Actitud idiota
No es nada nuevo en el mundo en el que vivimos. De tiempo en tiempo, llegan a administrar las distintas organizaciones en las que nos incluimos personas que evidentemente es difícil explicar cómo han podido llegar hasta ahí. Desde que el género humano se organizó como método de supervivencia ha habido líderes que han tomado decisiones por el resto del grupo. En las organizaciones primitivas posiblemente la manera de organizarse y obtener el liderato se fundamentaba en la fuerza y velocidad de sus componentes. En esa época, lo más importante era la obtención de alimentos y quien más fuerza y velocidad tenía, mayor posibilidad de liderar al grupo para obtener las piezas de caza.
Posteriormente, cuando los grupos se fueron haciendo sedentarios y comenzaron a cultivar la tierra, la organización necesitaba de personas que supieran que tipo de siembra iba a ir mejor y cuando era conveniente.
Si así hubieran quedado las cosas, hoy nos irían de manera fabulosa. Tendríamos a nuestras mejores cabezas pensantes dirigiendo nuestras instituciones lo que permitiría que las soluciones a los problemas que se presentaran fueran las más creativas y eficientes, pero esto no ha sido así. Desafortunadamente la lógica no siempre funciona bien en cuestión de organizaciones y cuando en éstas sus propietarios se juegan “los cuartos”, si que se intenta poner a quien mejor puede llevarlas, o se contrata a los mejores para que desde la sombra se dirija, aunque quienes aparecen como presidentes sean otros (los famosos consejos de dirección).
Pero quiero referirme a las instituciones públicas, aquellas que más nos interesan al ciudadano medio porque son las que administran el dinero público, aquel de todos pero que alguien nos aclaró con amplia sonrisa que ese dinero no era de nadie.
Un claro ejemplo de lo que digo está en el Reino Unido, en el que su primer ministro está saltando a los medios exclusivamente por comportamientos alejados a lo que se espera de tan altas responsabilidades. Reformas en la vivienda oficial, saltarse el confinamiento, fiestas encubiertas son un claro ejemplo de lo que parecería más bien un serial de Benny Hill.
En cuestión terminológica, una de las acepciones de idiota proviene del griego, y se refiere a aquel que no se ocupa de los asuntos públicos, sino de sus intereses privados y en política así parece que ocurre a menudo. En latín, su significado es el de ignorante, y ciertamente muchas veces la clase política nos trata como verdaderos idiotas favoreciendo que la elección de sus “idiotas” no recaiga sobre nosotros, por mucho que lo quieran disfrazar… lucas.miura@gmail.com
No es nada nuevo en el mundo en el que vivimos. De tiempo en tiempo, llegan a administrar las distintas organizaciones en las que nos incluimos personas que evidentemente es difícil explicar cómo han podido llegar hasta ahí. Desde que el género humano se organizó como método de supervivencia ha habido líderes que han tomado decisiones por el resto del grupo. En las organizaciones primitivas posiblemente la manera de organizarse y obtener el liderato se fundamentaba en la fuerza y velocidad de sus componentes. En esa época, lo más importante era la obtención de alimentos y quien más fuerza y velocidad tenía, mayor posibilidad de liderar al grupo para obtener las piezas de caza.
Posteriormente, cuando los grupos se fueron haciendo sedentarios y comenzaron a cultivar la tierra, la organización necesitaba de personas que supieran que tipo de siembra iba a ir mejor y cuando era conveniente.
Si así hubieran quedado las cosas, hoy nos irían de manera fabulosa. Tendríamos a nuestras mejores cabezas pensantes dirigiendo nuestras instituciones lo que permitiría que las soluciones a los problemas que se presentaran fueran las más creativas y eficientes, pero esto no ha sido así. Desafortunadamente la lógica no siempre funciona bien en cuestión de organizaciones y cuando en éstas sus propietarios se juegan “los cuartos”, si que se intenta poner a quien mejor puede llevarlas, o se contrata a los mejores para que desde la sombra se dirija, aunque quienes aparecen como presidentes sean otros (los famosos consejos de dirección).
Pero quiero referirme a las instituciones públicas, aquellas que más nos interesan al ciudadano medio porque son las que administran el dinero público, aquel de todos pero que alguien nos aclaró con amplia sonrisa que ese dinero no era de nadie.
Un claro ejemplo de lo que digo está en el Reino Unido, en el que su primer ministro está saltando a los medios exclusivamente por comportamientos alejados a lo que se espera de tan altas responsabilidades. Reformas en la vivienda oficial, saltarse el confinamiento, fiestas encubiertas son un claro ejemplo de lo que parecería más bien un serial de Benny Hill.
En cuestión terminológica, una de las acepciones de idiota proviene del griego, y se refiere a aquel que no se ocupa de los asuntos públicos, sino de sus intereses privados y en política así parece que ocurre a menudo. En latín, su significado es el de ignorante, y ciertamente muchas veces la clase política nos trata como verdaderos idiotas favoreciendo que la elección de sus “idiotas” no recaiga sobre nosotros, por mucho que lo quieran disfrazar… lucas.miura@gmail.com






















