Lunes, 08 de Diciembre de 2025

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Lucas Navareño
Miércoles, 02 de Octubre de 2024 Actualizada Miércoles, 02 de Octubre de 2024 a las 19:20:52 horas

La seca de los campos

Es penoso pasear por el campo e ir comprobando el deterioro que ha ido sufriendo paulatinamente a lo largo de los últimos 50 años. Da igual el tipo de explotación. Cruzas una comunidad cómo la extremeña de norte a sur o de Oeste a Este, y compruebas que la mayor parte de construcciones se encuentran en estado de abandono, con la mayor parte de sus edificios semiderruidos por el abandono de sus propietarios por el alto coste que tiene el mantenimiento de los edificios que, han dejado de tener uso y han ido perdiendo tejados, ventanas y puertas, dejando a la vista el esqueleto de la arquitectura rural.
En Extremadura, las construcciones desde los primeros momentos, se fueron amoldando al clima de cada comarca y a los recursos materiales con los que se construían. De esta manera tenemos todavía muchos edificios o muros que han sido construido utilizando la base de piedra y que aguantarán bastante tiempo por el material del que están hechas. Es el caso de las zonas del norte de nuestra comunidad autónoma en las que el material constructivo es piedra y que mantienen muchas construcciones autóctonas en el campo. Ahí encontramos la piedra en cercados, muros, casetas de aperos y para servir de resguardo a los animales.
Es cierto que la mayor parte de las construcciones del siglo XX se habían construido de adobe (una mezcla de barro y paja) y de tapial (tierra compactada) y las encontramos fundamentalmente en las zonas más centrales de Extremadura donde la piedra escasea. Son las primeras que han ido desapareciendo ya que en el momento en que se abandonan y les sale una grieta, las inclemencias del tiempo acaban con ellas. Existen otras construcciones que permitieron a nuestros pastores permanecer en el campo para cuidar del ganado. Me refiero a los chozos, bohíos, chamizos que se usaban de refugios temporales y que contaban con una base de piedra o adobe y un techo generalmente de madera o caña cubierto por caña o brezo. Es la construcción que paradójicamente más se ha conservado por la facilidad que tiene de rehabilitarse y son insignias de nuestro patrimonio rural junto a corrales y cochiqueras para guardar ganado.
Si a todo el abandono del patrimonio rural, añadimos la problemática de la enfermedad de los encinares “seca de la encina”, que afecta a nuestros encinares y alcornocales y le sumamos los problemas de no poder cubrir los agricultores los gastos de producción por los bajos precios y los ganaderos por el alto precio de los piensos, más los incendios que calcinan todos los veranos nuestros bosques, concluimos que nuestro principal recurso poco a poco va asfixiándose sin que reaccionemos para su recuperación. [email protected]

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