Se está perdiendo la capacidad para valorar
Cada día estoy mas seguro que el ser humano tiene una capacidad increíble para camuflar, adornar y saber vender con la mejor sonrisa, aunque se note perfectamente que es cínica, cosas de las que debería avergonzarse. ¿Cómo se puede vender solidaridad desde la opresión? Pues… ¡se vende!. Y se hace tan ricamente. Seguramente piensan que estamos en el limbo y hasta yo me lo planteo en algún momento porque es impresionante como nos lo tragamos todo dentro de nuestro propio alucine. Cada día estoy más seguro que estamos perdiendo el espíritu de lucha para convertirnos en carne de manada..
Nos estamos convirtiendo en fanáticos que solamente vemos por el agujero que se nos impone y eso tiene sus consecuencias, perder nuestra capacidad para valorar cada una de las situaciones con respeto y la mayor justicia.
Sinceramente creo que los “listos de turno” se han dado cuenta de que estamos mas preocupados por nosotros mismos, por nuestros intereses que por el bien común. Se han percatado de ello y como saben que todo lo que surge a nuestro alrededor nos importa un carajo, nos ponen en bandeja verdaderas bestialidades, propuestas absurdas, mensajes irracionales y nos los tragamos tan ricamente. Todo ello porque se está perdiendo, según mi punto de vista, el interés por crear una sociedad justa. Ni entramos a valorar lo positivo, por muy bien que se esté haciendo, ni entramos a denunciar lo negativo por mucho que afecte a nuestra vida ¡Nos interesa solamente nuestro beneficio aunque para ello nos tengamos que llevar por delante a todo el que se cruce en nuestro camino con un proyecto de vida similar al nuestro! Estamos viviendo, y estoy seguro que se ha acentuado con la pandemia, una etapa de crispación, de odios desmesurados. Todo lo criticamos, lo atacamos y lo ponemos en tela de juicio sin la menor importancia. Nos cuesta sonreír, ser felices y que lo sean los demás lo consideramos inaceptable. Es más, hacemos lo posible para que esto no ocurra. Somos capaces de subir peldaños aunque sean a costa de pisar el cuello a otros para conseguirlo y lo más cínico de esta situación es que encima lo hacemos con la sensación de triunfo, cuando en realidad, la conciencia, tendría que mostrarnos con frecuencia nuestra imagen de indeseable, simplemente para hacernos recapacitar.
Sería necesario, antes de entrar en esta maligna competitividad, erradicar la crispación que vivimos a diario e intentar ser feliz y que cada uno lo sea a su manera pero tengo la sensación de ir para atrás, de perder todos los logros conseguidos y eso es algo, que a mí personalmente, me duele en el alma. Intentemos ser felices a toda costa porque como dijo Jorge Bucay: “El tiempo que se disfruta es el verdadero tiempo vivido”.
Cada día estoy mas seguro que el ser humano tiene una capacidad increíble para camuflar, adornar y saber vender con la mejor sonrisa, aunque se note perfectamente que es cínica, cosas de las que debería avergonzarse. ¿Cómo se puede vender solidaridad desde la opresión? Pues… ¡se vende!. Y se hace tan ricamente. Seguramente piensan que estamos en el limbo y hasta yo me lo planteo en algún momento porque es impresionante como nos lo tragamos todo dentro de nuestro propio alucine. Cada día estoy más seguro que estamos perdiendo el espíritu de lucha para convertirnos en carne de manada..
Nos estamos convirtiendo en fanáticos que solamente vemos por el agujero que se nos impone y eso tiene sus consecuencias, perder nuestra capacidad para valorar cada una de las situaciones con respeto y la mayor justicia.
Sinceramente creo que los “listos de turno” se han dado cuenta de que estamos mas preocupados por nosotros mismos, por nuestros intereses que por el bien común. Se han percatado de ello y como saben que todo lo que surge a nuestro alrededor nos importa un carajo, nos ponen en bandeja verdaderas bestialidades, propuestas absurdas, mensajes irracionales y nos los tragamos tan ricamente. Todo ello porque se está perdiendo, según mi punto de vista, el interés por crear una sociedad justa. Ni entramos a valorar lo positivo, por muy bien que se esté haciendo, ni entramos a denunciar lo negativo por mucho que afecte a nuestra vida ¡Nos interesa solamente nuestro beneficio aunque para ello nos tengamos que llevar por delante a todo el que se cruce en nuestro camino con un proyecto de vida similar al nuestro! Estamos viviendo, y estoy seguro que se ha acentuado con la pandemia, una etapa de crispación, de odios desmesurados. Todo lo criticamos, lo atacamos y lo ponemos en tela de juicio sin la menor importancia. Nos cuesta sonreír, ser felices y que lo sean los demás lo consideramos inaceptable. Es más, hacemos lo posible para que esto no ocurra. Somos capaces de subir peldaños aunque sean a costa de pisar el cuello a otros para conseguirlo y lo más cínico de esta situación es que encima lo hacemos con la sensación de triunfo, cuando en realidad, la conciencia, tendría que mostrarnos con frecuencia nuestra imagen de indeseable, simplemente para hacernos recapacitar.
Sería necesario, antes de entrar en esta maligna competitividad, erradicar la crispación que vivimos a diario e intentar ser feliz y que cada uno lo sea a su manera pero tengo la sensación de ir para atrás, de perder todos los logros conseguidos y eso es algo, que a mí personalmente, me duele en el alma. Intentemos ser felices a toda costa porque como dijo Jorge Bucay: “El tiempo que se disfruta es el verdadero tiempo vivido”.
























