8 de marzo: Día Internacional de las Mujeres
Este año el 8 de marzo se ha mezclado con los carnavales. Y sobre todo con la crisis.
Las mujeres no son un colectivo, son un genérico. El genérico de las mujeres comprende más de la mitad de la humanidad. El genérico de las mujeres sufre las crisis con mayor intensidad que el de los hombres. Porque la mayor parte de las mujeres tienen, heterodesignada, la función privada del cuidado. Al compañero, a los hijos, a los padres, a otras mujeres. En privado, en silencio, sin salario, muchas mujeres trabajan: ”las mujeres lo que queremos es empleo, que trabajo ya tenemos”.
Otras ya se han incorporado a la vida laboral, a lo público. Aún son menos que los hombres. La tasa de actividad femenina, de 52,60%, es 15,12 puntos porcentuales inferior a la de los varones. Las mujeres continúan siendo minoría en el empleo, el 41,66%, mientras que los varones suponen el 54,21%, el 12,55% más, a pesar de ser las mujeres quieres presentan un mayor nivel formativo, ya que representan el 60% de la población con titulación superior.
Durante los dos últimos años el paro femenino ha superado el 20% (20,79%), y son mayoría entre los desempleados de larga duración. Caracteriza al paro femenino su estructuralidad y su especial incidencia en dos grupos de edades: las mujeres mayores de 45 años y las menores de 30; este último colectivo presenta una tasa de paro del 40 %. Los trabajadores varones, por efecto de la destrucción de empleo en la construcción y la industria, han sido los más damnificados, alcanzado tasas del 19,95% de paro en los dos últimos años.
Las condiciones laborales de las trabajadoras contienen importantes factores de desigualdad. Los contratos a tiempo parcial recaen sobre las mujeres en un 83% del total y están asociados a empleos de baja cualificación, menor salario, menor cotización a la Seguridad Social y menores oportunidades de promoción. Tampoco se traducen en mejoras en la adecuación de los tiempos de trabajo y de atención familiar, porque las mujeres no optan a ellos voluntariamente, sino por falta de otras oportunidades. El contrato a tiempo parcial, en definitiva, es uno de los más importantes factores de desigualdad laboral y retributiva en España, por su precarización y segregación.
La brecha salarial de género, estimada es del 27%, está presente en todos los sectores y en todas las ocupaciones. La discriminación salarial por razón de género se traslada a las prestaciones por desempleo y a las pensiones, produciéndose también una importante brecha en la protección social.
La igualdad de género es la revolución pendiente, la que siempre se ha aplazado para dar paso a otras, primero a las que dieron lugar a los derechos civiles y políticos, luego las que produjeron los derechos sociales. Pero la revolución por la igualdad de género ya está en marcha, el 8 de marzo nos sirve para ver en qué situación nos encontramos con respecto al objetivo final: la igualdad efectiva entre mujeres y hombres
Este año el 8 de marzo se ha mezclado con los carnavales. Y sobre todo con la crisis.
Las mujeres no son un colectivo, son un genérico. El genérico de las mujeres comprende más de la mitad de la humanidad. El genérico de las mujeres sufre las crisis con mayor intensidad que el de los hombres. Porque la mayor parte de las mujeres tienen, heterodesignada, la función privada del cuidado. Al compañero, a los hijos, a los padres, a otras mujeres. En privado, en silencio, sin salario, muchas mujeres trabajan: ”las mujeres lo que queremos es empleo, que trabajo ya tenemos”.
Otras ya se han incorporado a la vida laboral, a lo público. Aún son menos que los hombres. La tasa de actividad femenina, de 52,60%, es 15,12 puntos porcentuales inferior a la de los varones. Las mujeres continúan siendo minoría en el empleo, el 41,66%, mientras que los varones suponen el 54,21%, el 12,55% más, a pesar de ser las mujeres quieres presentan un mayor nivel formativo, ya que representan el 60% de la población con titulación superior.
Durante los dos últimos años el paro femenino ha superado el 20% (20,79%), y son mayoría entre los desempleados de larga duración. Caracteriza al paro femenino su estructuralidad y su especial incidencia en dos grupos de edades: las mujeres mayores de 45 años y las menores de 30; este último colectivo presenta una tasa de paro del 40 %. Los trabajadores varones, por efecto de la destrucción de empleo en la construcción y la industria, han sido los más damnificados, alcanzado tasas del 19,95% de paro en los dos últimos años.
Las condiciones laborales de las trabajadoras contienen importantes factores de desigualdad. Los contratos a tiempo parcial recaen sobre las mujeres en un 83% del total y están asociados a empleos de baja cualificación, menor salario, menor cotización a la Seguridad Social y menores oportunidades de promoción. Tampoco se traducen en mejoras en la adecuación de los tiempos de trabajo y de atención familiar, porque las mujeres no optan a ellos voluntariamente, sino por falta de otras oportunidades. El contrato a tiempo parcial, en definitiva, es uno de los más importantes factores de desigualdad laboral y retributiva en España, por su precarización y segregación.
La brecha salarial de género, estimada es del 27%, está presente en todos los sectores y en todas las ocupaciones. La discriminación salarial por razón de género se traslada a las prestaciones por desempleo y a las pensiones, produciéndose también una importante brecha en la protección social.
La igualdad de género es la revolución pendiente, la que siempre se ha aplazado para dar paso a otras, primero a las que dieron lugar a los derechos civiles y políticos, luego las que produjeron los derechos sociales. Pero la revolución por la igualdad de género ya está en marcha, el 8 de marzo nos sirve para ver en qué situación nos encontramos con respecto al objetivo final: la igualdad efectiva entre mujeres y hombres