Desechar el conformismo
Ya estamos en diciembre, el mes donde la Navidad inunda de luz y color la mayoría de los espacios. Donde los colores dan vida a hogares, plazas, calles y escaparates. Por unos días, todo parece mágico, donde la alegría y la ilusión te borran de un plumazo todo este mundo de niebla al que por desgracia nos estamos acostumbrando.
Por supuesto que yo disfruto estas fechas y me gusta recrearme de estos colores rojos, verdes, dorados y plateados que dan alegría a nuestra vida pero, lamentablemente, en pocos días esta situación de luces y confraternización, desaparece y volvemos a la realidad, a una realidad en la que me preocupa mucho el mundo actual. Estamos viviendo en una sociedad totalmente gris, como envuelta en una densa niebla que intenta ocultar todas sus miserias. Me horrorizan, cada vez más, las decisiones erróneas que se toman a ciegas sin medir sus graves consecuencias. El ser humano tiene mucha capacidad para limpiar su conciencia aunque sea tomando decisiones absurdas. Necesitamos luz, mucha luz, para que nuestro cerebro, al verse iluminado, envíe órdenes a nuestros sentimientos y así se rebelen contra tanta injusticia, tanta sinrazón, tantas decisiones incomprensibles, tantos fallos garrafales y sobre todo, tantas necias propuestas que se toman para salvarnos la vida. Es incomprensible como todos los errores de los de arriba los tienen que padecer los de abajo.
Ignoro porque nos cuesta tanto ver cómo se ha derrumbado nuestra sociedad de bienestar sin apenas luchar por ella, aceptándolo de una manera abnegada y sumisa. Y para colmo, teniendo que conocer a través de la prensa que en España se incrementa el número de millonarios. ¡Vergonzoso!. Sobre todo sabiendo que lo que más se ha incrementado es el número de personas que están en el umbral de la pobreza.
El secreto de que lleguemos a aceptarlo todo es porque lo vamos asimilando en pequeñas dosis, sin apenas darnos cuenta lo padecemos en silencio. Y ese silencio está provocando una niebla gris que llena de tristeza y angustia el espacio.
¡Debemos luchar contra ello! Tenemos que buscar luz para iluminar cada momento de nuestras vidas. Buscar colores para llenarnos de ilusiones y esperanza pero no esas luces con las que nos iluminan en diciembre sino esa luz cuyos rayos vuelvan a mostrarnos un mundo luminoso de seres felices y luchadores que abandonan esa vida gris repleta de conformismo.
Vuelvo otra vez a recurrir a Honoré de Balzac porque creo firmemente que estaba en lo cierto cuando dijo que la resignación es un suicidio de lo cotidiano, por eso tenemos que desechar el conformismo y luchar. Luchar siempre.
Ya estamos en diciembre, el mes donde la Navidad inunda de luz y color la mayoría de los espacios. Donde los colores dan vida a hogares, plazas, calles y escaparates. Por unos días, todo parece mágico, donde la alegría y la ilusión te borran de un plumazo todo este mundo de niebla al que por desgracia nos estamos acostumbrando.
Por supuesto que yo disfruto estas fechas y me gusta recrearme de estos colores rojos, verdes, dorados y plateados que dan alegría a nuestra vida pero, lamentablemente, en pocos días esta situación de luces y confraternización, desaparece y volvemos a la realidad, a una realidad en la que me preocupa mucho el mundo actual. Estamos viviendo en una sociedad totalmente gris, como envuelta en una densa niebla que intenta ocultar todas sus miserias. Me horrorizan, cada vez más, las decisiones erróneas que se toman a ciegas sin medir sus graves consecuencias. El ser humano tiene mucha capacidad para limpiar su conciencia aunque sea tomando decisiones absurdas. Necesitamos luz, mucha luz, para que nuestro cerebro, al verse iluminado, envíe órdenes a nuestros sentimientos y así se rebelen contra tanta injusticia, tanta sinrazón, tantas decisiones incomprensibles, tantos fallos garrafales y sobre todo, tantas necias propuestas que se toman para salvarnos la vida. Es incomprensible como todos los errores de los de arriba los tienen que padecer los de abajo.
Ignoro porque nos cuesta tanto ver cómo se ha derrumbado nuestra sociedad de bienestar sin apenas luchar por ella, aceptándolo de una manera abnegada y sumisa. Y para colmo, teniendo que conocer a través de la prensa que en España se incrementa el número de millonarios. ¡Vergonzoso!. Sobre todo sabiendo que lo que más se ha incrementado es el número de personas que están en el umbral de la pobreza.
El secreto de que lleguemos a aceptarlo todo es porque lo vamos asimilando en pequeñas dosis, sin apenas darnos cuenta lo padecemos en silencio. Y ese silencio está provocando una niebla gris que llena de tristeza y angustia el espacio.
¡Debemos luchar contra ello! Tenemos que buscar luz para iluminar cada momento de nuestras vidas. Buscar colores para llenarnos de ilusiones y esperanza pero no esas luces con las que nos iluminan en diciembre sino esa luz cuyos rayos vuelvan a mostrarnos un mundo luminoso de seres felices y luchadores que abandonan esa vida gris repleta de conformismo.
Vuelvo otra vez a recurrir a Honoré de Balzac porque creo firmemente que estaba en lo cierto cuando dijo que la resignación es un suicidio de lo cotidiano, por eso tenemos que desechar el conformismo y luchar. Luchar siempre.

























