Andrea Tejeda, de Montijo, Alicia Jaen, de Puebla de Obando, y Sheila Cerrato, de Barbaño, son jugadoras del Santa Teresa Badajoz, equipo que ha sido una de las más grandes canteras de fútbol femenino en la región y, junto al mítico CF Puebla, único equipo que ha conseguido llegar a la élite, disputando varios años en Primera División.

El Santa Teresa ha sido referente en Extremadura durante muchos años, como ejemplo a seguir, como un equipo y una afición entregados hacia un deporte y un escudo que quieren.

Pero de un tiempo a esta parte, como si de un castillo de naipes se tratara, todo se ha ido derrumbando en el club.

Coincidiendo con el descenso del primer equipo a la entonces denominada Reto Iberdrola, los cimientos del Santa, se fueron removiendo. Varios cambios de directiva, dos descensos de categoría consecutivos que arrastraron también al filial, equipos hechos partiendo de prácticamente de cero temporada tras temporada… y una gran deuda generada (de la que ya han sido abonados 27.000 euros necesarios para poder inscribir a las jugadoras) que llevaron al club al borde del precipicio. Empezaron así a llegar las denuncias.

No hay primer equipo en el Santa Teresa. Después de anunciar dos fichajes de renombre como eran Alba Merino y Raquel Pinel, el Santa Teresa iniciaba temporada sin jugadoras inscritas en la federación. El primer equipo, que competiría en 2ªRFEF, desapareció, sin ser anunciado en una web que está desactualizada, ni tampoco en redes sociales. Como por arte de magia.

Los padres se organizan para sacar adelante al Santa Teresa

La situación se ha ido tornando tan oscura, que muchos han abandonado el barco, pero aún quedan dos equipos en el Santa que tratan de sacarlo a flote.

Visto lo trágico de la situación, los padres se pusieron en marcha y crearon una Junta Gestora para solventar la temporada.

Isabel Machuca, Alfonso Cerrato y Emi González, apoyados por el resto de padres y por las niñas, encabezan una lucha por sacar adelante al actual Santa Teresa: “Salieron todos huyendo y nos dejaron solos y sin ayuda, sin decirnos lo que teníamos o no teníamos que hacer, al cargo de unas niñas temerosos de que su club, en el que llevaban tantos años, desapareciera y sin saber, desde nuestra postura, darles ninguna esperanza ni respuesta. Está siendo muy duro”, matizan. Señalan estos padres, que a pesar de su lucha, de llamar a muchas puertas, no están consiguiendo apenas ayuda. “La poca que nos están ofreciendo viene de Bizcaia, Las Palmas… de fuera de nuestra región. (…) El legado que nos han dejado nos sigue haciendo daño”.

Entre ellos, incluido el propio entrenador, José Durán, se encargan de conseguir el dinero para los bocadillos, la fruta, el agua y el transporte, viajando de madrugada si es necesario para disputar un encuentro por la mañana. “Nada de dormir fuera, es un lujo que no nos podemos permitir”. Pero cada vez es más difícil y no pueden permitirse faltar a ningún partido más (no pudieron disputar el primer partido de la temporada) si no quieren ser descalificadas de la competición.

A pesar de ser conscientes de lo complicado de la situación, siguen luchando para, al menos finalizar la temporada dignamente. Lo que queda del Santa Teresa, las 14 niñas que componen el filial (además de las 16 con que cuenta el Base) son todo un ejemplo de constancia, de ser un equipo no sólo en el terreno de juego, sino fuera del mismo: “Estas niñas quieren salvar su club, al menos intentarlo”.

Al final, lo que están demostrando es haber asimilado a la perfección los valores del deporte: el compromiso, la colaboración, el esfuerzo y el respeto, a pesar de la competitividad.