Cuando el eco de la ilusión alcanza la melancolía, al igual que en los mayores, se despierta la añoranza de la niñez, afrontando la vida con el valor que la jerarquía les da y como el descanso, el sueño y la paz, nos retorna al estado del líquido amniótico, añorándolo cuando las arrugas en la piel son el historial de toda una batalla llamada vida.

Donde el dolor y la desesperación amargan, la alegría y la ilusión  saben y huelen  a mil pétalos de flores con un fondo dulce bañados por un mar de sentimientos.

Donde el cruel y el malvado reflejan el arte del poder sobre el débil, estado en el que al ser, solo le queda el sueño de encontrar la puerta a otros mundos donde la maldad solo sea historia. Como el niño que se pierde en la feria de la vida, sufriendo y deseando encontrar a su madre.

Pero, por muy lejos que estén esos mundos, siempre tendrán la ilusión y la melancolía de los aquí vivientes, donde las almas gritan y las lenguas callan el dolor del alma, viviendo en el sueño de alcanzar el horizonte de las ilusiones.

Cita: “La ignorancia solo es un estado pasajero”