Pepe Múgica
Corren malos tiempos para la separación de poderes. El judicial, está siendo sometido a un deterioro nunca visto que hace cada vez más complicado la credibilidad de la justicia por culpa de la injerencia política.
Coincide en estas fechas el fallecimiento de José “Pepe Múgica”, presidente de Uruguay de 2010 a 2015, considerado el jefe de estado más pobre del mundo por la sencillez con la que vivía y por donar gran parte de su salario. Incluso en su etapa de presidente, continuó viviendo en su misma vivienda y conduciendo su “Volkswagen escarabajo” con el que fue símbolo de su figura política. El mismo decía: “¿Qué es lo que llama la atención de las personas?, ¿que vivo con la octava parte de mi sueldo?, ¿qué habito una casa pequeña?, ¿que me muevo en mi auto de toda la vida?... en ese caso el mundo está loco. Está loco, porque le sorprende lo normal”.
Otra de sus frases emblemáticas, “Pobres son los que quieren más, a los que nada les alcanza... son pobres, porque participan en una carrera infinita en la que siempre quieren más, y así no les da la vida”. Sus frases unían política y filosofía. Decía que la política había abandonado el campo de la filosofía que tan bien funcionó en Grecia para pasar a ser un recetario económico. “Vivimos en un mundo en el que se valora el tener más y para eso, se trabaja más y más y ¿cuál es el pago? Pagamos con el tiempo de nuestras vidas que lo gastamos para producir valor para poder pagar… y de ahí solamente somos libres cuando escapamos de la ley de la necesidad”. Para los que le llamaban marxista les contestaba que era estoico, que tenía una buena concepción de la vida y que de ahí la sobriedad en la que se movía. No en vano uno de los principios básicos del estoicismo es vivir en armonía con la naturaleza y creer que los humanos son parte de un todo más grande.
Siendo presidente de Uruguay y en un discurso ante la Asamblea de las Naciones Unidas comenzó diciendo: -Me angustia, y de qué manera, el porvenir que no veré y por el que me comprometo. Ya veremos si no supone una premonición visto cómo está la actualidad.
Estuvo catorce años en la cárcel y hasta de ahí saco su lado más optimista. “Esos años fueron probablemente los que más me enseñaron. Pasé casi 7 años sin libros y terminé contrayendo el vicio de la misantropía, de hablar conmigo mismo”. Tuve que aprender a galopar hacia adentro por momentos, para no volverme loco”. Fue liberado en 1985, con el regreso de la democracia. Ese día dijo, es el recuerdo más feliz de su vida. Su mejor enseñanza: “En mi jardín hace décadas que no cultivo el odio porque aprendí que el odio nos hace estúpidos y con él, perdemos objetividad frente a las cosas”.
Indudablemente se ha ido una persona buena.
Corren malos tiempos para la separación de poderes. El judicial, está siendo sometido a un deterioro nunca visto que hace cada vez más complicado la credibilidad de la justicia por culpa de la injerencia política.
Coincide en estas fechas el fallecimiento de José “Pepe Múgica”, presidente de Uruguay de 2010 a 2015, considerado el jefe de estado más pobre del mundo por la sencillez con la que vivía y por donar gran parte de su salario. Incluso en su etapa de presidente, continuó viviendo en su misma vivienda y conduciendo su “Volkswagen escarabajo” con el que fue símbolo de su figura política. El mismo decía: “¿Qué es lo que llama la atención de las personas?, ¿que vivo con la octava parte de mi sueldo?, ¿qué habito una casa pequeña?, ¿que me muevo en mi auto de toda la vida?... en ese caso el mundo está loco. Está loco, porque le sorprende lo normal”.
Otra de sus frases emblemáticas, “Pobres son los que quieren más, a los que nada les alcanza... son pobres, porque participan en una carrera infinita en la que siempre quieren más, y así no les da la vida”. Sus frases unían política y filosofía. Decía que la política había abandonado el campo de la filosofía que tan bien funcionó en Grecia para pasar a ser un recetario económico. “Vivimos en un mundo en el que se valora el tener más y para eso, se trabaja más y más y ¿cuál es el pago? Pagamos con el tiempo de nuestras vidas que lo gastamos para producir valor para poder pagar… y de ahí solamente somos libres cuando escapamos de la ley de la necesidad”. Para los que le llamaban marxista les contestaba que era estoico, que tenía una buena concepción de la vida y que de ahí la sobriedad en la que se movía. No en vano uno de los principios básicos del estoicismo es vivir en armonía con la naturaleza y creer que los humanos son parte de un todo más grande.
Siendo presidente de Uruguay y en un discurso ante la Asamblea de las Naciones Unidas comenzó diciendo: -Me angustia, y de qué manera, el porvenir que no veré y por el que me comprometo. Ya veremos si no supone una premonición visto cómo está la actualidad.
Estuvo catorce años en la cárcel y hasta de ahí saco su lado más optimista. “Esos años fueron probablemente los que más me enseñaron. Pasé casi 7 años sin libros y terminé contrayendo el vicio de la misantropía, de hablar conmigo mismo”. Tuve que aprender a galopar hacia adentro por momentos, para no volverme loco”. Fue liberado en 1985, con el regreso de la democracia. Ese día dijo, es el recuerdo más feliz de su vida. Su mejor enseñanza: “En mi jardín hace décadas que no cultivo el odio porque aprendí que el odio nos hace estúpidos y con él, perdemos objetividad frente a las cosas”.
Indudablemente se ha ido una persona buena.