El pintor Julián Campos Carrero
Julián Campos Carrero (Torrenueva, Ciudad Real, 1928-Badajoz, 2016). Residió en Badajoz desde 1967, desarrollando en ella su carrera artística y docente, como catedrático de Dibujo en el Instituto Zurbarán. Fue Consejero de Número del Instituto de Estudios Manchegos, catedrático de Bellas Artes, con la distinción de “Pintor de la Virgen” “Virginis Mariae Pictor” por el Papa Juan Pablo II, en 1991. Sus obras pueden verse en numerosas colecciones repartidas por España y otros países como Caracas (Venezuela), Greenville (EE.UU), Japón, La Haya (Holanda), Montreal (Canadá), Setúbal y Elvas (Portugal), etc. Julián de Campos residió en Badajoz desde 1967, llevando a cabo una incesante y creativa vida artística y académica durante cuarenta años, entregado como profesor, y siempre atento a sus alumnos; dejó en el Instituto de Bachillerato Zurbarán muchas amistades y buenos recuerdos
Julián Campos abordó temas religiosos, retratos, paisajes, de las gentes sencillas, con sus labores cotidianas y sus costumbres, siendo un verdadero “testigo”, un “narrador” del Patrimonio Etnográfico de éstas. Pero, es su creación de temática religiosa la que ha tenido un peso fundamental en su trabajo. Su obra habla de sí mismo, en la espiritualidad que refleja, y consigue transmitir devoción y veneración a cada persona que las contemple, dignificando la humanidad y honrando la creación, siendo éste el fin para el cual están concebidos sus trabajos de tema religioso. La obra de Julián Campos se nos presenta como la de un artista singular y polifacético que cultivó a lo largo de su dilatada trayectoria creativa, comenzó en 1943.
La pintura de Julián Campos Carrero se manifiesta en dos retablos próximos a Montijo. El primero de ellos está en La Garrovilla, en el retablo mayor del templo parroquial de la Asunción de Nuestra Señora. Retablo que acoge algunas tallas de retablos anteriores. Es el caso de un Calvario, las imágenes de San Pedro y San Pablo, junto con los padres de la Virgen María: San Joaquín y Santa Ana. Que fueron restauradas por la fontanesa Fátima Merchán García, Licenciada en Bellas Artes, profesora y restauradora.
La obra de pintura que presenta el retablo garrovillano son dos cuadros grandes: el Nacimiento de Jesucristo y la Asunción de la Virgen. Junto con otras representaciones de la vida de la Virgen María. Que efigia el pintor Julián Campos. En la obra La Asunción de la Virgen, entre el apostolado aparece el sacerdote y párroco de La Garrovilla (1975-1998), don Manuel Tirado Tobalo (Aljucén 1934-Talavera la Real 2021), que dejó impronta y memoria en la parroquia y en la vida de La Garrovilla y Lácara.
Las tropelías y desmanes fanáticos del enfrentamiento incivil de mil novecientos treinta y seis, destruyeron el retablo del templo parroquial de San Pedro de Cordobilla de Lácara que entonces ocupaba la cabecera. Sin el retablo siguió la parroquia en su labor pastoral, incluso después del Concilio Vaticano II. Tiempo de espera que tuvo su final en los años noventa del pasado siglo. La llegada a Cordobilla del inquieto sacerdote don Diego Valle Rubio, propuso ilusión para hacer una reforma en profundidad del templo, implicando a la sociedad cordobillana que colaboró y financió el proyecto, haciendo que todo fuese posible. El templo recuperó en su nave central la piedra y el ladrillo visto. Encalándose la cúpula y cabecera. El párroco don Diego Valle contrató con el artista Santiago Lara Molina, con taller en Socuéllamos (Ciudad Real), la ejecución de un retablo. Tomando como referencia el estilo neoclásico, realizado en madera sobredorada, con tres calles, alojándose en ella las imágenes de San Pedro Apóstol, titular del templo, junto con los Santos Mártires Justo y Pastor, los Santitos, como son nombrados popularmente, patronos de Cordobilla. El pintor Julián Campos dejó su impronta en el retablo cordobillano, efigiando La Anunciación, Adoración de los pastores, Cristo abandonado en el sepulcro y la Coronación de la Virgen; y en el ático un Calvario (Sacra Conversatio). La profesora Ana María Fernández Rivero considera que Julián Campos fue un artista del siglo XV trasplantado a nuestros días.
Julián Campos Carrero (Torrenueva, Ciudad Real, 1928-Badajoz, 2016). Residió en Badajoz desde 1967, desarrollando en ella su carrera artística y docente, como catedrático de Dibujo en el Instituto Zurbarán. Fue Consejero de Número del Instituto de Estudios Manchegos, catedrático de Bellas Artes, con la distinción de “Pintor de la Virgen” “Virginis Mariae Pictor” por el Papa Juan Pablo II, en 1991. Sus obras pueden verse en numerosas colecciones repartidas por España y otros países como Caracas (Venezuela), Greenville (EE.UU), Japón, La Haya (Holanda), Montreal (Canadá), Setúbal y Elvas (Portugal), etc. Julián de Campos residió en Badajoz desde 1967, llevando a cabo una incesante y creativa vida artística y académica durante cuarenta años, entregado como profesor, y siempre atento a sus alumnos; dejó en el Instituto de Bachillerato Zurbarán muchas amistades y buenos recuerdos
Julián Campos abordó temas religiosos, retratos, paisajes, de las gentes sencillas, con sus labores cotidianas y sus costumbres, siendo un verdadero “testigo”, un “narrador” del Patrimonio Etnográfico de éstas. Pero, es su creación de temática religiosa la que ha tenido un peso fundamental en su trabajo. Su obra habla de sí mismo, en la espiritualidad que refleja, y consigue transmitir devoción y veneración a cada persona que las contemple, dignificando la humanidad y honrando la creación, siendo éste el fin para el cual están concebidos sus trabajos de tema religioso. La obra de Julián Campos se nos presenta como la de un artista singular y polifacético que cultivó a lo largo de su dilatada trayectoria creativa, comenzó en 1943.
La pintura de Julián Campos Carrero se manifiesta en dos retablos próximos a Montijo. El primero de ellos está en La Garrovilla, en el retablo mayor del templo parroquial de la Asunción de Nuestra Señora. Retablo que acoge algunas tallas de retablos anteriores. Es el caso de un Calvario, las imágenes de San Pedro y San Pablo, junto con los padres de la Virgen María: San Joaquín y Santa Ana. Que fueron restauradas por la fontanesa Fátima Merchán García, Licenciada en Bellas Artes, profesora y restauradora.
La obra de pintura que presenta el retablo garrovillano son dos cuadros grandes: el Nacimiento de Jesucristo y la Asunción de la Virgen. Junto con otras representaciones de la vida de la Virgen María. Que efigia el pintor Julián Campos. En la obra La Asunción de la Virgen, entre el apostolado aparece el sacerdote y párroco de La Garrovilla (1975-1998), don Manuel Tirado Tobalo (Aljucén 1934-Talavera la Real 2021), que dejó impronta y memoria en la parroquia y en la vida de La Garrovilla y Lácara.
Las tropelías y desmanes fanáticos del enfrentamiento incivil de mil novecientos treinta y seis, destruyeron el retablo del templo parroquial de San Pedro de Cordobilla de Lácara que entonces ocupaba la cabecera. Sin el retablo siguió la parroquia en su labor pastoral, incluso después del Concilio Vaticano II. Tiempo de espera que tuvo su final en los años noventa del pasado siglo. La llegada a Cordobilla del inquieto sacerdote don Diego Valle Rubio, propuso ilusión para hacer una reforma en profundidad del templo, implicando a la sociedad cordobillana que colaboró y financió el proyecto, haciendo que todo fuese posible. El templo recuperó en su nave central la piedra y el ladrillo visto. Encalándose la cúpula y cabecera. El párroco don Diego Valle contrató con el artista Santiago Lara Molina, con taller en Socuéllamos (Ciudad Real), la ejecución de un retablo. Tomando como referencia el estilo neoclásico, realizado en madera sobredorada, con tres calles, alojándose en ella las imágenes de San Pedro Apóstol, titular del templo, junto con los Santos Mártires Justo y Pastor, los Santitos, como son nombrados popularmente, patronos de Cordobilla. El pintor Julián Campos dejó su impronta en el retablo cordobillano, efigiando La Anunciación, Adoración de los pastores, Cristo abandonado en el sepulcro y la Coronación de la Virgen; y en el ático un Calvario (Sacra Conversatio). La profesora Ana María Fernández Rivero considera que Julián Campos fue un artista del siglo XV trasplantado a nuestros días.