Terribles las imágenes de la DANA que ha causado estragos en la zona de Valencia. En el momento de este artículo, tres días después, hay alrededor de cien víctimas de esta caída de agua descontrolada y los desaparecidos son incontables en este momento. El panorama de toda la zona es desolador. Cada historia que vamos conociendo pone nombre a la tragedia. Personas de todas las edades han vivido momentos de pesadilla. Las calles están llenas de barro y se han producido estragos en  todos los edificios: viviendas, escuelas, hospitales…Es impresionante. Siendo testigo desde la distancia y sintiendo cada imagen en el corazón, se me pasan muchas reflexiones por la cabeza.

Creo que en estos momentos somos más conscientes que nunca del poder que tiene la naturaleza. No somos nada frente a ella. Un terremoto, un huracán, un fuego, un tsunami, un volcán, una dana, como en esta ocasión… destroza en pocos minutos lo que a las personas nos ha costado años levantar. Es toda una lección de humildad. Nos damos cuenta de que es cuestión de suerte, puedes estar viéndolo en tu casa a salvo de todo o estar en el centro de la tragedia. Es una lotería de la vida, como tantas otras. De echo es uno de los comentarios recurrentes en las víctimas: “Nunca nos imaginamos que íbamos a vivir esto”. 

Otra de las reflexiones que me llevo es que, cuando estamos inmersos en nuestros problemas cotidianos, no podemos calibrar su importancia. Me refiero a que a veces nos ahogamos en un vaso de agua por cosas que son simples inconvenientes. Y de los cuales ni nos acordaremos pasados unos años, unos meses o incluso unos días. Por cierto, que estos días también se ha planteado la duda de si nuestro sistema, y me refiero a toda Europa, está preparado para ellas. Desde la previsión y el anuncio, la actuación de los servicios de emergencia en el momento, y las posteriores ayudas para las víctimas.

Y por último comentar que ha habido testimonios de auténticos héroes en estos días, como el caso de Adrián, que se tiró a un canal para ayudar a los ocupantes de una ambulancia que habían caído en él. Estas personas me reconcilian con nuestra especie, después de varias semanas en las que las noticias principales son los trastos que se tiran a la cabeza nuestros políticos del Congreso de los Diputados. Los cuales hemos elegido para que gestionen nuestra economía, sanidad, educación, servicios sociales, etc. Y lo único que hacen es salvaguardar su propio sillón y la posición de su partido. Debe ser que el poder ofusca las cabezas de sus señorías y ya no saben cual su comedido realmente. Más personas como Adrián necesitamos. Un abrazo y mucha fuerza a nuestros amigos de Valencia.