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Andrés Acevedo
Viernes, 04 de Noviembre de 2022 Actualizada Viernes, 04 de Noviembre de 2022 a las 19:55:08 horas

¿Por qué tengo que pensar estas cosas?


Muchas personas me preguntan en consulta por qué les vienen determinados pensamientos que no les gustan. ¿Por qué les tiene que venir la idea de que su pareja no les valora o que esos lunares no son normales si ya saben que eso no es así?. Por qué no pueden tener sólo determinados pensamientos que les resultan útiles y lógicos.
Yo les suelo responder que los pensamientos son azarosos, arbitrarios, que el cerebro es una máquina de relacionar estímulos y que es capaz de hacerlo de cualquier manera, nos guste o no. Veámoslo tú y yo aquí con un ejemplo práctico.
Pensemos, mi querido lector, en un objeto cualquiera. Algo sencillo que tengas a la vista. Yo pensaré en mi lámpara de pie.
Piensa ahora en un segundo objeto que no tenga nada que ver con el primero. Cualquier cosa. Yo tomaré como segunda elección la taza de café que tengo sobre la mesa.
Bien, decíamos antes que el cerebro se dedica a hacer relaciones entre estímulos y que las puede hacer de cualquier forma. Probemos entonces con estos dos estímulos que hemos elegido a ponerlo en práctica.
Intentemos buscar alguna relación por la cual el objeto número uno (la lámpara) pueda ser “mejor” que el objeto número dos (la taza). Soy consciente del poco sentido que parece tener esto, pero por favor intenta relacionar de esta forma tus dos objetos, pronto verás que empiezas a encontrar algunas posibilidades.
¿Ya lo tienes?¿Qué se te ocurrió? Yo he pensado que la lámpara puede ser mejor que la taza porque es más compleja, es más valiosa económicamente y porque sin lámpara me vería más limitado por las noches que sin una simple taza. ¿Ves que rápido funciona? Basta con poner dos estímulos uno frente al otro  y empezar a encontrar formas de relación.
Probemos una segunda vez. En esta ocasión hagámoslo un poco más difícil, intentemos ver cómo el segundo objeto puede ser “el padre” del primero.
¿Te vino algo? A mi se me ha ocurrido que la taza puede ser “el padre” de la lámpara porque es más antigua en el tiempo , porque quizá alguno de los componentes de la lámpara puedan contener restos cerámicos generados a raíz de una taza. Incluso he pensado que tal vez la persona que fabricó la lámpara lo hizo tras varias tazas de café mientras trabajaba.
Entonces, si somos capaces de relacionar estímulos tan dispares como una taza y una lámpara que no nos preocupan en nuestro día a día en poco más que 5 minutos de ejercicio, ¿qué relaciones no seremos capaces de encontrar con asuntos que nos importan y que les dedicamos tiempo como la salud o la relación de pareja?

 

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