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Elisa Martín
Martes, 08 de Julio de 2025 Actualizada Martes, 08 de Julio de 2025 a las 11:52:30 horas

El ego y la polarización I

Últimamente observo con inquietud cómo se endurecen las posturas, cómo las personas se enfrentan con una intensidad desproporcionada por ideas, por colores, por creencias. Basta con hablar de política, de fútbol, de países, de formas de crianza o incluso de maneras de vivir la espiritualidad para que haya posiciones que se defiendan con vehemencia. Y muchas veces sin respeto por la opinión contraria. ¿Por qué necesitamos que el otro esté equivocado para sentir que nosotros tenemos razón? Creo que detrás de todo esto está el ego, esa parte de nosotros que se aferra a una identidad, a un grupo, a una etiqueta.

 

El ego necesita pertenecer, pero también destacar. Necesita definirse en contraposición al otro. Así, en lugar de compartir ideas, nos atrincheramos en ellas. No conversamos, discutimos. No escuchamos, reaccionamos. Y cuando el ego toma el control, perdemos la capacidad de ver, de entender otro punto de vista. En redes sociales esta dinámica se ha vuelto casi normal. He visto personas atacarse con dureza por una diferencia política, por la forma de criar a los hijos, o burlarse de una región como si eso dijera algo real sobre quienes viven allí.

 

Hay una especie de necesidad de posicionamiento absoluto: “si no piensas como yo, estás en el lado equivocado”. Lo preocupante es que muchas veces defendemos posturas que ni siquiera hemos cuestionado, simplemente porque creemos que son parte de “lo que somos”. Como si nos traicionáramos ante la posibilidad de cambiar. Pero en realidad, una persona es más valiosa que una idea. Es algo que aprendí en mis tiempos de radio, cuando entrevistaba a gente de toda ideología y me daba cuenta de que siempre tenían una parte de razón. Comentarlo en casa nos dio muy buenas conversaciones y entendimos que no hay verdades absolutas. 


Creo que necesitamos recuperar el espíritu crítico. La capacidad de observarnos y preguntarnos: ¿desde dónde defiendo esto? ¿Estoy realmente buscando el bien común, o sólo necesito reafirmar que tengo razón? ¿Estoy contribuyendo a la paz o alimentando el enfrentamiento? Porque podemos tener ideas, pasiones y preferencias, claro que sí, pero sin convertirlas en trincheras. Eso es muy peligroso y lo sabemos.

 

Salir de la trampa del ego es aprender a liderar nuestra mente. A no reaccionar de manera automática, sino desde la conciencia. No podemos reducirnos a una etiqueta.

 

Propongo mirar el mundo con más apertura y menos juicio. Apostar por todos y no sólo por los de mi cuerda. Cuando dejamos de luchar por tener razón, empezamos a construir algo con sentido. Y apostamos por la paz.

 

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