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Mª Luisa Moreno Carretero | 161
Viernes, 04 de Marzo de 2011

Dieguito, nunca te olvidaremos · Mª Luisa Moreno Carretero · Pueblonuevo del Guadiana


A Blas, Marina y a sus dos hijos Fernando y Diego:

Quiero dedicaros estos renglones en nombre de todos vuestros familiares y amigos porque estoy segura de que los sentimientos y el cariño de todos ellos están dentro de la tinta con la que estoy escribiendo.

Quiero dedicaros un gran aplauso de todas las personas que se paren a leer esto. El aplauso que os lleváis mereciendo desde el día que vuestro hijo Diego vino al mundo y la vida cambió para vosotros. Un aplauso por vuestra total dedicación a esa personita, por vuestra paciencia, por todos los momentos de angustia que habéis vivido junto a él, por todas la horas de impotencia paternal sin poder hacer nada más que eso, estar a su lado, y sobre todo por la fortaleza que nos habéis demostrado a todos en sus siete meses de vida. Incluso vuestro hijo Fernando, sin tener siquiera madurez para comprender lo que estaba pasando, ha sabido adaptarse a cualquier situación, en cualquier momento y a todas esas personas que sustituían a sus padres.

Quiero deciros que nade lo hubiera hecho mejor. Que habéis luchado la peor batalla que unos padres se pueden encontrar, que lo habéis hecho con la mayor de las valentías, levantándoos después de cada golpe aún sabiendo que recibiríais muchos más. Creo que los cuatro habéis luchado como el mejor de los ejércitos: unidos. Pero como en todas las batallas, para vosotros también llegó el final y Diego ya no pudo luchar más.

Pero no creáis que habéis perdido. Sentiros dichosos porque gracias a vosotros, todos nosotros hemos tenido la suerte de conocer a la persona más pequeña y luchadora del mundo, al mejor de los soldados, a la persona que más sentimientos nos ha despertado: sentimientos de alegría cada vez que se levantaba de alguna recaída, pero sobre todo de admiración, la que sentimos hacia él, la que el nos ha transmitido.

Pero aquel domingo por la noche sucedió lo que nadie pensábamos cuando nadie lo esperábamos y Dieguito se marchó.

A mi hija le expliqué que el primo Diego no podía estar con nosotros porque los angelitos deben estar en el cielo. Y así lo creo de verdad, que es un ángel y que nos está viendo desde el cielo, y que le gustaría que todos lo recordáramos con muchísima alegría, la misma que sentimos cuando se vino a casa.

Él ahora está en su casa, en la que Dios ha elegido para él y estoy segura de que allá arriba también está con un ángel que le esperaba y que le cuida, un ángel que le cuidará para siempre. Y de verdad espero que cuando Dios me llame pueda estar con él allí arriba para poder disfrutarle todo lo que no he podido aquí abajo.

Espero con estas palabras, haberos hecho ver todo esto de otra manera, haberos transmitido todo lo que hasta ahora no nos hemos parado a deciros, pero sobre todo, daros mucho ánimo para poder seguir adelante, para que sigáis luchando y sigáis demostrando que sois los mejores padres del mundo.

También os diré otra vez que ya sabéis que podéis contar con todos nosotros.

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