolas (CARCESA) con fábricas en Montijo, Mérida y Don Benito. Luego se integró en el grupo Tabacalera, después Royal Brands con Nabisco, United Biscuits, Kraft Foods, Nueva Rumasa y ahora Carnes y Vegetales, con peso en el mercado del sector alimentario por sus marcas Apis y Fruco.