El poeta de la angustia
Traigo este mes datos de su biografía, su llamada hacia la vida religiosa, los conventos por donde pasó y su obra poética. Informo al lector, antes de seguir, que fray Valentín Pérez Cantero, nuestro protagonista, vivió unos años en el convento franciscano de San Antonio en Montijo. Compartiendo también idas y venidas a la finca de San José de Morante, dada la alta vinculación que la familia Thomas tuvo con el cenobio paduano. Fray Valentín (Máximo) Pérez Cantero (1908-1956), nació en la Granja de Las Mijaradas, al sur de Hurones (Burgos). Fue bautizado, el 2 de agosto, en la iglesia de Santiago el Mayor. Tras los primeros años en Hurones, su familia se traslada a la ciudad de Burgos. A los doce años ingresó en el Seminario franciscano de La Aguilera, donde falleció el reformador franciscano San Pedro Regalado (c.1390-1456), patrón de la ciudad de Valladolid.
El joven Máximo Pérez Cantero sintió desde niño una gran inclinación hacia la vida religiosa. La Aguilera fue centro recolector de los franciscanos para el Ecuador, marchándose nuestro protagonista con catorce años al país hispanoamericano. Tras una profunda formación teológica y filosófica, tomó el hábito franciscano el 8 de septiembre de 1924, en la provincia de San Francisco de Quito tenía dieciséis años. Con veinticinco años, el 30 de julio de 1933, fray Valentín recibió el Orden Sacerdotal. Ocho años después decidió regresar a España, en concreto a Sevilla, incardinándose en la Provincia Bética donde desarrolló su vida y obra en los conventos de Fuente del Maestre, Montijo, San Buenaventura y San Antonio, los dos últimos de la capital hispalense.
Fue distinguido en la Orden Franciscana con el título de Predicador Provincial, cargo que aumentó su ímpetu apostólico con su palabra y ejemplo. Hombre sencillo y afable, muy identificado con su familia, vive su opción religiosa con profundas convicciones personales. Gran tenor, de voz timbrada y abaritonada, despierta la admiración de muchos sevillanos, que corren a verlo y oírlo cuando celebraba. Místico franciscano, sintoniza con almas a las que orienta y facilita ayuda moral y pastoral.
Fray Agustín Barrio, biógrafo y compañero de hábito, destaca: “Su envidiable voz, que él sabía manejar y modular con el arte de un verdadero maestro, le hacía intervenir siempre de una manera destacada en las funciones litúrgicas de nuestros templos, y esa cualidad, unida a sus excelentes dotes para la Oratoria Sagrada, le hicieron desarrollar en su cargo de Predicador Provincial un apostolado, siempre eficaz y fecundo dondequiera que ocupo la Cátedra Sagrada”. Fray Valentín fue el predicador de la novena de la Virgen de Barbaño en 1941. Repitió como predicador ante la Patrona de Montijo en 1952. Vivía entonces en la casa de San Antonio de Montijo, junto con sus hermanos de hábito: el padre Claudio López Gómez y fray Francisco Delgado.
La obra poética del padre Pérez Cantero se sustancia en veintitrés sonetos; trece poemas largos, subdivididos en seis sextetos, tres quintetos y seis cuartetos; cinco epitalámicos y nueve romances. Firmados en Sevilla, Montijo, Morante, Zafra, Jerez de la Frontera, Badajoz, Madrid, Alcalá de Guadaira, Puente Genil, Mérida y Quito (Ecuador). Durante su estancia en Montijo produjo once poemas. Fray Valentín Pérez Cantero marchó a las moradas eternas, el 23 de diciembre de 1956, en el convento de San Antonio de Padua de Sevilla. Termino con los versos que fray Valentín compuso en diciembre de 1953 en el cortijo de San José de Morante, alusivos a la noche de la Navidad: “¡Señor! Si la piedad en los humanos/yace enterrada; y nos cerró las puertas/la incomprensión de un mundo enloquecido,/en esta Noche tus divinas manos/mírenlas todos al amor abiertas,/que es para todos el Amor nacido”.
Traigo este mes datos de su biografía, su llamada hacia la vida religiosa, los conventos por donde pasó y su obra poética. Informo al lector, antes de seguir, que fray Valentín Pérez Cantero, nuestro protagonista, vivió unos años en el convento franciscano de San Antonio en Montijo. Compartiendo también idas y venidas a la finca de San José de Morante, dada la alta vinculación que la familia Thomas tuvo con el cenobio paduano. Fray Valentín (Máximo) Pérez Cantero (1908-1956), nació en la Granja de Las Mijaradas, al sur de Hurones (Burgos). Fue bautizado, el 2 de agosto, en la iglesia de Santiago el Mayor. Tras los primeros años en Hurones, su familia se traslada a la ciudad de Burgos. A los doce años ingresó en el Seminario franciscano de La Aguilera, donde falleció el reformador franciscano San Pedro Regalado (c.1390-1456), patrón de la ciudad de Valladolid.
El joven Máximo Pérez Cantero sintió desde niño una gran inclinación hacia la vida religiosa. La Aguilera fue centro recolector de los franciscanos para el Ecuador, marchándose nuestro protagonista con catorce años al país hispanoamericano. Tras una profunda formación teológica y filosófica, tomó el hábito franciscano el 8 de septiembre de 1924, en la provincia de San Francisco de Quito tenía dieciséis años. Con veinticinco años, el 30 de julio de 1933, fray Valentín recibió el Orden Sacerdotal. Ocho años después decidió regresar a España, en concreto a Sevilla, incardinándose en la Provincia Bética donde desarrolló su vida y obra en los conventos de Fuente del Maestre, Montijo, San Buenaventura y San Antonio, los dos últimos de la capital hispalense.
Fue distinguido en la Orden Franciscana con el título de Predicador Provincial, cargo que aumentó su ímpetu apostólico con su palabra y ejemplo. Hombre sencillo y afable, muy identificado con su familia, vive su opción religiosa con profundas convicciones personales. Gran tenor, de voz timbrada y abaritonada, despierta la admiración de muchos sevillanos, que corren a verlo y oírlo cuando celebraba. Místico franciscano, sintoniza con almas a las que orienta y facilita ayuda moral y pastoral.
Fray Agustín Barrio, biógrafo y compañero de hábito, destaca: “Su envidiable voz, que él sabía manejar y modular con el arte de un verdadero maestro, le hacía intervenir siempre de una manera destacada en las funciones litúrgicas de nuestros templos, y esa cualidad, unida a sus excelentes dotes para la Oratoria Sagrada, le hicieron desarrollar en su cargo de Predicador Provincial un apostolado, siempre eficaz y fecundo dondequiera que ocupo la Cátedra Sagrada”. Fray Valentín fue el predicador de la novena de la Virgen de Barbaño en 1941. Repitió como predicador ante la Patrona de Montijo en 1952. Vivía entonces en la casa de San Antonio de Montijo, junto con sus hermanos de hábito: el padre Claudio López Gómez y fray Francisco Delgado.
La obra poética del padre Pérez Cantero se sustancia en veintitrés sonetos; trece poemas largos, subdivididos en seis sextetos, tres quintetos y seis cuartetos; cinco epitalámicos y nueve romances. Firmados en Sevilla, Montijo, Morante, Zafra, Jerez de la Frontera, Badajoz, Madrid, Alcalá de Guadaira, Puente Genil, Mérida y Quito (Ecuador). Durante su estancia en Montijo produjo once poemas. Fray Valentín Pérez Cantero marchó a las moradas eternas, el 23 de diciembre de 1956, en el convento de San Antonio de Padua de Sevilla. Termino con los versos que fray Valentín compuso en diciembre de 1953 en el cortijo de San José de Morante, alusivos a la noche de la Navidad: “¡Señor! Si la piedad en los humanos/yace enterrada; y nos cerró las puertas/la incomprensión de un mundo enloquecido,/en esta Noche tus divinas manos/mírenlas todos al amor abiertas,/que es para todos el Amor nacido”.