Lunes, 15 de Septiembre de 2025

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Pedro Gutiérrez
Viernes, 09 de Julio de 2021 Actualizada Viernes, 09 de Julio de 2021 a las 11:13:19 horas

Música y política

Disonancia: palabra utilizada coloquialmente para expresar que no nos gustan las armonías o que los sonidos nos parecen demasiado desagradables.
La Convención de Ginebra declaró el uso de sonidos fuertes e intensos como una forma de tortura, y pocas personas optarían por escuchar música que provoquen ansiedad. Hay veces que queremos escuchar música que abra nuestra mente a nuevas posibilidades, con la sana intención de deshacernos de nuestra forma de pensar o escuchar; pensamientos que para nosotros ya están caducados.
La disonancia forma parte de la vida. Muchas cosas no encajan siempre armoniosamente en su sitio y no siempre conseguimos lo que queremos cuando lo queremos.
Muchos compositores han buscado la disonancia en los diferentes contextos artísticos y estéticos de su época. Bach utilizó el cromatismo con disonancias que están fuera de la tonalidad. Mozart combinó elementos perfectamente armónicos con pasajes que reflejan la confusión de la vida.  Y por otro lado, aunque para todos la música de Beethoven nos parece tan increíble y bella, algunos de sus coétaneos describían su música como “estridente y caótica”. El periodo comprendido entre las dos guerras mundiales ha sido el periodo con las composiciones más disonantes, respuesta a los duros acontecimientos de la época.
En muchos casos la disonancia de ayer es la consonancia de hoy, y la disonancia de hoy será la consonancia de mañana. Además lo que es disonancia para unas personas, puede ser éxtasis para otras. En cualquier caso, cuanto más amplia sea nuestra experiencia auditiva, más tolerantes nos volveremos ante las disonancias, aportandoalgo nuevo al discurso que mantenemos con el mundo que nos rodea. Una composición que tenga sólo unos detalles disonantes, algunos acordes o armonías “chirriantes”, puede llegar a agradarnos. Pero si en cambio esos detalles son muchos, su audición puede quedarnos vacíos.
Hay muchas personas que disfrutan con la música disonante o atonal, proporcionándole un gran placer intelectual. Reconozco que yo no soy una de ellas, aunque seguiré escuchándolas. La música compuesta con el intelecto puede ser interesante, pero en raras ocasiones es genial. Cuando la esencia sale del corazón, la cosa cambia. No debemos olvidar que lo más importante en la música y en la vida es ser capaz de emocionarse y satisfacer nuestras necesidades humanas (con las consonancias y disonancias) de belleza, vitalidad  y afirmación, en busca de una armonía interior que quizá tengamos enterrada y nos gustaría redescubrir en este periodo de postpandemia.
Discografía recomendada: Noche transfigurada (Schoenberg), Cuarteto de cuerda número 8 (Shostakovich) y 1+1 /Knee + Train (Philip Glass).

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