Efluvios gorrinos penetran el alma
La llegada de la primavera, igual que la del Otoño, nos trae todos los años a unos invitados que hacen que los vecinos de Montijo y Puebla de la Calzada sientan si con motivo del virus han perdido el olfato. Y desde luego ha tenido que atacarles con mucha virulencia si no huelen el efluvio que desprenden.
Esos invitados a los que me refiero, son los PURINES que estos días nos deleitan con su invisible presencia.
Es ya la tercera o cuarta vez que denuncio este hecho, pero todo sigue igual. Ya he comentado en otras publicaciones, que en Extremadura existe una Ley que regula el vertido de purines, que desde luego es el mejor abono natural que se le puede echar a las tierras.
Pero no es justo que por el interés de un número muy reducido de agricultores, más de 20.000 vecinos tengamos que sufrir el insoportable y pestilente olor que despiden, sobre todo cuando el viento los dirige hacia el casco urbano.
La ley extremeña exige que el vertido se haga en lugares que estén alejados a más de un kilómetro de donde finalice el casco urbano, comprobando la dirección del viento en el momento del vertido para evitar que llegue el olor a la ciudad y además hay que enterrarlos en el plazo máximo de 24 h desde que se produzca el vertido en la tierra.
Pero además de no cumplir con estas exigencias el agricultor, puede incluso perder las ayudas de Política Agraria Comunitaria (PAC), por cuanto no cumplen una de la Buenas Condiciones Agrarias y Medioambientales de la tierra que se exigen para el cobro de estas ayudas.
Es evidente que el legislador de esta materia ha puesto los medios para evitar esas emanaciones hacia la población, pero si la ley no se cumple, y además, tampoco se hace nada porque se cumpla, pues mal vamos.
Desconozco a qué autoridad le corresponde vigilar el cumplimiento de esta norma, pero sea la autoridad que sea, y dicho sea con los debidos respetos, una de dos, o le ha picado el virus a todos sus componentes y han perdido el olfato o tienen la membrana pituitaria atrofiada, lo que significa que no tendremos más remedio que acoger a esos invitados, aunque sea en contra de nuestra voluntad, salvo que cojamos el virus y perdamos el olfato.
VIVIR PARA OLER. Saludos
La llegada de la primavera, igual que la del Otoño, nos trae todos los años a unos invitados que hacen que los vecinos de Montijo y Puebla de la Calzada sientan si con motivo del virus han perdido el olfato. Y desde luego ha tenido que atacarles con mucha virulencia si no huelen el efluvio que desprenden.
Esos invitados a los que me refiero, son los PURINES que estos días nos deleitan con su invisible presencia.
Es ya la tercera o cuarta vez que denuncio este hecho, pero todo sigue igual. Ya he comentado en otras publicaciones, que en Extremadura existe una Ley que regula el vertido de purines, que desde luego es el mejor abono natural que se le puede echar a las tierras.
Pero no es justo que por el interés de un número muy reducido de agricultores, más de 20.000 vecinos tengamos que sufrir el insoportable y pestilente olor que despiden, sobre todo cuando el viento los dirige hacia el casco urbano.
La ley extremeña exige que el vertido se haga en lugares que estén alejados a más de un kilómetro de donde finalice el casco urbano, comprobando la dirección del viento en el momento del vertido para evitar que llegue el olor a la ciudad y además hay que enterrarlos en el plazo máximo de 24 h desde que se produzca el vertido en la tierra.
Pero además de no cumplir con estas exigencias el agricultor, puede incluso perder las ayudas de Política Agraria Comunitaria (PAC), por cuanto no cumplen una de la Buenas Condiciones Agrarias y Medioambientales de la tierra que se exigen para el cobro de estas ayudas.
Es evidente que el legislador de esta materia ha puesto los medios para evitar esas emanaciones hacia la población, pero si la ley no se cumple, y además, tampoco se hace nada porque se cumpla, pues mal vamos.
Desconozco a qué autoridad le corresponde vigilar el cumplimiento de esta norma, pero sea la autoridad que sea, y dicho sea con los debidos respetos, una de dos, o le ha picado el virus a todos sus componentes y han perdido el olfato o tienen la membrana pituitaria atrofiada, lo que significa que no tendremos más remedio que acoger a esos invitados, aunque sea en contra de nuestra voluntad, salvo que cojamos el virus y perdamos el olfato.
VIVIR PARA OLER. Saludos