Lección de humildad
Es difícil no conocer a Steve Jobs ya que la mayor parte de nuestros hijos llevan en sus manos alguna de sus creaciones de las que no se despegan ni un minuto. Los logros del Director Ejecutivo de Apple fueron muchos y la prueba está en que después de morir, su legado continúa siendo enorme.
Sin embargo, no es su obra al frente de Apple la que para mí más mérito tiene. A pesar de que fue una de las personas más ricas del mundo, y ya con un cáncer en fase terminal reconoció que, en su vida, aparte de su trabajo tuvo muy pocas alegrías. Y esto a pesar de estar en la cima del éxito en los negocios, de ser un icono de éxito ante el mundo, la riqueza que tenía ante sus ojos no era más que un hecho al que se había acostumbrado y era para el algo normal.
En los últimos días de su vida, cuando echó la vista atrás desde la cama del hospital, posiblemente consideró lo que en toda su vida no había reflexionado. De esta manera, se dio cuenta de que toda la riqueza que había atesorado resultaba baladí ante la muerte que anunciaba su llegada de forma inminente.
Tenía chófer, pero no contaba con nadie que pudiera curar su enfermedad. Se percataba de que lo material se puede perder, pero siempre hay oportunidad de volverlo a recuperar, pero que en cuanto abandonara esta vida, no podría recuperarla por mucho poder que atesorara.
Antes de su entrada a quirófano percibió que le llegaba la hora y veía que se iba a enfrentar de forma inminente al día en el que iba a caer el telón. Este suceso le hizo ver la importancia que tiene a lo largo de la vida el atesorar el amor por tu familia, por tus amigos, el cuidado por nosotros y por aquellos que nos rodean y que nos importan en esta vida.
Sus observaciones nos reflejan que un reloj de 600 euros nos da la misma hora que uno de 20; tener un Audi, o un Dacia en el fondo da igual si los dos terminan llevándonos al mismo destino; tener un chalet de 500m2 o tenerlo de 60 da igual si nos acompaña la soledad que no queremos…
Al final de su vida, Jobs se dio cuenta de que la verdadera felicidad interior en su vida no llegaba de las cosas materiales de su vida y que había que percatarse de que las amistades, la familia, el tener con quien conversar, reír, hablar, intercambiar canciones o impresiones, hablar de las cosas del día a día, pasear, leer…, ¡Esa es la verdadera felicidad!.
Resulta que los productos que nos vendía Jobs a través de Apple, eran y son muy caros, y sin embargo, el que mayor valor e importancia tiene, nos lo regaló con estas reflexiones usando para ello del poco tiempo del que disponía. Eso ha sido su gran lección de humildad y su mejor legado. [email protected]
Es difícil no conocer a Steve Jobs ya que la mayor parte de nuestros hijos llevan en sus manos alguna de sus creaciones de las que no se despegan ni un minuto. Los logros del Director Ejecutivo de Apple fueron muchos y la prueba está en que después de morir, su legado continúa siendo enorme.
Sin embargo, no es su obra al frente de Apple la que para mí más mérito tiene. A pesar de que fue una de las personas más ricas del mundo, y ya con un cáncer en fase terminal reconoció que, en su vida, aparte de su trabajo tuvo muy pocas alegrías. Y esto a pesar de estar en la cima del éxito en los negocios, de ser un icono de éxito ante el mundo, la riqueza que tenía ante sus ojos no era más que un hecho al que se había acostumbrado y era para el algo normal.
En los últimos días de su vida, cuando echó la vista atrás desde la cama del hospital, posiblemente consideró lo que en toda su vida no había reflexionado. De esta manera, se dio cuenta de que toda la riqueza que había atesorado resultaba baladí ante la muerte que anunciaba su llegada de forma inminente.
Tenía chófer, pero no contaba con nadie que pudiera curar su enfermedad. Se percataba de que lo material se puede perder, pero siempre hay oportunidad de volverlo a recuperar, pero que en cuanto abandonara esta vida, no podría recuperarla por mucho poder que atesorara.
Antes de su entrada a quirófano percibió que le llegaba la hora y veía que se iba a enfrentar de forma inminente al día en el que iba a caer el telón. Este suceso le hizo ver la importancia que tiene a lo largo de la vida el atesorar el amor por tu familia, por tus amigos, el cuidado por nosotros y por aquellos que nos rodean y que nos importan en esta vida.
Sus observaciones nos reflejan que un reloj de 600 euros nos da la misma hora que uno de 20; tener un Audi, o un Dacia en el fondo da igual si los dos terminan llevándonos al mismo destino; tener un chalet de 500m2 o tenerlo de 60 da igual si nos acompaña la soledad que no queremos…
Al final de su vida, Jobs se dio cuenta de que la verdadera felicidad interior en su vida no llegaba de las cosas materiales de su vida y que había que percatarse de que las amistades, la familia, el tener con quien conversar, reír, hablar, intercambiar canciones o impresiones, hablar de las cosas del día a día, pasear, leer…, ¡Esa es la verdadera felicidad!.
Resulta que los productos que nos vendía Jobs a través de Apple, eran y son muy caros, y sin embargo, el que mayor valor e importancia tiene, nos lo regaló con estas reflexiones usando para ello del poco tiempo del que disponía. Eso ha sido su gran lección de humildad y su mejor legado. [email protected]
























