La nutrición y la menopausia
Sabemos que a lo largo de nuestra vida, experimentamos diferentes cambios en función de la etapa que estemos viviendo. A medida que pasa el tiempo, nuestro cuerpo comienza a dejar de hacer diferentes funciones que eran de manera habitual como en el caso de las mujeres y el cese permanente de la menstruación.
Este momento, siempre se ha relacionado con la etapa donde ya no pueden realizar esa función vital pero, no conocemos realmente las consecuencias a nivel fisiológico como psicológico que esto les genera, pasando de sofocos o problemas del sueño hasta alteraciones emocionales y psicológicas.
Llevando este tema al mundo nutricional, muy pocas mujeres son conscientes del problema,radicando en una situación que puede quitar algo muy valioso cuando entramos en edad adulta algo más avanzada: la autonomía y la funcionalidad del día a día.
Este impacto no tan visible son aquellos como la pérdida de calcio en los huesos y un mayor riesgo cardiovascular, siendo 2 de los aspectos más condicionantes para mermar la salud en esta edad y perjudicando así su calidad de vida posteriormente a poder sufrir algún problema de razones sanitarias.
Por eso, una vez que conocemos la importancia que tiene a nivel nutricional en esta condición en mujeres adultas, vamos a conocer algunos aspectos importantes para poder llevar en el día a día:
Salud ósea, calcio y vitamina D a través de alimentos ricos en calcio como lácteos, cereales integrales, frutos secos y semillas (y acompañados de vitamina C para mejorar su absorción).
Riesgo cardiovascular y colesterol mediante el consumo de verduras, fuente de pescados ricos en omega-3 y tomar menos ultraprocesados.
Hidratación diaria asegurándonos tomar al menos entre 1,5 y 2,5 L (dependiendo de cada persona) a través de agua, caldos, infusiones…
Mantenimiento de una buena masa muscular para evitar la sarcopenia y regular el hambre a través de entrenamiento de la fuerza y una ingesta adecuada de proteínas.
Estos consejos son de carácter generalizado y que están enfocados en esta situación vital pero, como siempre se debería de hacer, lo más recomendado es acudir a profesionales de la salud (nutricionista, dietista, entrenadores personales y especializados) que aconsejen de cómo instaurar hábitos saludables en esta etapa ya que se trata de un momento importante donde crear esta rutina en cómo cuidarse, ya que serán un salvavidas para evitar patologías en edades ya más avanzadas y sobre todo, poder preservar la calidad de vida.
Sabemos que a lo largo de nuestra vida, experimentamos diferentes cambios en función de la etapa que estemos viviendo. A medida que pasa el tiempo, nuestro cuerpo comienza a dejar de hacer diferentes funciones que eran de manera habitual como en el caso de las mujeres y el cese permanente de la menstruación.
Este momento, siempre se ha relacionado con la etapa donde ya no pueden realizar esa función vital pero, no conocemos realmente las consecuencias a nivel fisiológico como psicológico que esto les genera, pasando de sofocos o problemas del sueño hasta alteraciones emocionales y psicológicas.
Llevando este tema al mundo nutricional, muy pocas mujeres son conscientes del problema,radicando en una situación que puede quitar algo muy valioso cuando entramos en edad adulta algo más avanzada: la autonomía y la funcionalidad del día a día.
Este impacto no tan visible son aquellos como la pérdida de calcio en los huesos y un mayor riesgo cardiovascular, siendo 2 de los aspectos más condicionantes para mermar la salud en esta edad y perjudicando así su calidad de vida posteriormente a poder sufrir algún problema de razones sanitarias.
Por eso, una vez que conocemos la importancia que tiene a nivel nutricional en esta condición en mujeres adultas, vamos a conocer algunos aspectos importantes para poder llevar en el día a día:
Salud ósea, calcio y vitamina D a través de alimentos ricos en calcio como lácteos, cereales integrales, frutos secos y semillas (y acompañados de vitamina C para mejorar su absorción).
Riesgo cardiovascular y colesterol mediante el consumo de verduras, fuente de pescados ricos en omega-3 y tomar menos ultraprocesados.
Hidratación diaria asegurándonos tomar al menos entre 1,5 y 2,5 L (dependiendo de cada persona) a través de agua, caldos, infusiones…
Mantenimiento de una buena masa muscular para evitar la sarcopenia y regular el hambre a través de entrenamiento de la fuerza y una ingesta adecuada de proteínas.
Estos consejos son de carácter generalizado y que están enfocados en esta situación vital pero, como siempre se debería de hacer, lo más recomendado es acudir a profesionales de la salud (nutricionista, dietista, entrenadores personales y especializados) que aconsejen de cómo instaurar hábitos saludables en esta etapa ya que se trata de un momento importante donde crear esta rutina en cómo cuidarse, ya que serán un salvavidas para evitar patologías en edades ya más avanzadas y sobre todo, poder preservar la calidad de vida.
























