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Andrés Acevedo
Lunes, 11 de Octubre de 2021 Actualizada Lunes, 11 de Octubre de 2021 a las 14:15:39 horas

Al psicólogo también se va estando bien


Si bien ya parece que hemos superado eso de que al psicólogo van los locos, aún persiste el mito de que sólo puedes ir a terapia si lo estás pasando fatal. Incluso, si ya has intentado todo lo demás y no te ha dado solución.
Es cierto que muchas personas acuden cuando tienen una dosis muy alta de malestar emocional. Sin embargo, los psicólogos también trabajamos con personas que se encuentran bien y quieren modificar algún aspecto de su vida.
En varias ocasiones he escuchado que los psicólogos se dedican a los problemas psicológicos o enfermedades mentales y los coach o entrenadores se dedican a trabajar con “personas sanas”. Esta estrategia de marketing nos induce a pensar que los mecanismos que influyen en que una persona se comporte de una determinada forma son distintos según tenga o no un supuesto trastorno.
Es como si dijéramos que los nutricionistas sólo saben poner dietas a personas que tienen un gran sobrepeso o que los médicos sólo conocen el funcionamiento del cuerpo que enferma, pero no pueden trabajar con personas sanas.
Ya hace tiempo que el modelo de salud ha cambiado y la tendencia es cada vez dedicar más esfuerzos a la prevención de enfermedades y la promoción del bienestar, tanto en psicología como en el resto de profesiones sanitarias. Las personas ya no van al dentista únicamente cuando se le ha de extraer una pieza, ni al fisioterapeuta cuando el dolor ha llegado a tal punto que les impide moverse.
En terapia hay una gran parte del trabajo que tiene que ver con identificar qué situaciones son más difíciles de gestionar para nosotros. Qué hacemos en esos casos que nos enreda en un círculo y cómo podemos prevenirlo. Por ello no es necesario estar padeciendo grandes dosis de sufrimiento para querer trabajar algo que nos hace sentir mal. Basta con que percibamos que hay algo que nos está generando dolor emocional y que no somos capaces de gestionarlo, que nos enredamos en ese problema o que acaba afectando a nuestra vida diaria.
Cuando tenemos un nivel de malestar algo menor, nos sentimos más capaces de enfrentarnos a algunas situaciones, estamos más abiertos a cambiar y somos más flexibles.
Muchos estudios demuestran que, al igual que en el resto de especialidades sanitarias, cuanto antes se intervenga en una situación, más rápida es la evolución terapéutica, menos sesiones son necesarias y mejores suelen ser los resultados obtenidos.
Por todo ello no solo se puede hacer terapia sin encontrarnos fatal, sino que además es lo más recomendable.

 

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