Música en el hospital
Como sabe cualquier persona que haya visitado un hospital, en ningún otro sitio se necesita más la calidez, el color y la vitalidad de la música que en los lugares asépticos donde vamos a curar nuestras enfermedades. Es verdad que la esterilidad es un resultado de la higiene y medicina occidental que es necesaria, pero, en lugar de introducir a los pacientes en televisores a todo volumen, podrían ofrecer la elección de la buena música...o por qué no, la asistencia a conciertos.
Hay personas que cuando han despertado de un coma, han afirmado que seguían la música desde sus camas del hospital como si fuera una cuerda de salvamento de vuelta a la conciencia. También se ha utilizado la música con éxito sorprendente en personas que sufren Alzheimer, desencadenando recuerdos que traen consigo los versos de canciones a aquellas personas que pueden haber olvidado todo lo demás.
Además, la música que nos produce placer, aumenta la liberación de endorfinas, la morfina natural del cuerpo y, por tanto, también nos ayuda a tolerar mejor el dolor. Desde aquí se entiende que en los momentos finales del Titanic, mientras la gente esperaba subir en algún bote en un último intento de salvar la vida, los ocho miembros de la orquesta Wallace Hartley Band no dejaron de tocar el himno "Nearer, my God, to Thee".
No hay nada que acelere más el proceso de curación que conectar con recursos interiores ya existentes. Por esto, propongo que cuando vayamos de visita al hospital, podemos preguntar al amigo o pariente enfermo: ¿qué música relacionas mentalmente con un momento feliz y vibrante de la vida? Aunque nuestro cuerpo no pueda moverse con un allegro de Mozart o nuestra canción favorita de Miguel Poveda, nuestra mente sí puede bailar. Una pieza determinada puede llevar consigo la energía adecuada que necesitamos para que se convierta en nuestra imagen de salud y recuperación. Por todo ello, en nuestra visita al amigo hospitalizado, podemos, en el Universitario de Badajoz, invitarle a asistir a un concierto en el mismo hospital.
El oído es el primer sentido que se desarrolla en el vientre materno, estando totalmente desarrollado a los 4 meses y medio, aunque realmente puede que empecemos a oír incluso antes. A su vez también es el último sentido que perdemos antes de morir totalmente. Muchos pacientes que se encontraban bajo los efectos de la anestesia han afirmado que eran capaces de escuchar las conversaciones y la música mientras los operaban, y las personas que trabajan con enfermos que están a punto de morir nos aseguran que las palabras, la música y el tacto pueden sentirse incluso cuando se ha perdido la conciencia ordinaria. Cuando no disponemos de música, tatarear un sonido con alguien puede ser una fuente de consuelo y de paz. En momentos de soledad o miedo, un sonido es una conexión entre 2 almas, un puente sonoro entre la vida y la muerte.
No podemos desestimar el poder curativo de la música. Es lo que le da el auténtico sentido al proyecto MONODOSIS MUSICALES, que el hospital universitario de Badajoz, en el que Músicos sin Fronteras, junto con la enfermera Toni Marchena, retomaremos este otoño después del parón por COVID, en el pasillo central de la octava planta. Ya han pasado por allí más de 150 artistas que de forma desinteresada regalan su arte y su persona, sabiendo que recibirán más de lo que dan. Quien sabe, quizá en poco tiempo el hospital disponga de sala de audiciones, piano-bar o clases de baile. Incluso podría organizarse el Festival de Música “Hospital Universitario de Badajoz”. Quién sabe.
Como sabe cualquier persona que haya visitado un hospital, en ningún otro sitio se necesita más la calidez, el color y la vitalidad de la música que en los lugares asépticos donde vamos a curar nuestras enfermedades. Es verdad que la esterilidad es un resultado de la higiene y medicina occidental que es necesaria, pero, en lugar de introducir a los pacientes en televisores a todo volumen, podrían ofrecer la elección de la buena música...o por qué no, la asistencia a conciertos.
Hay personas que cuando han despertado de un coma, han afirmado que seguían la música desde sus camas del hospital como si fuera una cuerda de salvamento de vuelta a la conciencia. También se ha utilizado la música con éxito sorprendente en personas que sufren Alzheimer, desencadenando recuerdos que traen consigo los versos de canciones a aquellas personas que pueden haber olvidado todo lo demás.
Además, la música que nos produce placer, aumenta la liberación de endorfinas, la morfina natural del cuerpo y, por tanto, también nos ayuda a tolerar mejor el dolor. Desde aquí se entiende que en los momentos finales del Titanic, mientras la gente esperaba subir en algún bote en un último intento de salvar la vida, los ocho miembros de la orquesta Wallace Hartley Band no dejaron de tocar el himno "Nearer, my God, to Thee".
No hay nada que acelere más el proceso de curación que conectar con recursos interiores ya existentes. Por esto, propongo que cuando vayamos de visita al hospital, podemos preguntar al amigo o pariente enfermo: ¿qué música relacionas mentalmente con un momento feliz y vibrante de la vida? Aunque nuestro cuerpo no pueda moverse con un allegro de Mozart o nuestra canción favorita de Miguel Poveda, nuestra mente sí puede bailar. Una pieza determinada puede llevar consigo la energía adecuada que necesitamos para que se convierta en nuestra imagen de salud y recuperación. Por todo ello, en nuestra visita al amigo hospitalizado, podemos, en el Universitario de Badajoz, invitarle a asistir a un concierto en el mismo hospital.
El oído es el primer sentido que se desarrolla en el vientre materno, estando totalmente desarrollado a los 4 meses y medio, aunque realmente puede que empecemos a oír incluso antes. A su vez también es el último sentido que perdemos antes de morir totalmente. Muchos pacientes que se encontraban bajo los efectos de la anestesia han afirmado que eran capaces de escuchar las conversaciones y la música mientras los operaban, y las personas que trabajan con enfermos que están a punto de morir nos aseguran que las palabras, la música y el tacto pueden sentirse incluso cuando se ha perdido la conciencia ordinaria. Cuando no disponemos de música, tatarear un sonido con alguien puede ser una fuente de consuelo y de paz. En momentos de soledad o miedo, un sonido es una conexión entre 2 almas, un puente sonoro entre la vida y la muerte.
No podemos desestimar el poder curativo de la música. Es lo que le da el auténtico sentido al proyecto MONODOSIS MUSICALES, que el hospital universitario de Badajoz, en el que Músicos sin Fronteras, junto con la enfermera Toni Marchena, retomaremos este otoño después del parón por COVID, en el pasillo central de la octava planta. Ya han pasado por allí más de 150 artistas que de forma desinteresada regalan su arte y su persona, sabiendo que recibirán más de lo que dan. Quien sabe, quizá en poco tiempo el hospital disponga de sala de audiciones, piano-bar o clases de baile. Incluso podría organizarse el Festival de Música “Hospital Universitario de Badajoz”. Quién sabe.