Envejecer es necesario
Esta es una historia real que sucedió en una de nuestras aulas universitarias y que a todos los que la presenciamos, nos dio una lección de vida y de motivación. El primer día de clase y en la segunda hora, el profesor de psicología quiso que, siendo nuestro primer año nos presentáramos, con la única condición de hacerlo a alguno de nuestros compañeros que no conociéramos con anterioridad. En ese instante, una mano tocó mi hombro. Una señora mayor, elegantemente vestida y con una sonrisa de oreja a oreja me dijo; - Hola Joven. Mi nombre es Teresa y estoy en la flor de la vida con mis 86 años. ¿Puedo darte un abrazo?.
La actitud, el tono alto del que hizo uso y el aspaviento con el que me dio el abrazo hizo que muchos de los que nos rodeaban se fijaran, y a ellos les dedicó nuevamente la mejor de sus sonrisas. - ¿Qué es lo que ha venido a hacer aquí le comenté?
Bueno, vengo a encontrar un marido rico que me de varios hijos y posteriormente jubilarme para poder viajar. La respuesta nos pareció jocosa y terminada la clase junto a mis compañeros Teresa vino a tomarse un café y charlar un rato. A partir de este día, Teresa fue una más en el grupo y en las clases era la persona que más vitalidad infundía al resto del grupo. En las clases, Teresa hablaba sin parar y las experiencias de la vida que nos contaba eran de lo más interesantes hasta el punto que a veces olvidábamos que el profesor estaba en el pulpito de enfrente y parecía que quien despertaba nuestro interés era ella y sus relatos.
Teresa se convirtió en nuestro icono durante el periodo universitario y en la entrega de títulos, decidimos que quien mejor que ella para representarnos. Ella con su habitual desparpajo nos dijo: - voy a hablarles de lo que aprendí en la vida, no lo que aprendí aquí, que más bien fue poco…
Tras la carcajada general y una vez que tenía al publico en su mano, continuó; A mi edad, he descubierto tres secretos para continuar joven, feliz y exitosa. El primero es reír y tomarse las cosas con humor cada día; el segundo es tener uno o varios sueños, porque cuando estos se pierden, el soñador muere… muchas personas caminan por ahí zombis y ni siquiera se dan cuenta de ello. Y por último, se necesita conocer la diferencia entre envejecer y crecer. Envejecer es obligatorio, pero crecer es opcional. Cualquiera puede hacerse viejo, pero eso no exige talento ni habilidad.
Los viejos no se arrepienten de aquello que hicieron, se arrepienten de aquello que dejaron de hacer. No dejamos de jugar porque envejecemos, envejecemos porque dejamos de jugar. Cuando terminó, recibió el más clamoroso aplauso que se escuchó en ese salón.
Fue la mejor lección de todas las recibidas en la carrera. Nos enseña que “nunca es demasiado tarde para todo aquello que uno puede y quiere ser”. [email protected]
Esta es una historia real que sucedió en una de nuestras aulas universitarias y que a todos los que la presenciamos, nos dio una lección de vida y de motivación. El primer día de clase y en la segunda hora, el profesor de psicología quiso que, siendo nuestro primer año nos presentáramos, con la única condición de hacerlo a alguno de nuestros compañeros que no conociéramos con anterioridad. En ese instante, una mano tocó mi hombro. Una señora mayor, elegantemente vestida y con una sonrisa de oreja a oreja me dijo; - Hola Joven. Mi nombre es Teresa y estoy en la flor de la vida con mis 86 años. ¿Puedo darte un abrazo?.
La actitud, el tono alto del que hizo uso y el aspaviento con el que me dio el abrazo hizo que muchos de los que nos rodeaban se fijaran, y a ellos les dedicó nuevamente la mejor de sus sonrisas. - ¿Qué es lo que ha venido a hacer aquí le comenté?
Bueno, vengo a encontrar un marido rico que me de varios hijos y posteriormente jubilarme para poder viajar. La respuesta nos pareció jocosa y terminada la clase junto a mis compañeros Teresa vino a tomarse un café y charlar un rato. A partir de este día, Teresa fue una más en el grupo y en las clases era la persona que más vitalidad infundía al resto del grupo. En las clases, Teresa hablaba sin parar y las experiencias de la vida que nos contaba eran de lo más interesantes hasta el punto que a veces olvidábamos que el profesor estaba en el pulpito de enfrente y parecía que quien despertaba nuestro interés era ella y sus relatos.
Teresa se convirtió en nuestro icono durante el periodo universitario y en la entrega de títulos, decidimos que quien mejor que ella para representarnos. Ella con su habitual desparpajo nos dijo: - voy a hablarles de lo que aprendí en la vida, no lo que aprendí aquí, que más bien fue poco…
Tras la carcajada general y una vez que tenía al publico en su mano, continuó; A mi edad, he descubierto tres secretos para continuar joven, feliz y exitosa. El primero es reír y tomarse las cosas con humor cada día; el segundo es tener uno o varios sueños, porque cuando estos se pierden, el soñador muere… muchas personas caminan por ahí zombis y ni siquiera se dan cuenta de ello. Y por último, se necesita conocer la diferencia entre envejecer y crecer. Envejecer es obligatorio, pero crecer es opcional. Cualquiera puede hacerse viejo, pero eso no exige talento ni habilidad.
Los viejos no se arrepienten de aquello que hicieron, se arrepienten de aquello que dejaron de hacer. No dejamos de jugar porque envejecemos, envejecemos porque dejamos de jugar. Cuando terminó, recibió el más clamoroso aplauso que se escuchó en ese salón.
Fue la mejor lección de todas las recibidas en la carrera. Nos enseña que “nunca es demasiado tarde para todo aquello que uno puede y quiere ser”. [email protected]