Aquellos inolvidables años
Hace un par de días, sin proponérmelo, tuve la ocasión de escuchar música de los años 60 y 70 y claro, sin proponérmelo también, me he puesto un poco melancólico… y he empezado a recordar aquellos años tan importantes, al menos para mí, en los que el mundo experimentó, gracias principalmente a los jóvenes, una explosión social y cultural impresionante.
Aquellos jóvenes nacidos en la década de los cincuenta, yo me incluyo entre ellos, tomábamos vida propia e influimos, de una manera u otra, en la gran efervescencia creativa y luchadora que empezó a tomar vida a finales de los años sesenta.
El año 1968 fue clave para un cambio radical del sistema, aunque tuvieron que pasar varios años para que se vieran los frutos o resultados de aquel despertar de los jóvenes, mayoritariamente estudiantes, que despertaron exigiendo algo tan común hoy día como la libertad y la democracia.
Qué pena que ahora se valore tan poco algo que costó sangre, sudor y lágrimas para muchos.
Recuerdo, aunque sea como un simple y mínimo grano de arena de aquella impresionante movida, el Centro Juvenil Dosa de Puebla de la Calzada. Allí, empezó a fraguarse un movimiento cultural que aún se sigue disfrutando en nuestro municipio.
El teatro y la poesía empezaron a hacerse imprescindibles entre las actividades del centro. Las voces de cantautores como Joan Manuel Serrat, Luis Eduardo Aute, Joaquín Sabina, Patxi Andión, Paco Ibáñez, Víctor Manuel, Ana Belén… se escuchaban de música de ambiente y… siguiendo en el apartado de la música, el Grupo Verbum nació en aquel centro y en nuestro repertorio de canciones siempre había un hueco para canciones de grupos como Aguaviva o Jarcha, los cuales tenían unas letras que simbolizaban y contaban todo lo que, la mayoría de nosotros, queríamos decir y lo decíamos cantando.
Las reuniones y las noches blancas formaban parte de nuestra filosofía y allí, cada fin de semana nos reuníamos para publicar y repartir el domingo a la salida de misa una hoja donde exponíamos nuestras inquietudes, nuestro inconformismo y nuestros logros. Era ese grano de arena que nosotros aportábamos a ese grito general que estaban dando los jóvenes del mundo por la democracia y para erradicar las desigualdades y sobre todo la opresión.
Como comentaba, después de escuchar esta mañana estas canciones, he retrocedido a mi juventud y he visualizado con los ojos cerrados aquella época y me he sentido orgulloso y feliz de haberla vivido en primera persona.
Hace un par de días, sin proponérmelo, tuve la ocasión de escuchar música de los años 60 y 70 y claro, sin proponérmelo también, me he puesto un poco melancólico… y he empezado a recordar aquellos años tan importantes, al menos para mí, en los que el mundo experimentó, gracias principalmente a los jóvenes, una explosión social y cultural impresionante.
Aquellos jóvenes nacidos en la década de los cincuenta, yo me incluyo entre ellos, tomábamos vida propia e influimos, de una manera u otra, en la gran efervescencia creativa y luchadora que empezó a tomar vida a finales de los años sesenta.
El año 1968 fue clave para un cambio radical del sistema, aunque tuvieron que pasar varios años para que se vieran los frutos o resultados de aquel despertar de los jóvenes, mayoritariamente estudiantes, que despertaron exigiendo algo tan común hoy día como la libertad y la democracia.
Qué pena que ahora se valore tan poco algo que costó sangre, sudor y lágrimas para muchos.
Recuerdo, aunque sea como un simple y mínimo grano de arena de aquella impresionante movida, el Centro Juvenil Dosa de Puebla de la Calzada. Allí, empezó a fraguarse un movimiento cultural que aún se sigue disfrutando en nuestro municipio.
El teatro y la poesía empezaron a hacerse imprescindibles entre las actividades del centro. Las voces de cantautores como Joan Manuel Serrat, Luis Eduardo Aute, Joaquín Sabina, Patxi Andión, Paco Ibáñez, Víctor Manuel, Ana Belén… se escuchaban de música de ambiente y… siguiendo en el apartado de la música, el Grupo Verbum nació en aquel centro y en nuestro repertorio de canciones siempre había un hueco para canciones de grupos como Aguaviva o Jarcha, los cuales tenían unas letras que simbolizaban y contaban todo lo que, la mayoría de nosotros, queríamos decir y lo decíamos cantando.
Las reuniones y las noches blancas formaban parte de nuestra filosofía y allí, cada fin de semana nos reuníamos para publicar y repartir el domingo a la salida de misa una hoja donde exponíamos nuestras inquietudes, nuestro inconformismo y nuestros logros. Era ese grano de arena que nosotros aportábamos a ese grito general que estaban dando los jóvenes del mundo por la democracia y para erradicar las desigualdades y sobre todo la opresión.
Como comentaba, después de escuchar esta mañana estas canciones, he retrocedido a mi juventud y he visualizado con los ojos cerrados aquella época y me he sentido orgulloso y feliz de haberla vivido en primera persona.