Juan Pablo Sánchez Miranda, profesor y poeta
![[Img #93986]](https://cronicasdeunpueblo.es/upload/images/08_2022/7023_img_8698.jpg)
Criado y educado en Puebla de la Calzada, pertenece a una generación en la que los Reyes Magos regalaban cuentos de Hans Christian Andersen, que aficionaban a la lectura y donde la biblioteca era un lugar “mágico de ocio”.
Licenciado por la Universidad de Extremadura en Filología Inglesa comienza su carrera profesional en el Colegio Calzada Romana pero antes, con 13 años, ya impartía clases particulares a los vecinos durante el verano.
¿Puede presentarse?
Mis padres se llaman Juan y Paula, de ahí que me pusieran Juan Pablo (en mi nombre hay un pedazo de cada uno de ellos). Mi padre es de Puebla de la Calzada y mi madre de Valdelacalzada, hija de colonos procedentes de la Coronada de la Serena. Mi padre ha sido repartidor de butano por la zona durante más de 30 años y ya está disfrutando de su merecida jubilación. Mi madre es ama de casa. Soy el mayor de tres hermanos, los tres varones. Nuestros padres lo han dado todo por nosotros, educándonos desde la humildad, el respeto y la integridad personal.
Sus primeros colegios…
Comencé la Educación Infantil en las Nacionales de Puebla de la Calzada, donde cursé hasta los cinco años. Luego, una vez que pasé a la Primaria, estudié en el Colegio Salesiano María Inmaculada, de Puebla de la Calzada, centro educativo que marcaría mi vida para siempre.
Recuerdos infantiles…
Entre mis primeros recuerdos ya están los libros, toda mi vida ha estado asociada y ligada a ellos. En mi casa, aunque humilde, siempre había libros, mis padres jamás escatimaron en eso. El primero que recuerdo leer (con cuatro o cinco años) es un libro de cuentos de Hans Christian Andersen que me trajeron los Reyes Magos y que aún conservo. De él, me marcó enormemente un cuento titulado “El ruiseñor”, sin duda, mi cuento favorito.
Recuerdo también con mucho cariño el día que me saqué el carnet de la biblioteca municipal de Puebla de la Calzada (allá por el año 87 u 88) y las innumerables tardes de niño soñador que pasaba allí leyendo, adentrándome en un montón de universos nuevos e investigando sobre mis inquietudes. Hoy hay muchos más medios para acceder a la cultura y a la lectura, pero en esos tiempos, sólo disponíamos de la biblioteca, que era como un lugar mágico que te abría todas las puertas del saber.
¿Cómo pasó su infancia?
Pasé una infancia muy feliz, con mis padres y mis hermanos, en una casa pequeña (pero enorme en la fragilidad de la memoria de un niño) de un barrio humilde de Puebla de la Calzada (en la antigua calle García Morato, actualmente calle Ermita). Era un barrio muy alegre, con vecinos cercanos que eran como una segunda familia, con sus puertas siempre abiertas, y una calle llena de niños, donde pasábamos mucho tiempo jugando. Guardo con mucho cariño los recuerdos de los juegos infantiles en la plazoleta de Obispo Fernández Conde y en el parque municipal. Jugábamos al escondite, a policía y ladrón, a bote-bote, a torito en alto, etc. Éramos muy felices con muy poco, y lo poco que había, se compartía sin ningún problema. Aún mantengo muchos de mis amigos de entonces. La infancia es como una patria a la que mis pensamientos vuelven a menudo, pues tengo de ella muy buenos y entrañables recuerdos.
¿Dónde cursa sus estudios?
Tras acabar la EGB en los Salesianos, estudio en el Instituto Enrique Díez Canedo. Una vez finalizan mis estudios allí, me inclino por los idiomas y decido estudiar Filología Inglesa en Cáceres.
Soy licenciado en Filología Inglesa por la Universidad de Extremadura. Estudié la carrera en la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres y continué mi formación en países como Estados Unidos, Inglaterra e Irlanda.
Trayectoria profesional
¿Cuál fue su primer destino?
Poco después de acabar la carrera y las prácticas, consigo trabajar como monitor de inglés en el Colegio Calzada Romana de Puebla de la Calzada. Fue mi primera experiencia como docente, y todo un reto que me aportó un montón de experiencia y de anécdotas, pues tenía grupos de niños muy variopintos, desde los 3 hasta los 12 años. Fue tan sólo un curso escolar, pero me curtí bastante como docente, y eso es de agradecer.
¿Cómo fueron sus comienzos?
La docencia fue algo que me gustó siempre. Mis comienzos fueron con 13 años, cuando varios vecinos me propusieron dar clases particulares a sus hijos. Desde ese año, esa se convirtió en la ocupación de todas mis mañanas de verano, lo que me permitía conseguir algo de dinero para ayudar en mis estudios y para algún que otro pequeño capricho, sobre todo, algún libro.
¿Dónde trabaja actualmente?
Ahora mismo trabajo en el colegio donde estudié, en el Colegio Salesiano María Inmaculada de Puebla de la Calzada. Allí me encargo de la Jefatura de Estudios e imparto clases de Inglés y de Lengua y Literatura en la etapa de ESO.
¿Qué destacaría de su labor docente?
Al principio, se me hacía raro trabajar en el centro donde estudié, pues algunos de mis profesores de la infancia pasaron a ser mis compañeros de trabajo. De mi centro de trabajo destaco el buen clima de convivencia y la familiaridad. Somos como una gran familia toda la comunidad educativa: profesorado, alumnado y familias.
De mi labor docente lo que más me gusta es el contacto y la cercanía con los niños. Me gusta que mi labor no sólo se limite a transmitir conocimientos, sino también a estar cerca de los alumnos, a escucharlos y a hacer que se sientan queridos. Dialogar con ellos es fundamental y ganarte su confianza es una de las cosas más bonitas de la docencia. Es muy emocionante y satisfactorio cuando después de acabar en el colegio, muchos alumnos siguen visitándonos para contarnos cómo les va todo y todo el cariño que nos transmiten.
¿Su profesión es muy compatible con escribir?
Cuando algo te gusta, siempre lo compatibilizas con tu profesión y arañas tiempo de donde no lo hay.
Es cierto que hay ocasiones en las que estoy más ocupado y es difícil buscar un hueco para escribir, pero al final siempre haces por encontrarlo.
¿Escribir es más que un hobby?
Realmente no lo llamaría hobby. Escribir es una forma de vida, una manera de expresarte y de dar forma a una realidad tanto interna como externa, a veces extremadamente compleja.
Es un diálogo constante no sólo con el mundo, sino también conmigo mismo, una puerta de acceso a lo más puro que existe: las emociones, una puerta que necesito atravesar para encajar las partes de un puzle del que formo parte.
¿Conserva su primer escrito “intimista” de creación propia?
Yo no. Quien lo conserva es mi madre, pues es una poesía que le escribí a ella, siendo muy pequeño, para el Día de la Madre.
¿Cuándo comienza a escribir?
No sabría decir exactamente cuándo comienzo a escribir, porque toda la vida desde que tengo uso de razón la recuerdo junto a un lápiz y un papel. Quizás fuera a los seis o siete años.
Me encantaba escribir cuentos que luego contaba a mis hermanos. También poemas que acababa siempre regalando a mis seres queridos.
¿Cuándo sabe uno que tiene vocación de poeta?
Es difícil explicar, pero quizás desde el momento en que te das cuenta que la escritura para ti es como un refugio y que te cuesta menos expresar lo que sientes escribiéndolo que hablándolo. Cuando los versos vienen de manera inconsciente a cualquier hora, como visiones, en muchas ocasiones en plena madrugada, mientras duermes, y tienes que levantarte rápidamente para tomar nota de esa idea antes de que se desvanezca. También cuando percibes el lenguaje no sólo como un mecanismo de comunicación, sino como un instrumento para crear belleza y eso hace que notes sobre tu mente, al escribir, el peso de cada palabra, de cada verso, de cada rima, como si fueran parte de ti. Pienso que la misma vida te va mostrando indicios de que lo tuyo es la poesía según la vas recorriendo.
¿Qué le lleva a escribir?
Escribir para mí es más una necesidad que otra cosa, igual que beber o comer. Sin la escritura, mi vida estaría incompleta. Es una manera de expresar lo que llevo dentro, algo que fuera de un poema, para mí es prácticamente imposible.
¿Tiene antecedentes artísticos en su familia?
Que sepamos, en mi familia no hay antecedentes en poesía, pero sí en otras categorías artísticas. Mi abuela era una gran bailarina, igual que mi hermano pequeño, que es bailarín profesional y tiene un montón de premios en su haber, tanto nacionales como internacionales. Mi madre también ha hecho sus pequeños pinitos como actriz.
¿Suele participar mucho en certámenes?
Tardé mucho en presentar mis poemas a certámenes literarios porque me daba reparo sacar a la luz mi intimidad. Al principio, participaba más en este tipo de certámenes porque era una manera de darme a conocer en los ambientes literarios. Últimamente, aunque mande algún que otro poema, no participo en tantos, quizás porque tenga otras prioridades.
¿Lo considera importante?
Todo depende de cómo lo enfoques. Si quieres darte a conocer, sí que son importantes como escaparate, pero para ser un buen escritor, pues no. Hay grandísimos escritores que jamás se han presentado a un certamen literario. Lo que resulta muy satisfactorio de estos premios es ver que algo que has creado en la más pura intimidad entregando tu alma al silencio y a la quietud de la tinta y el papel, es capaz de romper su caparazón, traspasar los confines de tus emociones y llegar al corazón de un jurado, de un grupo de personas a los que no conoces de nada y a los que ese poema en concreto te acaba uniendo. Eso es mucho más gratificante que la cuantía material que puedas ganar.
Su primer certamen…
Un concurso de microrrelatos en Asturias.
Mi primer premio fue con diez años, el primer premio en un concurso de cuentos organizado por el Ayuntamiento de Puebla de la Calzada.
Como escritor ya más profesional, el primer premio que recibí fue en 2011: un segundo premio en el XVII Certamen Nacional de Poesía San Pedro con un poema titulado “Expiación”, que acabaría incluyendo después en mi primer libro.
Llevo 12 o 13 años presentándome a concursos literarios, y la verdad es que no me ha ido mal. Pero para mí, más que la cantidad de premios, lo más importante ha sido llegar al corazón de los lectores. También valoro mucho la cantidad de amigos escritores que he ido haciendo por el camino, los cuales me han aportado y enriquecido bastante como escritor y, fundamentalmente, como persona.
¿El premio más significativo?
Si tuviera que elegir uno sería el de Poblanchino del Año que me otorgaron en 2019 en Puebla de la Calzada por mi trayectoria como escritor. Mi pueblo es la raíz, la insignia, la marca imborrable con la que con tanto orgullo ha viajado mi poesía cada vez que ha sido premiada o la he recitado en algún sitio, por ese motivo, recibir ese galardón en mi “casa”, rodeado de mis vecinos, amigos y familiares supuso para mí un momento muy emocionante que jamás olvidaré.
¿Cuáles son su referentes literarios?
Uno de mis grandes referentes literarios y poeta de sobremesa es Federico García Lorca. Admiro en él el elemento visionario de su poesía, la originalidad de sus metáforas y la sensibilidad que emanan sus versos. De todas sus obras, la que más me impactó fue “Poeta en Nueva York”. Es impresionante el uso que hace del lenguaje y las imágenes tan novedosas e impactantes que emplea. Otro de mis referentes es la novelista británica Virginia Woolf por el alto lirismo y profundidad de sus novelas , así como por el estudio tan complejo y fascinante que hace de la mente humana. Aunque se trata de una novelista, su estilo ha influido bastante algunos de mis versos. Mi tercer referente es la cantautora Cecilia, cuyas letras y visión sensible pero certera y crítica del mundo exterior e interior de cada uno, siempre me inspiran a la hora de escribir. Para mí, algunas de sus canciones están a la misma altura que los mejores poemas españoles del siglo XX.
¿Sus autores preferidos?
La lista es innumerable, y seguro que me quedo alguno en el tintero. Me encantan los poetas de la Generación del 27, sobre todo Lorca. En poesía, admiro también a autores como Luis García Montero, Alejandra Pizarnik, W.B. Yeats, Juan Ramón Jiménez, Sylvia Plath, Rosalía de Castro, Jorge Manrique, Emily Dickinson o Jaime Gil de Biedma. En narrativa, me encantan novelistas tan variados como Virginia Woolf, Gabriel García Márquez, Carlos Ruíz Zafón, William Faulkner, D.H, Lawrence, Camilo José Cela, Nathaliel Hawthorne, Espido Freire, Ernest Hemingway o Diane Setterfield.
¿Cuántos libros en su haber?
En casa tengo cientos de libros a los que trato con mucho mimo, no sabría decir el número exacto. Incluso conservo mis primeras lecturas infantiles. Soy un apasionado de los libros, y sin duda, un libro es el mejor regalo que se me puede hacer. Para mí, una casa sin libros es una casa vacía, sin alma.
¿Tiene libros editados?
Sí, hasta ahora tengo tres libros editados, los tres son poemarios: “Estatuas” (2013), “Donde los charcos abrazan tu reflejo” (2016) y “El sueño de los erizos” (2021). Además, he tenido la suerte de colaborar en numerosas antologías nacionales e internacionales tanto de poesía como de prosa.
¿Cuál es la temática principal?
Cada libro lo concibo como un capítulo diferente de mi vida, por lo que la temática cambia de uno a otro. Mi primer poemario, “Estatuas”, lo abordé como un cántico dolorido a sentimientos como la soledad, incomunicación, melancolía o desolación. Es una obra en la que pretendí deshumanizar al hombre para hacerlo más humano. En mi segundo poemario, “Donde los charcos abrazan tu reflejo”, intenté poner voz a la ausencia y al amor y convertirlos en seres de carne y hueso en un poemario circular que comienza entre las brumas inertes de la noche y termina acunado por los brazos tibios y esperanzadores del día. Por último, mi tercer poemario, “El sueño de los erizos” aborda el tema de la muerte, de la pérdida de un ser querido y supone un viaje de sanación y reconciliación con el mundo y con uno mismo alrededor de una herida que acabará convirtiéndose en una bella cicatriz.
Va dedicado especialmente a alguien?
Mi primer poemario lo dediqué a la humanidad en general, concebida como un vasto jardín de estatuas (de ahí su título). El segundo, a mi mujer y mis hijos, por ser la tierna luz de esperanza que ilumina todos los rincones de mi alma. Y el tercero, a mi tío Cristóbal, hermano de mi padre, cuya ausencia originó la herida de donde brotaron la mayor parte de esos versos.
¿Qué temas toca principalmente?
Cualquier tema que me interesa como ser humano, temas universales como el amor, la tristeza, la ausencia, la muerte, las injusticias, los sueños propios y de otros, etc. Escriba sobre lo que escriba, mis poemas casi siempre suelen tener un poso de melancolía.
¿Cuáles son sus fuentes de inspiración?
La vida misma. Cualquier cosa que llame mi atención y me provoque algún tipo de sensación. Mis sentidos están constantemente al acecho, y cualquier cosa puede convertirse en indicio o resorte que haga que se detone un poema: desde una hoja que cae, hasta una conversación con amigos, un recuerdo, el viento meciendo los trigales, el saludo alegre y entusiasta de mi perro, los colores de un paisaje, la pérdida de un ser querido, una caricia o compartir un paraguas bajo la lluvia. Pienso que la realidad, la vida cotidiana, está llena de códigos invisibles, y es importante saber vislumbrarlos y leerlos entre líneas pues detrás de cada uno de ellos hay poemas aguardando. En ese sentido, me considero una persona muy observadora, siempre intentando ver qué hay más allá de las cosas. También me inspiran mucho a la hora de escribir ciertas lecturas y la música de mis cantantes favoritos.
¿Prosa o poesía?
Para leer, cualquiera de las dos. Para escribir, escribo también ambos géneros, aunque con el que más cómodo me siento es con la poesía. El microrrelato también me gusta mucho.
Para mí es todo un reto decir mucho con poco.
¿La poesía sigue estando de actualidad?
Totalmente. No sólo es que esté de actualidad, sino que hoy más que nunca el mundo y la realidad donde vivimos necesitan el brebaje de la poesía para remendar heridas y dibujar ese añorado paisaje de sonrisas, caricias y abrazos que hemos estado tanto tiempo esperando tras la sombra de una pandemia. En este mundo de avances, de redes sociales, pero también de deshumanización, sufrimiento e injusticias en el que todo va tan rápido, la poesía supone un oasis en medio del desierto, un punto de unión y un retorno más que necesario a la raíz del alma, a lo esencial que todos compartimos, a la libertad de las emociones puras. Eso hace que este género, a pesar de ser minoritario, esté viviendo actualmente un gran momento en cuanto a lectores que lo demandan y consumen, lectores que abarcan todos los rangos de edades.
¿En los institutos continúan existiendo alumnos con vocación de escritor?
Sí. A pesar de que los jóvenes de ahora sean nativos digitales y los solamos relacionar, sobre todo, con algo tan frío como el uso de las nuevas tecnologías, hay muchos alumnos con inquietudes literarias que disfrutan de la lectura y también de la escritura. Muchos de ellos llevan dentro un escritor y no lo saben, tan sólo necesitan una pequeña motivación para sacarlo y para poner en marcha todo el potencial que tienen. Ese aspecto, personalmente, me gusta mucho explotarlo en mis clases, buscándoles siempre lecturas que les motiven y haciéndoles usar la escritura, siempre que sea posible, de un modo creativo y original. Y he de decir, que en esto último, me he llevado sorpresas muy gratas. Los jóvenes, la verdad, tienen mucho que contarnos y que expresar, y algunos lo hacen muy bien. Tengo mucha esperanza en ellos.
¿Se ve viviendo de los libros?
Vivir de la poesía es una verdadera utopía. No conozco a ningún poeta que viva de sus versos. Me conformo con seguir publicando y que me sigan leyendo, es lo máximo que puedo pedir y con lo que estoy realmente feliz. Para vivir de algo, ya tengo mi trabajo.
¿Otros proyectos?
Actualmente me encuentro preparando mi cuarto poemario, que quiero escribir sin prisas ni presiones, disfrutando de todo el proceso de creación y dejando que fluya de manera natural. Siempre me gusta tomarme mi tiempo entre proyecto y proyecto para poder dar todo lo mejor de mí.
¿Cuáles son sus pasiones en la vida?
Aparte de la escritura, la enseñanza y los idiomas son otra de mis grandes pasiones. También disfruto todo lo posible del tiempo con mi familia. Ver crecer a mis hijos, compartir momentos con ellos y ser su guía en esta vida no lo cambio por nada.
NOMBRE: Juan Pablo Sánchez Miranda.
EDAD: 43 años.
NACIMIENTO: El 29 de septiembre de 1978, casualmente, el mismo día que mis admirados Miguel de Cervantes y Miguel de Unamuno.
ESTADO CIVIL: Casado.
RESIDENCIA: Montijo.
UNA COMPAÑÍA: La de mi familia.
UN LUGAR PARA VIVIR: Todos los lugares tienen su encanto, por lo que me sería imposible elegir. Me considero un ciudadano del mundo.
UN LUGAR PARA PERDERSE: Boston o Londres.
UNA LECTURA: “Las olas”, de Virginia Woolf.
UNA MÚSICA: Me apasiona la música de los años 60 y 70, sobre todo en inglés.
UN HOBBY: La arqueología (no descarto estudiar arqueología cuando pasen unos años), la lectura, viajar y conocer otras culturas.
UN SUEÑO: Soy un soñador nato, pero si tuviera que elegir alguno, me decantaría por el de un mundo sin odio en el que todos fuésemos iguales.
![[Img #93986]](https://cronicasdeunpueblo.es/upload/images/08_2022/7023_img_8698.jpg)
Criado y educado en Puebla de la Calzada, pertenece a una generación en la que los Reyes Magos regalaban cuentos de Hans Christian Andersen, que aficionaban a la lectura y donde la biblioteca era un lugar “mágico de ocio”.
Licenciado por la Universidad de Extremadura en Filología Inglesa comienza su carrera profesional en el Colegio Calzada Romana pero antes, con 13 años, ya impartía clases particulares a los vecinos durante el verano.
¿Puede presentarse?
Mis padres se llaman Juan y Paula, de ahí que me pusieran Juan Pablo (en mi nombre hay un pedazo de cada uno de ellos). Mi padre es de Puebla de la Calzada y mi madre de Valdelacalzada, hija de colonos procedentes de la Coronada de la Serena. Mi padre ha sido repartidor de butano por la zona durante más de 30 años y ya está disfrutando de su merecida jubilación. Mi madre es ama de casa. Soy el mayor de tres hermanos, los tres varones. Nuestros padres lo han dado todo por nosotros, educándonos desde la humildad, el respeto y la integridad personal.
Sus primeros colegios…
Comencé la Educación Infantil en las Nacionales de Puebla de la Calzada, donde cursé hasta los cinco años. Luego, una vez que pasé a la Primaria, estudié en el Colegio Salesiano María Inmaculada, de Puebla de la Calzada, centro educativo que marcaría mi vida para siempre.
Recuerdos infantiles…
Entre mis primeros recuerdos ya están los libros, toda mi vida ha estado asociada y ligada a ellos. En mi casa, aunque humilde, siempre había libros, mis padres jamás escatimaron en eso. El primero que recuerdo leer (con cuatro o cinco años) es un libro de cuentos de Hans Christian Andersen que me trajeron los Reyes Magos y que aún conservo. De él, me marcó enormemente un cuento titulado “El ruiseñor”, sin duda, mi cuento favorito.
Recuerdo también con mucho cariño el día que me saqué el carnet de la biblioteca municipal de Puebla de la Calzada (allá por el año 87 u 88) y las innumerables tardes de niño soñador que pasaba allí leyendo, adentrándome en un montón de universos nuevos e investigando sobre mis inquietudes. Hoy hay muchos más medios para acceder a la cultura y a la lectura, pero en esos tiempos, sólo disponíamos de la biblioteca, que era como un lugar mágico que te abría todas las puertas del saber.
¿Cómo pasó su infancia?
Pasé una infancia muy feliz, con mis padres y mis hermanos, en una casa pequeña (pero enorme en la fragilidad de la memoria de un niño) de un barrio humilde de Puebla de la Calzada (en la antigua calle García Morato, actualmente calle Ermita). Era un barrio muy alegre, con vecinos cercanos que eran como una segunda familia, con sus puertas siempre abiertas, y una calle llena de niños, donde pasábamos mucho tiempo jugando. Guardo con mucho cariño los recuerdos de los juegos infantiles en la plazoleta de Obispo Fernández Conde y en el parque municipal. Jugábamos al escondite, a policía y ladrón, a bote-bote, a torito en alto, etc. Éramos muy felices con muy poco, y lo poco que había, se compartía sin ningún problema. Aún mantengo muchos de mis amigos de entonces. La infancia es como una patria a la que mis pensamientos vuelven a menudo, pues tengo de ella muy buenos y entrañables recuerdos.
¿Dónde cursa sus estudios?
Tras acabar la EGB en los Salesianos, estudio en el Instituto Enrique Díez Canedo. Una vez finalizan mis estudios allí, me inclino por los idiomas y decido estudiar Filología Inglesa en Cáceres.
Soy licenciado en Filología Inglesa por la Universidad de Extremadura. Estudié la carrera en la Facultad de Filosofía y Letras de Cáceres y continué mi formación en países como Estados Unidos, Inglaterra e Irlanda.
Trayectoria profesional
¿Cuál fue su primer destino?
Poco después de acabar la carrera y las prácticas, consigo trabajar como monitor de inglés en el Colegio Calzada Romana de Puebla de la Calzada. Fue mi primera experiencia como docente, y todo un reto que me aportó un montón de experiencia y de anécdotas, pues tenía grupos de niños muy variopintos, desde los 3 hasta los 12 años. Fue tan sólo un curso escolar, pero me curtí bastante como docente, y eso es de agradecer.
¿Cómo fueron sus comienzos?
La docencia fue algo que me gustó siempre. Mis comienzos fueron con 13 años, cuando varios vecinos me propusieron dar clases particulares a sus hijos. Desde ese año, esa se convirtió en la ocupación de todas mis mañanas de verano, lo que me permitía conseguir algo de dinero para ayudar en mis estudios y para algún que otro pequeño capricho, sobre todo, algún libro.
¿Dónde trabaja actualmente?
Ahora mismo trabajo en el colegio donde estudié, en el Colegio Salesiano María Inmaculada de Puebla de la Calzada. Allí me encargo de la Jefatura de Estudios e imparto clases de Inglés y de Lengua y Literatura en la etapa de ESO.
¿Qué destacaría de su labor docente?
Al principio, se me hacía raro trabajar en el centro donde estudié, pues algunos de mis profesores de la infancia pasaron a ser mis compañeros de trabajo. De mi centro de trabajo destaco el buen clima de convivencia y la familiaridad. Somos como una gran familia toda la comunidad educativa: profesorado, alumnado y familias.
De mi labor docente lo que más me gusta es el contacto y la cercanía con los niños. Me gusta que mi labor no sólo se limite a transmitir conocimientos, sino también a estar cerca de los alumnos, a escucharlos y a hacer que se sientan queridos. Dialogar con ellos es fundamental y ganarte su confianza es una de las cosas más bonitas de la docencia. Es muy emocionante y satisfactorio cuando después de acabar en el colegio, muchos alumnos siguen visitándonos para contarnos cómo les va todo y todo el cariño que nos transmiten.
¿Su profesión es muy compatible con escribir?
Cuando algo te gusta, siempre lo compatibilizas con tu profesión y arañas tiempo de donde no lo hay.
Es cierto que hay ocasiones en las que estoy más ocupado y es difícil buscar un hueco para escribir, pero al final siempre haces por encontrarlo.
¿Escribir es más que un hobby?
Realmente no lo llamaría hobby. Escribir es una forma de vida, una manera de expresarte y de dar forma a una realidad tanto interna como externa, a veces extremadamente compleja.
Es un diálogo constante no sólo con el mundo, sino también conmigo mismo, una puerta de acceso a lo más puro que existe: las emociones, una puerta que necesito atravesar para encajar las partes de un puzle del que formo parte.
¿Conserva su primer escrito “intimista” de creación propia?
Yo no. Quien lo conserva es mi madre, pues es una poesía que le escribí a ella, siendo muy pequeño, para el Día de la Madre.
¿Cuándo comienza a escribir?
No sabría decir exactamente cuándo comienzo a escribir, porque toda la vida desde que tengo uso de razón la recuerdo junto a un lápiz y un papel. Quizás fuera a los seis o siete años.
Me encantaba escribir cuentos que luego contaba a mis hermanos. También poemas que acababa siempre regalando a mis seres queridos.
¿Cuándo sabe uno que tiene vocación de poeta?
Es difícil explicar, pero quizás desde el momento en que te das cuenta que la escritura para ti es como un refugio y que te cuesta menos expresar lo que sientes escribiéndolo que hablándolo. Cuando los versos vienen de manera inconsciente a cualquier hora, como visiones, en muchas ocasiones en plena madrugada, mientras duermes, y tienes que levantarte rápidamente para tomar nota de esa idea antes de que se desvanezca. También cuando percibes el lenguaje no sólo como un mecanismo de comunicación, sino como un instrumento para crear belleza y eso hace que notes sobre tu mente, al escribir, el peso de cada palabra, de cada verso, de cada rima, como si fueran parte de ti. Pienso que la misma vida te va mostrando indicios de que lo tuyo es la poesía según la vas recorriendo.
¿Qué le lleva a escribir?
Escribir para mí es más una necesidad que otra cosa, igual que beber o comer. Sin la escritura, mi vida estaría incompleta. Es una manera de expresar lo que llevo dentro, algo que fuera de un poema, para mí es prácticamente imposible.
¿Tiene antecedentes artísticos en su familia?
Que sepamos, en mi familia no hay antecedentes en poesía, pero sí en otras categorías artísticas. Mi abuela era una gran bailarina, igual que mi hermano pequeño, que es bailarín profesional y tiene un montón de premios en su haber, tanto nacionales como internacionales. Mi madre también ha hecho sus pequeños pinitos como actriz.
¿Suele participar mucho en certámenes?
Tardé mucho en presentar mis poemas a certámenes literarios porque me daba reparo sacar a la luz mi intimidad. Al principio, participaba más en este tipo de certámenes porque era una manera de darme a conocer en los ambientes literarios. Últimamente, aunque mande algún que otro poema, no participo en tantos, quizás porque tenga otras prioridades.
¿Lo considera importante?
Todo depende de cómo lo enfoques. Si quieres darte a conocer, sí que son importantes como escaparate, pero para ser un buen escritor, pues no. Hay grandísimos escritores que jamás se han presentado a un certamen literario. Lo que resulta muy satisfactorio de estos premios es ver que algo que has creado en la más pura intimidad entregando tu alma al silencio y a la quietud de la tinta y el papel, es capaz de romper su caparazón, traspasar los confines de tus emociones y llegar al corazón de un jurado, de un grupo de personas a los que no conoces de nada y a los que ese poema en concreto te acaba uniendo. Eso es mucho más gratificante que la cuantía material que puedas ganar.
Su primer certamen…
Un concurso de microrrelatos en Asturias.
Mi primer premio fue con diez años, el primer premio en un concurso de cuentos organizado por el Ayuntamiento de Puebla de la Calzada.
Como escritor ya más profesional, el primer premio que recibí fue en 2011: un segundo premio en el XVII Certamen Nacional de Poesía San Pedro con un poema titulado “Expiación”, que acabaría incluyendo después en mi primer libro.
Llevo 12 o 13 años presentándome a concursos literarios, y la verdad es que no me ha ido mal. Pero para mí, más que la cantidad de premios, lo más importante ha sido llegar al corazón de los lectores. También valoro mucho la cantidad de amigos escritores que he ido haciendo por el camino, los cuales me han aportado y enriquecido bastante como escritor y, fundamentalmente, como persona.
¿El premio más significativo?
Si tuviera que elegir uno sería el de Poblanchino del Año que me otorgaron en 2019 en Puebla de la Calzada por mi trayectoria como escritor. Mi pueblo es la raíz, la insignia, la marca imborrable con la que con tanto orgullo ha viajado mi poesía cada vez que ha sido premiada o la he recitado en algún sitio, por ese motivo, recibir ese galardón en mi “casa”, rodeado de mis vecinos, amigos y familiares supuso para mí un momento muy emocionante que jamás olvidaré.
¿Cuáles son su referentes literarios?
Uno de mis grandes referentes literarios y poeta de sobremesa es Federico García Lorca. Admiro en él el elemento visionario de su poesía, la originalidad de sus metáforas y la sensibilidad que emanan sus versos. De todas sus obras, la que más me impactó fue “Poeta en Nueva York”. Es impresionante el uso que hace del lenguaje y las imágenes tan novedosas e impactantes que emplea. Otro de mis referentes es la novelista británica Virginia Woolf por el alto lirismo y profundidad de sus novelas , así como por el estudio tan complejo y fascinante que hace de la mente humana. Aunque se trata de una novelista, su estilo ha influido bastante algunos de mis versos. Mi tercer referente es la cantautora Cecilia, cuyas letras y visión sensible pero certera y crítica del mundo exterior e interior de cada uno, siempre me inspiran a la hora de escribir. Para mí, algunas de sus canciones están a la misma altura que los mejores poemas españoles del siglo XX.
¿Sus autores preferidos?
La lista es innumerable, y seguro que me quedo alguno en el tintero. Me encantan los poetas de la Generación del 27, sobre todo Lorca. En poesía, admiro también a autores como Luis García Montero, Alejandra Pizarnik, W.B. Yeats, Juan Ramón Jiménez, Sylvia Plath, Rosalía de Castro, Jorge Manrique, Emily Dickinson o Jaime Gil de Biedma. En narrativa, me encantan novelistas tan variados como Virginia Woolf, Gabriel García Márquez, Carlos Ruíz Zafón, William Faulkner, D.H, Lawrence, Camilo José Cela, Nathaliel Hawthorne, Espido Freire, Ernest Hemingway o Diane Setterfield.
¿Cuántos libros en su haber?
En casa tengo cientos de libros a los que trato con mucho mimo, no sabría decir el número exacto. Incluso conservo mis primeras lecturas infantiles. Soy un apasionado de los libros, y sin duda, un libro es el mejor regalo que se me puede hacer. Para mí, una casa sin libros es una casa vacía, sin alma.
¿Tiene libros editados?
Sí, hasta ahora tengo tres libros editados, los tres son poemarios: “Estatuas” (2013), “Donde los charcos abrazan tu reflejo” (2016) y “El sueño de los erizos” (2021). Además, he tenido la suerte de colaborar en numerosas antologías nacionales e internacionales tanto de poesía como de prosa.
¿Cuál es la temática principal?
Cada libro lo concibo como un capítulo diferente de mi vida, por lo que la temática cambia de uno a otro. Mi primer poemario, “Estatuas”, lo abordé como un cántico dolorido a sentimientos como la soledad, incomunicación, melancolía o desolación. Es una obra en la que pretendí deshumanizar al hombre para hacerlo más humano. En mi segundo poemario, “Donde los charcos abrazan tu reflejo”, intenté poner voz a la ausencia y al amor y convertirlos en seres de carne y hueso en un poemario circular que comienza entre las brumas inertes de la noche y termina acunado por los brazos tibios y esperanzadores del día. Por último, mi tercer poemario, “El sueño de los erizos” aborda el tema de la muerte, de la pérdida de un ser querido y supone un viaje de sanación y reconciliación con el mundo y con uno mismo alrededor de una herida que acabará convirtiéndose en una bella cicatriz.
Va dedicado especialmente a alguien?
Mi primer poemario lo dediqué a la humanidad en general, concebida como un vasto jardín de estatuas (de ahí su título). El segundo, a mi mujer y mis hijos, por ser la tierna luz de esperanza que ilumina todos los rincones de mi alma. Y el tercero, a mi tío Cristóbal, hermano de mi padre, cuya ausencia originó la herida de donde brotaron la mayor parte de esos versos.
¿Qué temas toca principalmente?
Cualquier tema que me interesa como ser humano, temas universales como el amor, la tristeza, la ausencia, la muerte, las injusticias, los sueños propios y de otros, etc. Escriba sobre lo que escriba, mis poemas casi siempre suelen tener un poso de melancolía.
¿Cuáles son sus fuentes de inspiración?
La vida misma. Cualquier cosa que llame mi atención y me provoque algún tipo de sensación. Mis sentidos están constantemente al acecho, y cualquier cosa puede convertirse en indicio o resorte que haga que se detone un poema: desde una hoja que cae, hasta una conversación con amigos, un recuerdo, el viento meciendo los trigales, el saludo alegre y entusiasta de mi perro, los colores de un paisaje, la pérdida de un ser querido, una caricia o compartir un paraguas bajo la lluvia. Pienso que la realidad, la vida cotidiana, está llena de códigos invisibles, y es importante saber vislumbrarlos y leerlos entre líneas pues detrás de cada uno de ellos hay poemas aguardando. En ese sentido, me considero una persona muy observadora, siempre intentando ver qué hay más allá de las cosas. También me inspiran mucho a la hora de escribir ciertas lecturas y la música de mis cantantes favoritos.
¿Prosa o poesía?
Para leer, cualquiera de las dos. Para escribir, escribo también ambos géneros, aunque con el que más cómodo me siento es con la poesía. El microrrelato también me gusta mucho.
Para mí es todo un reto decir mucho con poco.
¿La poesía sigue estando de actualidad?
Totalmente. No sólo es que esté de actualidad, sino que hoy más que nunca el mundo y la realidad donde vivimos necesitan el brebaje de la poesía para remendar heridas y dibujar ese añorado paisaje de sonrisas, caricias y abrazos que hemos estado tanto tiempo esperando tras la sombra de una pandemia. En este mundo de avances, de redes sociales, pero también de deshumanización, sufrimiento e injusticias en el que todo va tan rápido, la poesía supone un oasis en medio del desierto, un punto de unión y un retorno más que necesario a la raíz del alma, a lo esencial que todos compartimos, a la libertad de las emociones puras. Eso hace que este género, a pesar de ser minoritario, esté viviendo actualmente un gran momento en cuanto a lectores que lo demandan y consumen, lectores que abarcan todos los rangos de edades.
¿En los institutos continúan existiendo alumnos con vocación de escritor?
Sí. A pesar de que los jóvenes de ahora sean nativos digitales y los solamos relacionar, sobre todo, con algo tan frío como el uso de las nuevas tecnologías, hay muchos alumnos con inquietudes literarias que disfrutan de la lectura y también de la escritura. Muchos de ellos llevan dentro un escritor y no lo saben, tan sólo necesitan una pequeña motivación para sacarlo y para poner en marcha todo el potencial que tienen. Ese aspecto, personalmente, me gusta mucho explotarlo en mis clases, buscándoles siempre lecturas que les motiven y haciéndoles usar la escritura, siempre que sea posible, de un modo creativo y original. Y he de decir, que en esto último, me he llevado sorpresas muy gratas. Los jóvenes, la verdad, tienen mucho que contarnos y que expresar, y algunos lo hacen muy bien. Tengo mucha esperanza en ellos.
¿Se ve viviendo de los libros?
Vivir de la poesía es una verdadera utopía. No conozco a ningún poeta que viva de sus versos. Me conformo con seguir publicando y que me sigan leyendo, es lo máximo que puedo pedir y con lo que estoy realmente feliz. Para vivir de algo, ya tengo mi trabajo.
¿Otros proyectos?
Actualmente me encuentro preparando mi cuarto poemario, que quiero escribir sin prisas ni presiones, disfrutando de todo el proceso de creación y dejando que fluya de manera natural. Siempre me gusta tomarme mi tiempo entre proyecto y proyecto para poder dar todo lo mejor de mí.
¿Cuáles son sus pasiones en la vida?
Aparte de la escritura, la enseñanza y los idiomas son otra de mis grandes pasiones. También disfruto todo lo posible del tiempo con mi familia. Ver crecer a mis hijos, compartir momentos con ellos y ser su guía en esta vida no lo cambio por nada.
NOMBRE: Juan Pablo Sánchez Miranda.
EDAD: 43 años.
NACIMIENTO: El 29 de septiembre de 1978, casualmente, el mismo día que mis admirados Miguel de Cervantes y Miguel de Unamuno.
ESTADO CIVIL: Casado.
RESIDENCIA: Montijo.
UNA COMPAÑÍA: La de mi familia.
UN LUGAR PARA VIVIR: Todos los lugares tienen su encanto, por lo que me sería imposible elegir. Me considero un ciudadano del mundo.
UN LUGAR PARA PERDERSE: Boston o Londres.
UNA LECTURA: “Las olas”, de Virginia Woolf.
UNA MÚSICA: Me apasiona la música de los años 60 y 70, sobre todo en inglés.
UN HOBBY: La arqueología (no descarto estudiar arqueología cuando pasen unos años), la lectura, viajar y conocer otras culturas.
UN SUEÑO: Soy un soñador nato, pero si tuviera que elegir alguno, me decantaría por el de un mundo sin odio en el que todos fuésemos iguales.
























