Lunes, 08 de Diciembre de 2025

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Andrés Acevedo
Lunes, 05 de Diciembre de 2022 Actualizada Lunes, 05 de Diciembre de 2022 a las 18:02:48 horas

No hay mejor forma de recordar que tratar de olvidar

Me encantan las paradojas, lo sé. Me fascina, cómo la experiencia se esmera en contradecir al supuesto sentido común. Cómo en algunas ocasiones los más cabales consejos nos conducen directamente hacia el abismo.
Tenemos como regla aprendida que cuanto más esfuerzo pongamos en una tarea, mejores resultados obtendremos en ella. Y en líneas generales funciona, o al menos es así con los aspectos que dependen de nuestro control voluntario. Sin embargo, existe un conjunto de acciones sobre las que no tenemos más que un control indirecto. Podemos hacer cosas que favorezcan la aparición de eso que buscamos, pero no que lo provoquen directamente. Pongamos como ejemplo dormir, mantener una erección o conseguir relajarse. Todas estas acciones no pueden lograrse mediante acción voluntaria por mucho que nos esmeremos. Es más, paradójicamente cuando más lo intentemos, mucho más probable es que fracasemos en ello. Si has tenido alguna noche de insomnio sabrás que no hay mejor forma de mantenerse despierto que pasarla haciendo grandes esfuerzos por dormirte.
Olvidar algo pertenece a esa misma categoría. No existe mecanismo alguno por el cual arrastrar los archivos que no nos gustan de nuestra experiencia a la papelera de reciclaje de nuestro cerebro.
Todos tenemos acontecimientos desagradables o dolorosos que nos gustaría no recordar. Acontecimientos que nos cuesta gestionar y que la lógica nos dice que deberíamos tratar de dejar atrás. Uno no puede vivir siempre anclado al pasado, reaccionando ahora a lo que sucedió entonces. Eso limita nuestra capacidad de movimiento y nos mete en un círculo de reexperimentar esos eventos una y otra vez  . Sin embargo, si obedecemos a la regla que comentábamos antes de que para conseguir algo se debían aplicar los mayores esfuerzos para provocarlo de forma directa, fracasaremos en nuestra tarea sin ningún margen de duda y acabaremos aún más metidos en aquello que deseamos esquivar
Es más, tú y yo podemos hacer ahora un experimento: Lee con atención y si se puede en voz alta el siguiente número: 1234. Hazlo unas 5 o 6 veces.
Bien, ahora trata de poner todo tu empeño en olvidar este número. Puedes hacer lo que quieras: ver la tele, pensar en lo que hiciste ayer… sólo hay una condición: Mientras que lo haces debes de estar asegurándote que no estás recordando nuestro número. Si dejaras de hacer este esfuerzo, el ejercicio no será válido porque lo habrás podido conseguir olvidar, pero lo habrás hecho sin tú provocarlo directamente. Habrá sido una consecuencia residual de estar ensimismado en la tele o en tu recuerdo de ayer.
Prueba a ver qué tal.

 

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