Vuela en este mes la memoria a un tiempo de austeridad y escasez. De necesidades y apreturas. Años en los que el gobierno municipal proclamaba ante la llegada de los días de Feria: “A pesar de la escasez del presente año se ha resuelto ordenar comience la Feria en los días fijados para su celebración, lo que por este medio se hace público”. Tiempos que fueron dulcificados bajo el aire de la mejor batuta que marcó el gozo festivo que interpretaba la partitura de la vida. Hoy, angustiados por la pandemia, deseo transmitir como recitaba y cantaba Montijo su letanía de Feria y Fiestas Patronales.

El tío del canasto de mimbre con gambas, cangrejos y camarones. El algodón dulce y la ducha sobre los cocos para que estuvieran húmedos y fresquitos. La pista de coches eléctricos portugueses anunciando “cochi en machi, cochi parachi”. La muñeca chochona y el perrito piloto. Las atracciones de los hermanos de la Fuente. Francisco Antolín dirigiendo las andas y Pedrito Vázquez con la bandera de la Virgen de Barbaño. La plaza portátil El Toreo. La Caseta Municipal en la plaza de los Bootello. El sebo del palo de la cucaña. La caseta de la Peña El Caldero. La pelota de boxeo en forma de pera en el techo de la ola. El Teatro chino de Manolita Chen. La caseta El Túnel, junto a la frutería de Rufino. El circo Francia que traía la mona Chita. Las películas de Manolo Escobar en el cine Emperatriz. Ramucho y Rodolfo en el Teatro Mari Paqui, el de la alegre simpatía, cantando la farruca: “Soy Rodolfo Monterrey y de rey no tengo ná”. Las tiradas al plato.

Las escopetas de juguete con el tapón de corcha. Las verbenas en la Piscina Cavi y en el baile de Miguel Cuellar, conocido como el chacha; con la Orquesta Monty. Los caballos del rejoneador Moreno Pidal. El torero Curri de Camas. El Teatro María Guerrero. La parada que hacia la imagen de la Virgen de Barbaño por el camino viejo cerca de la huerta de Paredes. Los cigarrillos pinchados en la boquilla por un palillo en las casetas de tiro. Los cantaores en el Salón Moderno del maestro Modesto Cabezas. La Caseta El Cortijo con su bebida el cortigin. Pepe Piñero, que está en los cielos, detrás de la imagen de la Virgen de Barbaño. Las actuaciones de los mejores artistas de España en el Hotel Colón. Los jóvenes que ligaban dándose choques en los coches eléctricos. Los caballitos de cartón. Los veladores redondos, hechos de hierro, del bar España. El puesto de turrón de José y Micaela, que ponían frente a la Fonda Enrique. El tren de los escobazos.

Las películas en el cine Palmera y los cantaores en el cine Avenida. La ruleta y los barquillos de canela de los padres de Emilio Vega Silva, el popular Rosito. El coro de niñas que dirigía doña Rafaela Guisado cantando la novena de la Virgen. La compañía de los Hermanos Murillo. Los circos Borza y Segura con la trapecista Pinito del Oro y el ilusionista Conde Tarray.  El puesto de turrón de Leopoldo, que se ponía junto a la escalera grande del atrio. La caseta de la Patria Hispana. ¡Me llaman el Morenito y en Montijo nací yo, y a la Virgen de Barbaño la llevó en el corazón! Las atracciones del pulpo, el zig-zag y el látigo. Francisco Pérez, Charlot, el acomodador del Teatro Calderón, que inauguraba la temporada de invierno el día de la Virgen. La pancarta en la fachada del Ayuntamiento anunciando el Festival de las Vegas Bajas. La casa de los espejos, en el que te veías muy alto, muy bajo, muy delgado y muy grueso; con poca cabeza y mucha; con los brazos y piernas muy largas y muy pequeñas. La Banda de Música del maestro Antonio Rico, tocando por la calle de Papas, en dirección a la plaza de toros portátil, el pasodoble Clavelín. Las parejas de novios paseando una noche de Feria por el Parque Municipal contándose aquello que tú y yo sabemos, Montijo, sus cosas.