Ten siempre a mano una sonrisa
Dijo Gabriel García Márquez: “La vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda y como la recuerda para contarla”. Siguiendo esta sabia reflexión deberíamos mezclarla con nuestras emociones, nuestras vivencias y recuerdos más hermosos, cerrar los ojos… y disfrutar.
No es fácil, de eso soy consciente, porque en nuestra vida también acumulamos muchas sombras, muchos momentos de padecimiento e incertidumbre y esos momentos son muy difícil deshacernos de ellos. Hay que intentarlo con todas nuestras fuerzas y creo que podemos conseguirlo, solo hay que evitar removerlos e intentar recrearnos en todo lo positivo vivido.
Estoy seguro que si acumulas fuerza e ilusión puedes superar ese camino no ajeno de trabas y muros difícil de superar, y por supuesto, no exento de dificultades que se van acumulando sin que apenas tenga la opción de rechazar o al menos, ignorar.
Sé que nuestra vida está trenzada de momentos de alegría y de tristeza pero hay que saber, valorar y tener la decisión que deshaga esa trenza y seleccione esos momentos maravillosos que nos puso el destino en el camino. Recordar momentos de la niñez imborrables, días de convivencia con familiares, situaciones que te propiciaron una alegría infinita, logros conseguidos que hicieron que tus ojos brillasen… y para mí, siempre lo digo porque lo considero vital, recordar a esos seres queridos que se fueron para siempre de nuestra vida. ¡Tenemos que cambiar las lágrimas por las sonrisas! Y cuando nos sintamos tristes o solos, en lugar de lamentarnos por las ausencias, lancemos una inmensa sonrisa al cielo.
Tenemos que ser fuertes y luchar siempre por nuestra felicidad. Hacer lo posible por conseguir nuestras metas, nuestros proyectos de vida. No sentirnos heridos jamás y si el destino nos sorprende con momentos de tristezas, sufrirlo de la mejor manera posible, sin hundirnos en el fango porque de ahí es muy difícil salir. No merece la pena. Tenemos solo una vida y es demasiado corta. Si nos paramos a pensarlo se nos va de las manos sin apenas darnos cuenta de ello. Sinceramente, no merece la pena malgastar nuestro tiempo con envidias, rencores, penas… son barreras que se interponen para que no puedan saltar a la luz toda esa luminosidad que da una sonrisa.
No dejar jamás que tu corazón asimile impotente los malos momentos y mucho menos hacerlo en soledad porque toda persona siempre tiene a alguien dispuesto a compartir contigo esos momentos. ¡Siempre hay alguien que llega algún día a llamar, para quedarse, a la puerta de tu corazón! Ten siempre a mano una sonrisa.
Dijo Gabriel García Márquez: “La vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda y como la recuerda para contarla”. Siguiendo esta sabia reflexión deberíamos mezclarla con nuestras emociones, nuestras vivencias y recuerdos más hermosos, cerrar los ojos… y disfrutar.
No es fácil, de eso soy consciente, porque en nuestra vida también acumulamos muchas sombras, muchos momentos de padecimiento e incertidumbre y esos momentos son muy difícil deshacernos de ellos. Hay que intentarlo con todas nuestras fuerzas y creo que podemos conseguirlo, solo hay que evitar removerlos e intentar recrearnos en todo lo positivo vivido.
Estoy seguro que si acumulas fuerza e ilusión puedes superar ese camino no ajeno de trabas y muros difícil de superar, y por supuesto, no exento de dificultades que se van acumulando sin que apenas tenga la opción de rechazar o al menos, ignorar.
Sé que nuestra vida está trenzada de momentos de alegría y de tristeza pero hay que saber, valorar y tener la decisión que deshaga esa trenza y seleccione esos momentos maravillosos que nos puso el destino en el camino. Recordar momentos de la niñez imborrables, días de convivencia con familiares, situaciones que te propiciaron una alegría infinita, logros conseguidos que hicieron que tus ojos brillasen… y para mí, siempre lo digo porque lo considero vital, recordar a esos seres queridos que se fueron para siempre de nuestra vida. ¡Tenemos que cambiar las lágrimas por las sonrisas! Y cuando nos sintamos tristes o solos, en lugar de lamentarnos por las ausencias, lancemos una inmensa sonrisa al cielo.
Tenemos que ser fuertes y luchar siempre por nuestra felicidad. Hacer lo posible por conseguir nuestras metas, nuestros proyectos de vida. No sentirnos heridos jamás y si el destino nos sorprende con momentos de tristezas, sufrirlo de la mejor manera posible, sin hundirnos en el fango porque de ahí es muy difícil salir. No merece la pena. Tenemos solo una vida y es demasiado corta. Si nos paramos a pensarlo se nos va de las manos sin apenas darnos cuenta de ello. Sinceramente, no merece la pena malgastar nuestro tiempo con envidias, rencores, penas… son barreras que se interponen para que no puedan saltar a la luz toda esa luminosidad que da una sonrisa.
No dejar jamás que tu corazón asimile impotente los malos momentos y mucho menos hacerlo en soledad porque toda persona siempre tiene a alguien dispuesto a compartir contigo esos momentos. ¡Siempre hay alguien que llega algún día a llamar, para quedarse, a la puerta de tu corazón! Ten siempre a mano una sonrisa.
























