Sé perfectamente que hacer que cambien los demás es misión imposible y por supuesto, un desgaste de energía porque lo correcto, lo básico, la raíz principal es empezar por nosotros mismos. Si aprendemos a analizarnos, a conocer nuestro interior con sus defectos y virtudes, sabríamos como funciona nuestra conciencia y de esta manera, aprenderíamos también a tomar siempre las decisiones más justas. Sin embargo, que poco nos gusta mirar nuestro interior, allí donde se fraguan las sensaciones y los sentimientos que es de donde deberíamos nutrirnos. Pero no, estamos metidos en una luz opaca que nos provoca continuamente actuar sin pensar, criticándolo todo y sobre todo, al prójimo. ¡Que fácil nos resulta juzgar en los demás, lo que somos incapaces de juzgar en si mismos!  No nos damos cuenta que derrochamos energías innecesarias que solo suponen para nuestro organismo interior frustraciones y decepciones. Sensaciones como la envidia, el rencor o la hipocresía no es algo que va a afectar al que nos la provoca, esas sensaciones, a quien le hacen realmente daño, es al que las padece.  
Sinceramente creo que nuestras vidas están repletas de humo. Estamos viviendo en una sociedad  totalmente gris, como envuelta en una densa niebla que intenta ocultar todas sus miserias. Me horrorizan, cada vez más, las decisiones erróneas que se toman a ciegas sin medir sus graves consecuencias. El ser humano tiene mucha capacidad para limpiar su conciencia aunque sea tomando decisiones absurdas
Necesitamos luz, mucha luz, para que nuestro cerebro, al verse iluminado, envíe órdenes a nuestros sentimientos y así se rebelen contra tanta envidia y tantos comentarios incomprensibles. Esto, a nivel individual, a grandes escalas aún es mucho peor porque hay tantas decisiones incomprensibles, tantos fallos garrafales y sobre todo, tantas necias decisiones que se toman para salvarnos la vida.
Ignoro porque nos cuesta tanto ver cómo se va derrumbado nuestra sociedad de bienestar en la que la educación apenas está presente. Nos estamos convirtiendo en seres inconformistas con todo sin aportar por nuestra parte nada positivo que pueda remediarlo. Y ese silencio, ese individualismo, está provocando una niebla gris que llena de tristeza y angustia nuestras vidas.
¡Debemos luchar contra ello! Tenemos que buscar luz para iluminar cada rincón de nuestras vidas, que los rayos vuelvan a mostrarnos un mundo luminoso de seres felices  que abandonan esa vida gris repleta de irritabilidad.
Estoy seguro que cuando logremos ser más honesto, nuestras opiniones y decisiones serán mucho más beneficiosas para todos y sobre todo, para nosotros mismos.