Zelenski y Trump, la humildad y la soberbia
Siempre que imagino la soberbia le pongo la cara de una persona de gesto altivo, barbilla levantada y mirada furibunda. Al más puro estilo Trump mirando a Zelenski hablando de la situación de Ucrania en el despacho oval hace unos días. Una escena que ha dado la vuelta al mundo y que se ha analizado al segundo. El fondo de esa conversación, que nos afecta a todos de una manera muy seria, tiene que ver con las palabras, pero también con la comunicación no verbal.
La soberbia en la comunicación aparece cuando alguien quiere imponer su criterio, interrumpe constantemente, juzga sin considerar otros puntos de vista, como si el suyo fuera una verdad absoluta. Sentencia, apunta con el dedo. Realmente, más que un diálogo es un monólogo disfrazado de conversación. No se trata de intercambiar opiniones para ampliar el campo de visión, el objetivo es demostrar la supuesta superioridad a la persona que tienes enfrente. Realmente Trump lo hace a las claras, sin ningún disimulo, parece que formaba parte de su estrategia en los negocios, y ahora la lleva a su nueva etapa política.
La estrategia de Zelenski, por lo que hemos visto estos últimos años, con su país en pleno conflicto es la contraria, la humildad de quien pide ayuda: mide sus palabras, escucha atentamente, sin la urgencia de responder de inmediato o de imponer su opinión. Se interesa por comprender el punto de vista ajeno y está dispuestos a llegar a acuerdos en cada conversación. Siempre trata de sumar. La humildad no implica falta de seguridad en uno mismo, sino un reconocimiento de que hay otros puntos de vista que hay que descubrir, para hacer más grande el horizonte.
Pero no trato de hacer un artículo político. Mi pregunta es si somos conscientes de cómo nuestra forma de comunicar afecta a la calidad de nuestras relaciones. Creo que todos nos reconocemos en la humildad, pero también en la soberbia, que se nos dispara en ocasiones, cuando tratamos de imponernos a los demás. Esas veces en que decimos, a las claras o disimuladamente: “Tú no sabes de qué estás hablando. Te voy a decir yo cómo son las cosas en realidad”.
Cuando juzgamos o criticamos sin compasión. Incluso cuando no aceptamos ayuda porque “yo lo hago mejor que nadie”. He descubierto que la soberbia está en nuestras vidas más de lo sospechamos. Sin embargo, elegir la humildad es apostar por el entendimiento, el respeto, la conexión y el crecimiento personal. La imagen de la conversación de estos dos políticos nos da una buena pista.
Siempre que imagino la soberbia le pongo la cara de una persona de gesto altivo, barbilla levantada y mirada furibunda. Al más puro estilo Trump mirando a Zelenski hablando de la situación de Ucrania en el despacho oval hace unos días. Una escena que ha dado la vuelta al mundo y que se ha analizado al segundo. El fondo de esa conversación, que nos afecta a todos de una manera muy seria, tiene que ver con las palabras, pero también con la comunicación no verbal.
La soberbia en la comunicación aparece cuando alguien quiere imponer su criterio, interrumpe constantemente, juzga sin considerar otros puntos de vista, como si el suyo fuera una verdad absoluta. Sentencia, apunta con el dedo. Realmente, más que un diálogo es un monólogo disfrazado de conversación. No se trata de intercambiar opiniones para ampliar el campo de visión, el objetivo es demostrar la supuesta superioridad a la persona que tienes enfrente. Realmente Trump lo hace a las claras, sin ningún disimulo, parece que formaba parte de su estrategia en los negocios, y ahora la lleva a su nueva etapa política.
La estrategia de Zelenski, por lo que hemos visto estos últimos años, con su país en pleno conflicto es la contraria, la humildad de quien pide ayuda: mide sus palabras, escucha atentamente, sin la urgencia de responder de inmediato o de imponer su opinión. Se interesa por comprender el punto de vista ajeno y está dispuestos a llegar a acuerdos en cada conversación. Siempre trata de sumar. La humildad no implica falta de seguridad en uno mismo, sino un reconocimiento de que hay otros puntos de vista que hay que descubrir, para hacer más grande el horizonte.
Pero no trato de hacer un artículo político. Mi pregunta es si somos conscientes de cómo nuestra forma de comunicar afecta a la calidad de nuestras relaciones. Creo que todos nos reconocemos en la humildad, pero también en la soberbia, que se nos dispara en ocasiones, cuando tratamos de imponernos a los demás. Esas veces en que decimos, a las claras o disimuladamente: “Tú no sabes de qué estás hablando. Te voy a decir yo cómo son las cosas en realidad”.
Cuando juzgamos o criticamos sin compasión. Incluso cuando no aceptamos ayuda porque “yo lo hago mejor que nadie”. He descubierto que la soberbia está en nuestras vidas más de lo sospechamos. Sin embargo, elegir la humildad es apostar por el entendimiento, el respeto, la conexión y el crecimiento personal. La imagen de la conversación de estos dos políticos nos da una buena pista.