Salario emocional
No todo fueron todos aspectos negativos los que vinieron con la pandemia que sufrimos y que ha dejado las consultas de psiquiatras, psicólogos y fisios a rebosar de personal. El hecho de tener que encerrarnos y, viendo muchas empresas (y administraciones, sí) que no disminuía el rendimiento de sus trabajadores, han ido pactando con ellos, fundamentalmente la posibilidad de poder realizar el trabajo diario desde casa y así evitar los traslados a la oficina, de forma que en condiciones normales, se benefician tanto el trabajador, que gana en calidad de vida, como la empresa, que ve como en condiciones óptimas de trabajo, el rendimiento de los trabajadores ha progresado en cuanto se han mejorado sus condiciones a la hora de realizar sus trabajos. Desde los años 80, con las nuevas empresas de tecnología, y gracias a dos elementos como eran el de trabajos que se podían realizar coordinados de forma online con mínima presencia en las oficinas y en el caso de trabajo en oficina, creadas con estructuras que permitían el descanso en lugares con zonas de ocio y con departamentos preocupados por la salud y el bienestar de sus trabajadores, se comprobó que en líneas generales, las empresas obtenían mayor rendimiento en sus trabajadores, lo que conllevaba mejores beneficios. Los trabajadores estaban más motivados y apostaban por empresas que tuvieran esos beneficios sobre los trabajadores. Al fin y al cabo, resultaban beneficiados ambos.
Y es que el salario emocional es un elemento clave a la hora de tener plantillas estables en las empresas. Se trata de un complemento jugoso para que los trabajadores estén más motivados y decidan apostar por la empresa que los tiene contratados durante muchos años, lo que hará que apuesten por la empresa durante muchos años.
Y es que es verdad, cada día más, los trabajos ya no son sólo trabajos. Tenemos interés en crecer en el aspecto personal y profesional y nos agrada ser valorados y reconocidos en nuestros empleos. Eso lo saben las empresas y procuran ofrecernos salario emocional para que nos merezca la pena luchar y dar el máximo de nosotros mismos.
Esa idea en cierto sentido la están practicando las administraciones públicas con distintos resultados. Una vez reintegrados a los despachos después del Covid, las administraciones han optado con acierto dar posibilidad a sus trabajadores de compaginar la vida familiar y laboral. El problema es comprobar el rendimiento de estos trabajadores que trabajan desde su casa. Si se consigue aunar rendimiento de los trabajadores con servicio a los usuarios, habremos ganado mucho en la imagen de las administraciones públicas. De lo contrario, pondremos una losa en la credibilidad de nuestras administraciones. [email protected]
No todo fueron todos aspectos negativos los que vinieron con la pandemia que sufrimos y que ha dejado las consultas de psiquiatras, psicólogos y fisios a rebosar de personal. El hecho de tener que encerrarnos y, viendo muchas empresas (y administraciones, sí) que no disminuía el rendimiento de sus trabajadores, han ido pactando con ellos, fundamentalmente la posibilidad de poder realizar el trabajo diario desde casa y así evitar los traslados a la oficina, de forma que en condiciones normales, se benefician tanto el trabajador, que gana en calidad de vida, como la empresa, que ve como en condiciones óptimas de trabajo, el rendimiento de los trabajadores ha progresado en cuanto se han mejorado sus condiciones a la hora de realizar sus trabajos. Desde los años 80, con las nuevas empresas de tecnología, y gracias a dos elementos como eran el de trabajos que se podían realizar coordinados de forma online con mínima presencia en las oficinas y en el caso de trabajo en oficina, creadas con estructuras que permitían el descanso en lugares con zonas de ocio y con departamentos preocupados por la salud y el bienestar de sus trabajadores, se comprobó que en líneas generales, las empresas obtenían mayor rendimiento en sus trabajadores, lo que conllevaba mejores beneficios. Los trabajadores estaban más motivados y apostaban por empresas que tuvieran esos beneficios sobre los trabajadores. Al fin y al cabo, resultaban beneficiados ambos.
Y es que el salario emocional es un elemento clave a la hora de tener plantillas estables en las empresas. Se trata de un complemento jugoso para que los trabajadores estén más motivados y decidan apostar por la empresa que los tiene contratados durante muchos años, lo que hará que apuesten por la empresa durante muchos años.
Y es que es verdad, cada día más, los trabajos ya no son sólo trabajos. Tenemos interés en crecer en el aspecto personal y profesional y nos agrada ser valorados y reconocidos en nuestros empleos. Eso lo saben las empresas y procuran ofrecernos salario emocional para que nos merezca la pena luchar y dar el máximo de nosotros mismos.
Esa idea en cierto sentido la están practicando las administraciones públicas con distintos resultados. Una vez reintegrados a los despachos después del Covid, las administraciones han optado con acierto dar posibilidad a sus trabajadores de compaginar la vida familiar y laboral. El problema es comprobar el rendimiento de estos trabajadores que trabajan desde su casa. Si se consigue aunar rendimiento de los trabajadores con servicio a los usuarios, habremos ganado mucho en la imagen de las administraciones públicas. De lo contrario, pondremos una losa en la credibilidad de nuestras administraciones. [email protected]