El nombre de las calles · Manuel Marín Fernandez
Estaba pensando esta mañana en los nombres de ciertas calles, de edificios, etc. de mi pueblo. Y recordé a mi abuela.
Mi abuela era una mujer culta, amante de la lectura pero que por motivos de la guerra no pudo completar sus estudios, pero sabía mucho.
Era muy buena y ayudaba a mucha gente, sobre todo a los que trabajaban en su casa o estaban cerca de ella y les enseñaba a leer y a escribir. Todo lo pagaba con el capital familiar. A veces, ayudaba económicamente cuando encontraba a algún niño espabilado acogiéndolo bajo su mecenazgo.
Mi abuela era una mujer muy sensible y caritativa pero su labor quedó en el anonimato, aunque me hubiera gustado que su memoria se hubiera perpetuado.
Ahora leo nombres de políticos, de poetas consagrados, de famosos, etc., etc. en placas colocadas en lugares públicos.
Parece ser que para que pongan un nombre debe ser propuesto al ayuntamiento por algún grupo político, algún colectivo o persona afín al político o famoso.
Y pensando en mi abuela no encuentro razones para que a personajes a los que se les pone el nombre sea para reconocerles una labor que han realizado durante su mandato político, en nombre de una determinada ideología, cobrando por ello y repartiendo el dinero público según su propio criterio.
¿Qué necesidad hay de que pasado un tiempo otra comisión tenga que cambiar el nombre del político en las placas públicas?
Estaba pensando esta mañana en los nombres de ciertas calles, de edificios, etc. de mi pueblo. Y recordé a mi abuela.
Mi abuela era una mujer culta, amante de la lectura pero que por motivos de la guerra no pudo completar sus estudios, pero sabía mucho.
Era muy buena y ayudaba a mucha gente, sobre todo a los que trabajaban en su casa o estaban cerca de ella y les enseñaba a leer y a escribir. Todo lo pagaba con el capital familiar. A veces, ayudaba económicamente cuando encontraba a algún niño espabilado acogiéndolo bajo su mecenazgo.
Mi abuela era una mujer muy sensible y caritativa pero su labor quedó en el anonimato, aunque me hubiera gustado que su memoria se hubiera perpetuado.
Ahora leo nombres de políticos, de poetas consagrados, de famosos, etc., etc. en placas colocadas en lugares públicos.
Parece ser que para que pongan un nombre debe ser propuesto al ayuntamiento por algún grupo político, algún colectivo o persona afín al político o famoso.
Y pensando en mi abuela no encuentro razones para que a personajes a los que se les pone el nombre sea para reconocerles una labor que han realizado durante su mandato político, en nombre de una determinada ideología, cobrando por ello y repartiendo el dinero público según su propio criterio.
¿Qué necesidad hay de que pasado un tiempo otra comisión tenga que cambiar el nombre del político en las placas públicas?
























