La romantización de los problemas psicológicos
Hace poco, navegando por internet saltó un anuncio que me llamó mucho la atención. Era sobre una colección de camisetas con frases en inglés que mostraban eslóganes del estilo a “depresión modo activado”, “persona con elevada ansiedad”, “obsesivo” y cosas así.
Defiendo que los problemas psicológicos se normalicen y pasen a entenderse como cuestiones humanas, sin la extrañeza y patologización que a veces se les achaca.
Sin embargo, ¿qué sentido tiene ponérselo en una camiseta?, ¿por qué alguien iba a querer lucirse así?
Al parecer, esto va siendo cada vez más común en generaciones jóvenes. Lo que era tabú hace poco tiempo, se ha convertido en algo digno de exhibir ahora. Parece existir una cierta visión agradable y casi deseable, de los problemas psicológicos.
Las etiquetas diagnósticas han pasado a formar parte del folklore popular. No es infrecuente ver en series y películas, personajes que representan una caricatura de estas vivencias. Y no precisamente como algo dramático o que hace sufrir a la persona, sino más bien como algo especial, identitario, como una forma particular de ser.
Así, se convierten en un adorno más que exponer. Algo que llevar impreso en una camiseta: “Asperger como Sheldon Cooper”, “narcisista como el dr House” o “depresivo como Bojack Horseman”.
La youtuber Soy una pringada es un ejemplo paradigmático. Representa el descontento por la vida, la apatía y el desprecio por la estética. De una forma muy cuidada, se nos muestra despeinada, con un cuerpo poco normativo, mal maquillada, siempre criticando y diciendo que todo le parece “una mierda”. Precisamente por ello, muchas personas ven en su pesimismo y acidez una especie de rebeldía contra el positivismo absurdo de Mr Wonderfull, que estuvo tan de moda hace unos años.
Esta visión romántica de los problemas psicológicos, puede ser simplemente una moda más de una generación que se ha desarrollado al amparo de la crisis económica y su pesimismo resultante. Sin embargo, llevado a ciertos extremos, esto desvirtúa la esencia de esas experiencias humanas. Trivializa el sufrimiento. Hace pasar por rebeldía y libertad lo que en realidad es un enredo que estrecha la vida y sus posibilidades. Muchos chavales buscan en sus situaciones cotidianas modos de acercarse a estos nuevos modelos. Etiquetando cualquier atisbo de nerviosismo como ansiedad o ataque de pánico, el aburrimiento como apatía o depresión, una mala noche como insomnio y las dificultades como duelos o experiencias traumáticas.
En mi opinión, el manual de psicopatología pop que se está creando perjudica por igual a profesionales, usuarios y población general. Ojalá algún día haya una aproximación humanista a estos problemas humanos.
Hace poco, navegando por internet saltó un anuncio que me llamó mucho la atención. Era sobre una colección de camisetas con frases en inglés que mostraban eslóganes del estilo a “depresión modo activado”, “persona con elevada ansiedad”, “obsesivo” y cosas así.
Defiendo que los problemas psicológicos se normalicen y pasen a entenderse como cuestiones humanas, sin la extrañeza y patologización que a veces se les achaca.
Sin embargo, ¿qué sentido tiene ponérselo en una camiseta?, ¿por qué alguien iba a querer lucirse así?
Al parecer, esto va siendo cada vez más común en generaciones jóvenes. Lo que era tabú hace poco tiempo, se ha convertido en algo digno de exhibir ahora. Parece existir una cierta visión agradable y casi deseable, de los problemas psicológicos.
Las etiquetas diagnósticas han pasado a formar parte del folklore popular. No es infrecuente ver en series y películas, personajes que representan una caricatura de estas vivencias. Y no precisamente como algo dramático o que hace sufrir a la persona, sino más bien como algo especial, identitario, como una forma particular de ser.
Así, se convierten en un adorno más que exponer. Algo que llevar impreso en una camiseta: “Asperger como Sheldon Cooper”, “narcisista como el dr House” o “depresivo como Bojack Horseman”.
La youtuber Soy una pringada es un ejemplo paradigmático. Representa el descontento por la vida, la apatía y el desprecio por la estética. De una forma muy cuidada, se nos muestra despeinada, con un cuerpo poco normativo, mal maquillada, siempre criticando y diciendo que todo le parece “una mierda”. Precisamente por ello, muchas personas ven en su pesimismo y acidez una especie de rebeldía contra el positivismo absurdo de Mr Wonderfull, que estuvo tan de moda hace unos años.
Esta visión romántica de los problemas psicológicos, puede ser simplemente una moda más de una generación que se ha desarrollado al amparo de la crisis económica y su pesimismo resultante. Sin embargo, llevado a ciertos extremos, esto desvirtúa la esencia de esas experiencias humanas. Trivializa el sufrimiento. Hace pasar por rebeldía y libertad lo que en realidad es un enredo que estrecha la vida y sus posibilidades. Muchos chavales buscan en sus situaciones cotidianas modos de acercarse a estos nuevos modelos. Etiquetando cualquier atisbo de nerviosismo como ansiedad o ataque de pánico, el aburrimiento como apatía o depresión, una mala noche como insomnio y las dificultades como duelos o experiencias traumáticas.
En mi opinión, el manual de psicopatología pop que se está creando perjudica por igual a profesionales, usuarios y población general. Ojalá algún día haya una aproximación humanista a estos problemas humanos.
























