Cambia tu mirada
Dicen los sanitarios que somos lo que comemos y, si lo piensas bien, tienen razón. Lo que comemos y cómo lo comemos determina en gran parte nuestro estado de salud, el riesgo de obesidad, de desarrollar diabetes, tener hipertensión arterial… de ahí la necesidad de tener unos buenos hábitos de alimentación y cambiarlos cuando no son adecuados.
De igual modo lo que vemos y cómo lo vemos determina lo que pensamos y cómo sentimos en el fondo de nuestro corazón. Una persona se dirige hacia ti con el brazo en alto. Si lo ves y piensas que te está amenazando, que quiere agredirte, sentirás miedo, querrás protegerte y te alejarás o responderás con una conducta violenta. En cambio, si la ves y piensas que te está saludando, mantendrás la tranquilidad y la apertura a entablar conversación con ella. Por eso importa, y mucho, nuestro modo de mirar e interpretar la realidad, hacia donde dirigimos nuestra mirada. Hemos de ver en cada persona a un hijo de Dios, un ser humano, alguien igual que nosotros, con los mismos derechos y dignidad.
Cuentan que un día un anciano sacerdote se paró delante del escaparate de unos grandes almacenes, echó un vistazo y exclamó: ¡Ahí va! ¡Cuántas cosas que no necesito! Qué diferencia con la mirada infantil ante el catálogo de juguetes pensando en los Reyes Magos: “me lo pido, me lo pido, me lo pido…” La mirada del anciano le abre un horizonte de libertad, sin ataduras materiales. La mirada del niño, si no es educada, le conducirá a un futuro de egoísmo e insatisfacción permanente. ¿Con cuál te identificas más?
¿Qué es lo que veo y oigo de lo que pasa a mi alrededor? ¿Cuál es la respuesta que siento en mi interior?
No dejemos pasar de largo la vida sin verla; ni a quienes pasan por ella a nuestro lado sin mirarles. Es hora de ponerse en movimiento, de salir de la pasividad.
Abre los ojos. No tengas miedo a la realidad, a la pobreza que otras personas viven. Toma conciencia, no mires hacia otro lado.
Enfoca la mirada.
Que la ceguera o la miopía no te impidan ver. Deja que entre la luz en tus ojos para que el amor y la esperanza se concreten en servicio.
Porque, ya lo sabes…
![[Img #98597]](https://cronicasdeunpueblo.es/upload/images/03_2024/8402_logocaritastienesmuchoquever.jpg)
#TúTienesMuchoQueVer
Dicen los sanitarios que somos lo que comemos y, si lo piensas bien, tienen razón. Lo que comemos y cómo lo comemos determina en gran parte nuestro estado de salud, el riesgo de obesidad, de desarrollar diabetes, tener hipertensión arterial… de ahí la necesidad de tener unos buenos hábitos de alimentación y cambiarlos cuando no son adecuados.
De igual modo lo que vemos y cómo lo vemos determina lo que pensamos y cómo sentimos en el fondo de nuestro corazón. Una persona se dirige hacia ti con el brazo en alto. Si lo ves y piensas que te está amenazando, que quiere agredirte, sentirás miedo, querrás protegerte y te alejarás o responderás con una conducta violenta. En cambio, si la ves y piensas que te está saludando, mantendrás la tranquilidad y la apertura a entablar conversación con ella. Por eso importa, y mucho, nuestro modo de mirar e interpretar la realidad, hacia donde dirigimos nuestra mirada. Hemos de ver en cada persona a un hijo de Dios, un ser humano, alguien igual que nosotros, con los mismos derechos y dignidad.
Cuentan que un día un anciano sacerdote se paró delante del escaparate de unos grandes almacenes, echó un vistazo y exclamó: ¡Ahí va! ¡Cuántas cosas que no necesito! Qué diferencia con la mirada infantil ante el catálogo de juguetes pensando en los Reyes Magos: “me lo pido, me lo pido, me lo pido…” La mirada del anciano le abre un horizonte de libertad, sin ataduras materiales. La mirada del niño, si no es educada, le conducirá a un futuro de egoísmo e insatisfacción permanente. ¿Con cuál te identificas más?
¿Qué es lo que veo y oigo de lo que pasa a mi alrededor? ¿Cuál es la respuesta que siento en mi interior?
No dejemos pasar de largo la vida sin verla; ni a quienes pasan por ella a nuestro lado sin mirarles. Es hora de ponerse en movimiento, de salir de la pasividad.
Abre los ojos. No tengas miedo a la realidad, a la pobreza que otras personas viven. Toma conciencia, no mires hacia otro lado.
Enfoca la mirada.
Que la ceguera o la miopía no te impidan ver. Deja que entre la luz en tus ojos para que el amor y la esperanza se concreten en servicio.
Porque, ya lo sabes…
#TúTienesMuchoQueVer