Hijos e hijas
Lo más importante y valioso que dejamos aquí cuando abandonamos esta vida no son nuestras posesiones, por mucho valor económico que tengan. Lo más preciado para aquellos que tienen sentimientos, son los hijos y los hijos de sus hijos, y ahí debería residir el verdadero sentido de la vida. Es lo que dejamos generación tras generación. La forma de perpetuarnos.
Indudablemente esto que acabo de escribir no nos vale a todos. No le sirve al expresidente sevillista Del Nido (curioso con ese apellido), ni al hijo de Madonna, ni a la Duquesa de Montoro, Eugenia Martínez, pero en líneas generales lo hermoso de esta vida es prolongarla en nuestros hijos y nietos.
La educación de nuestros hijos ha ido cambiando a lo largo de los años, pero la transmisión de nuestros sentimientos hacia ellos ha sido invariable siempre. Antiguamente educaban nuestros padres, ayudaban los abuelos cuando los hijos estaban en su casa, y cooperaban los maestros cuando se instruían en el colegio. En la actualidad y si bien la teoría es la misma, lo cierto es que hay muchos padres que pretenden dejar la educación en manos de los colegios porque dicen no disponer de tiempo necesario para llevar a cabo esa responsabilidad que es solo suya.
En la actualidad, la mayor parte de los niños gozan de más recursos que en toda la historia de la humanidad, pero en lugar de enseñarles a pescar, les facilitamos el pescado. Los padres facilitamos todo, más si trabajamos y disponemos de poco tiempo. Teléfonos, videoconsolas, ropa de marca… pero nada de esto convertirá al niño en un adulto feliz si los padres no trabajamos con ellos la autoconfianza, el amor propio y las relaciones con los demás, en definitiva, la autoestima y, para eso, les debemos regalar nuestro tiempo, tiempo de calidad y en cantidad.
La importancia de valorar lo positivo de nuestros hijos y eliminar las etiquetas negativas permite que generen confianza en sus capacidades. Si además le unimos afecto y cariño de manera real, tendremos mucho futuro labrado. Todo ello sin dejar de crearles conciencia de las responsabilidades que han de ir adquiriendo a lo largo de su vida hasta llegar a ser adultos. Hay padres que consideran que lo mejor es darles todo hecho a sus hijos y desgraciadamente hay hijos que terminan creyendo que sus hogares tienen como los hornos, función pirolítica y que se limpian y resplandecen solos.
En definitiva, tiempo y tiempo de calidad, eso es lo que nuestros hijos nos reclaman. Caricias, aprecio, respeto, reconocimiento. Así se consigue criar hijos. Así se crean buenas generaciones. [email protected]
Lo más importante y valioso que dejamos aquí cuando abandonamos esta vida no son nuestras posesiones, por mucho valor económico que tengan. Lo más preciado para aquellos que tienen sentimientos, son los hijos y los hijos de sus hijos, y ahí debería residir el verdadero sentido de la vida. Es lo que dejamos generación tras generación. La forma de perpetuarnos.
Indudablemente esto que acabo de escribir no nos vale a todos. No le sirve al expresidente sevillista Del Nido (curioso con ese apellido), ni al hijo de Madonna, ni a la Duquesa de Montoro, Eugenia Martínez, pero en líneas generales lo hermoso de esta vida es prolongarla en nuestros hijos y nietos.
La educación de nuestros hijos ha ido cambiando a lo largo de los años, pero la transmisión de nuestros sentimientos hacia ellos ha sido invariable siempre. Antiguamente educaban nuestros padres, ayudaban los abuelos cuando los hijos estaban en su casa, y cooperaban los maestros cuando se instruían en el colegio. En la actualidad y si bien la teoría es la misma, lo cierto es que hay muchos padres que pretenden dejar la educación en manos de los colegios porque dicen no disponer de tiempo necesario para llevar a cabo esa responsabilidad que es solo suya.
En la actualidad, la mayor parte de los niños gozan de más recursos que en toda la historia de la humanidad, pero en lugar de enseñarles a pescar, les facilitamos el pescado. Los padres facilitamos todo, más si trabajamos y disponemos de poco tiempo. Teléfonos, videoconsolas, ropa de marca… pero nada de esto convertirá al niño en un adulto feliz si los padres no trabajamos con ellos la autoconfianza, el amor propio y las relaciones con los demás, en definitiva, la autoestima y, para eso, les debemos regalar nuestro tiempo, tiempo de calidad y en cantidad.
La importancia de valorar lo positivo de nuestros hijos y eliminar las etiquetas negativas permite que generen confianza en sus capacidades. Si además le unimos afecto y cariño de manera real, tendremos mucho futuro labrado. Todo ello sin dejar de crearles conciencia de las responsabilidades que han de ir adquiriendo a lo largo de su vida hasta llegar a ser adultos. Hay padres que consideran que lo mejor es darles todo hecho a sus hijos y desgraciadamente hay hijos que terminan creyendo que sus hogares tienen como los hornos, función pirolítica y que se limpian y resplandecen solos.
En definitiva, tiempo y tiempo de calidad, eso es lo que nuestros hijos nos reclaman. Caricias, aprecio, respeto, reconocimiento. Así se consigue criar hijos. Así se crean buenas generaciones. [email protected]